| Miguel de Cervantes Saavedra [Principal| Biografía |Obras | CEC | Galería|Debates |Enlaces |Buscar | Novedades| Sugerencias |Libro de invitados | Tabla de contenidos |Universidad] |
| Un quídam Caporal italïano, | ||
| de patria perusino, a lo que entiendo, | ||
| de ingenio griego y de valor romano, | ||
| llevado de un capricho reverendo, | ||
| le vino en voluntad de ir a Parnaso, | 5 |
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| por huir de la Corte el vario estruendo. | ||
| Solo y a pie partióse, y paso a paso | ||
| llegó donde compró una mula antigua, | ||
| de color parda y tartamudo paso. | ||
| Nunca a medroso pareció estantigua | 10 |
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| mayor, ni menos buena para carga, | ||
| grande en los huesos y en la fuerza exigua, | ||
| corta de vista, aunque de cola larga, | ||
| estrecha en los ijares, y en el cuero | ||
| más dura que lo son los de una adarga. | 15 |
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| Era de ingenio cabalmente entero: | ||
| caía en cualquier cosa fácilmente, | ||
| así en abril como en el mes de enero. | ||
| En fin, sobre ella el poetón valiente | ||
| llegó al Parnaso, y fue del rubio Apolo | 20 |
|
| agasajado con serena frente. | ||
| Contó, cuando volvió el poeta solo | ||
| y sin blanca a su patria, lo que en vuelo | ||
| llevó la fama deste al otro polo. | ||
| Yo, que siempre trabajo y me desvelo | 25 |
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| por parecer que tengo de poeta | ||
| la gracia que no quiso darme el cielo, | ||
| quisiera despachar a la estafeta | ||
| mi alma, o por los aires, y ponella | ||
| sobre las cumbres del nombrado Oeta, | 30 |
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| pues, descubriendo desde allí la bella | ||
| corriente de Aganipe, en un saltico | ||
| pudiera el labio remojar en ella, | ||
| y quedar del licor süave y rico | ||
| el pancho lleno, y ser de allí adelante | 35 |
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| poeta ilustre, o al menos magnifico. | ||
| Mas mil inconvenientes al instante | ||
| se me ofrecieron, y quedó el deseo | ||
| en cierne, desvalido e ignorante. | ||
| Porque [en] la piedra que en mis hombros veo, | 40 |
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| que la Fortuna me cargó pesada, | ||
| mis mal logradas esperanzas leo. | ||
| Las muchas leguas de la gran jornada | ||
| se me representaron, que pudieran | ||
| torcer la voluntad aficionada, | 45 |
|
| si en aquel mesmo istante no acudieran | ||
| los humos de la fama a socorrerme, | ||
| y corto y fácil el camino hicieran. | ||
| Dije entre mí: «si yo viniese a verme | ||
| en la difícil cumbre deste monte, | 50 |
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| y una guirnalda de laurel ponerme, | ||
| no envidiaría el bien decir de Aponte, | ||
| ni del muerto Galarza la agudeza, | ||
| en manos blando, en lengua Rodomonte». | ||
| Mas, como de un error otro se empieza, | 55 |
|
| creyendo a mi deseo, di al camino | ||
| los pies, porque di al viento la cabeza. | ||
| En fin, sobre las ancas del Destino, | ||
| llevando a la Elección puesta en la silla, | ||
| hacer el gran vïaje determino. | 60 |
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| Si esta cabalgadura maravilla, | ||
| sepa el que no lo sabe que se usa | ||
| por todo el mundo, no sólo en Castilla. | ||
| Ninguno tiene o puede dar escusa | ||
| de no oprimir desta gran bestia el lomo, | 65 |
|
| ni mortal caminante lo rehúsa. | ||
| Suele tal vez ser tan ligera como | ||
| va por el aire el águila o saeta, | ||
| y tal vez anda con los pies de plomo. | ||
| Pero, para la carga de un poeta, | 70 |
|
| siempre ligera, cualquier bestia puede | ||
| llevarla, pues carece de maleta; | ||
| que es caso ya infalible que, aunque herede | ||
| riquezas un poeta, en poder suyo | ||
| no aumentarlas, perderlas le sucede. | 75 |
|
| Desta verdad ser la ocasión arguyo | ||
| que tú, ¡oh gran padre Apolo!, les infundes | ||
| en sus intentos el intento tuyo. | ||
| Y, como no le mezclas ni confundes | ||
| en cosas de agibílibus rateras, | 80 |
|
| ni en el mar de ganancia vil le hundes, | ||
| ellos, o traten burlas o sean veras, | ||
| sin aspirar a la ganancia en cosa, | ||
| sobre el convexo van de las esferas, | ||
| pintando en la palestra rigurosa | 85 |
|
| las acciones de Marte, o entre las flores | ||
| las de Venus, más blanda y amorosa. | ||
| Llorando guerras o cantando amores, | ||
| la vida como en sueño se les pasa, | ||
| o como suele el tiempo a jugadores. | 90 |
|
| Son hechos los poetas de una masa | ||
| dulce, süave, correosa y tierna, | ||
| y amiga del hogar de ajena casa. | ||
| El poeta más cuerdo se gobierna | ||
| por su antojo baldío y regalado, | 95 |
|
| de trazas lleno y de ignorancia eterna. | ||
| Absorto en sus quimeras, y admirado | ||
| de sus mismas acciones, no procura | ||
| llegar a rico como a honroso estado. | ||
| Vayan, pues, los leyentes con letura, | 100 |
|
| cual dice el vulgo mal limado y bronco, | ||
| que yo soy un poeta desta hechura: | ||
| cisne en las canas, y en la voz un ronco | ||
| y negro cuervo, sin que el tiempo pueda | ||
| desbastar de mi ingenio el duro tronco; | 105 |
|
| y que en la cumbre de la varia rueda | ||
| jamás me pude ver sólo un momento, | ||
| pues cuando subir quiero, se está queda. | ||
| Pero, por ver si un alto pensamiento | ||
| se puede prometer feliz suceso, | 110 |
|
| seguí el viaje a paso tardo y lento. | ||
| Un candeal con ocho mis de queso | ||
| fue en mis alforjas mi repostería, | ||
| útil al que camina y leve peso. | ||
| «Adiós», dije a la humilde choza mía; | 115 |
|
| «adiós, Madrid; adiós tu Prado y fuentes, | ||
| que manan néctar, llueven ambrosía; | ||
| adiós, conversaciones suficientes | ||
| a entretener un pecho cuidadoso | ||
| y a dos mil desvalidos pretendientes; | 120 |
|
| adiós, sitio agradable y mentiroso, | ||
| do fueron dos gigantes abrasados | ||
| con el rayo de Júpiter fogoso; | ||
| adiós, teatros públicos, honrados | ||
| por la ignorancia, que ensalzada veo | 125 |
|
| en cien mil disparates recitados; | ||
| adiós, de San Felipe el gran paseo, | ||
| donde si baja o sube el turco galgo, | ||
| como en gaceta de Venecia leo; | ||
| adiós, hambre sotil de algún hidalgo, | 130 |
|
| que por no verme ante tus puertas muerto, | ||
| hoy de mi patria y de mí mismo salgo». | ||
| Con esto, poco a poco llegué al puerto | ||
| a quien los de Cartago dieron nombre, | ||
| cerrado a todos vientos y encubierto; | 135 |
|
| a cuyo claro y sin igual renombre | ||
| se postran cuantos puertos el mar baña, | ||
| descubre el sol y ha navegado el hombre. | ||
| Arrojóse mi vista a la campaña | ||
| rasa del mar, que trujo a mi memoria | 140 |
|
| del heroico don Juan la heroica hazaña; | ||
| donde con alta de soldados gloria, | ||
| y con propio valor y airado pecho | ||
| tuve, aunque humilde, parte en la vitoria. | ||
| Allí, con rabia y con mortal despecho, | 145 |
|
| el otomano orgullo vio su brío | ||
| hollado y reducido a pobre estrecho. | ||
| Lleno, pues, de esperanzas y vacío | ||
| de temor, busqué luego una fragata | ||
| que efetuase el alto intento mío, | 150 |
|
| cuando por la, aunque azul, líquida plata | ||
| vi venir un bajel a vela y remo, | ||
| que tomar tierra en el gran puerto trata. | ||
| Del más gallardo y más vistoso estremo | ||
| de cuantos las espaldas de Neptuno | 155 |
|
| oprimieron jamás, ni más supremo, | ||
| cual éste, nunca vio bajel alguno | ||
| el mar, ni pudo verse en el armada | ||
| que destruyó la vengativa Juno; | ||
| no fue del vellocino a la jornada | 160 |
|
| Argos tan bien compuesta y tan pomposa, | ||
| ni de tantas riquezas adornada. | ||
| Cuando entraba en el puerto, la hermosa | ||
| Aurora por las puertas del Oriente |
| salía en trenza blanda y amorosa. | 165 |
|
| Oyóse un estampido de repente, | ||
| haciendo salva la real galera, | ||
| que despertó y alborotó la gente. | ||
| El son de los clarines la ribera | ||
| llenaba de dulcísima armonía, | 170 |
|
| y el de la chusma alegre y placentera. | ||
| Entrábanse las horas por el día, | ||
| a cuya luz, con distinción más clara, | ||
| se vio del gran bajel la bizarría. | ||
| Áncoras echa, y en el puerto para, | 175 |
|
| y arroja un ancho esquife al mar tranquilo | ||
| con música, con grita y algazara. | ||
| Usan los marineros de su estilo: | ||
| cubren la popa con tapetes tales, | ||
| que es oro y sirgo de su trama el hilo. | 180 |
|
| Tocan de la ribera los umbrales; | ||
| sale del rico esquife un caballero | ||
| en hombros de otros cuatro principales, | ||
| en cuyo traje y ademán severo | ||
| vi de Mercurio al vivo la figura, | 185 |
|
| de los fingidos dioses mensajero; | ||
| en el gallardo talle y compostura, | ||
| en los alados pies, y el caduceo, | ||
| símbolo de prudencia y de cordura, | ||
| digo que al mismo paraninfo veo, | 190 |
|
| que trujo mentirosas embajadas | ||
| a la tierra del alto Coliseo. | ||
| Vile, y apenas puso las aladas | ||
| plantas en las arenas, venturosas | ||
| por verse de divinos pies tocadas, | 195 |
|
| cuando yo, revolviendo cien mil cosas | ||
| en la imaginación, llegué a postrarme | ||
| ante las plantas por adorno hermosas. | ||
| Mandóme el dios parlero luego alzarme, | ||
| y, con medidos versos y sonantes, | 200 |
|
| desta manera comenzó a hablarme: | ||
| «¡Oh Adán de los poetas, oh Cervantes! | ||
| ¿Qué alforjas y qué traje es éste, amigo, | ||
| que así muestra discursos ignorantes?» | ||
| Yo, respondiendo a su demanda, digo: | 205 |
|
| «Señor: voy al Parnaso, y, como pobre, | ||
| con este aliño mi jornada sigo». | ||
| Y él a mí dijo: «¡Oh sobrehumano y sobre | ||
| espíritu cilenio levantado, | ||
| toda abundancia y todo honor te sobre! | 210 |
|
| Que, en fin, has respondido a ser soldado | ||
| antiguo y valeroso, cual lo muestra | ||
| la mano de que estás estropeado. | ||
| Bien sé que en la naval dura palestra | ||
| perdiste el movimiento de la mano | 215 |
|
| izquierda, para gloria de la diestra; | ||
| y sé que aquel instinto sobrehumano | ||
| que de raro inventor tu pecho encierra | ||
| no te le ha dado el padre Apolo en vano. | ||
| Tus obras los rincones de la tierra, | 220 |
|
| llevándola[s] en grupa Rocinante, | ||
| descubren y a la envidia mueven guerra. | ||
| Pasa, raro inventor, pasa adelante | ||
| con tu sotil disinio, y presta ayuda | ||
| a Apolo, que la tuya es importante, | 225 |
|
| antes que el escuadrón vulgar acuda | ||
| de más de veinte mil sietemesinos | ||
| poetas que de serlo están en duda. | ||
| Llenas van ya las sendas y caminos | ||
| desta canalla inútil contra el monte, | 230 |
|
| que aun de estar a su sombra no son dignos. | ||
| Ármate de tus versos luego, y ponte | ||
| a punto de seguir este vïaje | ||
| conmigo, y a la gran obra disponte; | ||
| conmigo, segurísimo pasaje | 235 |
|
| tendrás, sin que te empaches, ni procures | ||
| lo que suelen llamar matalotaje; | ||
| y, porque esta verdad que digo apures, | ||
| entra conmigo en mi galera, y mira | ||
| cosas con que te asombres y asegures». | 240 |
|
| Yo, aunque pensé que todo era mentira, | ||
| entré con él en la galera hermosa | ||
| y vi lo que pensar en ello admira: | ||
| de la quilla a la gavia, ¡oh estraña cosa!, | ||
| toda de versos era fabricada, | 245 |
|
| sin que se entremetiese alguna prosa; | ||
| las ballesteras eran de ensalada | ||
| de glosas, todas hechas a la boda | ||
| de la que se llamó malmaridada; | ||
| era la chusma de romances toda, | 250 |
|
| gente atrevida, empero necesaria, | ||
| pues a todas acciones se acomoda; | ||
| la popa, de materia estraordinaria, | ||
| bastarda, y de legítimos sonetos, | ||
| de labor peregrina en todo y varia; | 255 |
|
| eran dos valentísimos tercetos | ||
| los espalderes de la izquierda y diestra, | ||
| para dar boga larga muy perfectos; | ||
| hecha ser la crujía se me muestra | ||
| de una luenga y tristísima elegía, | 260 |
|
| que no en cantar sino en llorar es diestra | ||
| (por ésta entiendo yo que se diría | ||
| lo que suele decirse a un desdichado | ||
| cuando lo pasa mal: "pasó crujía"); | ||
| el árbol, hasta el cielo levantado, | 265 |
|
| de una dura canción prolija estaba | ||
| de canto de seis dedos embreado; | ||
| él y la entena que por él cruzaba, | ||
| de duros estrambotes la madera | ||
| de que eran hechos claro se mostraba; | 270 |
|
| la racamenta, que es siempre parlera, | ||
| toda la componían redondillas, | ||
| con que ella se mostraba más ligera; | ||
| las jarcias parecían seguidillas | ||
| de disparates mil y más compuestas, | 275 |
|
| que suelen en el alma hacer cosquillas; | ||
| las rumbadas, fortísimas y honestas | ||
| estancias eran, tablas poderosas | ||
| que llevan un poema y otro a cuestas. | ||
| Era cosa de ver las bulliciosas | 280 |
|
| banderillas que al aire tremolaban, | ||
| de varias rimas algo licenciosas; | ||
| los grumetes, que aquí y allí cruzaban, | ||
| de encadenados versos parecían, | ||
| puesto que como libres trabajaban. | 285 |
|
| Todas las obras muertas componían | ||
| o versos sueltos, o sestinas graves, | ||
| que a la galera más gallarda hacían. | ||
| En fin, con modos blandos y süaves, | ||
| viendo Mercurio que yo visto había | 290 |
|
| el bajel, que es razón, lector, que alabes, | ||
| junto a sí me sentó, y su voz envía | ||
| a mis oídos en razones claras | ||
| y llenas de suavísima armonía, | ||
| diciendo: «Entre las cosas que son raras | 295 |
|
| y nuevas en el mundo y peregrinas, | ||
| verás, si en ello adviertes y reparas, | ||
| que es una este bajel de las más dignas | ||
| de admiración, que llegue a ser espanto | ||
| a naciones remotas y vecinas. | 300 |
|
| No le formaron máquinas de encanto, | ||
| sino el ingenio del divino Apolo, | ||
| que puede, quiere y llega y sube a tanto. | ||
| Formóle, ¡oh nuevo caso!, para sólo | ||
| que yo llevase en él cuantos poetas | 305 |
|
| hay desde el claro Tajo hasta Pactolo. | ||
| De Malta el gran maestre, a quien secretas | ||
| espías dan aviso que en Oriente | ||
| se aperciben las bárbaras saetas, | ||
| teme, y envía a convocar la gente | 310 |
|
| que sella con la blanca cruz el pecho, | ||
| porque en su fuerza su valor se aumente; | ||
| a cuya imitación, Apolo ha hecho | ||
| que los famosos vates al Parnaso | ||
| acudan, que está puesto en duro estrecho. | 315 |
|
| Yo, condolido del doliente caso, | ||
| en el ligero casco, ya instrüido | ||
| de lo que he de hacer, aguijo el paso: | ||
| de Italia las riberas he barrido; | ||
| he visto las de Francia y no tocado, | 320 |
|
| por venir sólo a España dirigido. | ||
| Aquí, con dulce y con felice agrado, | ||
| hará fin mi camino, a lo que creo, | ||
| y seré fácilmente despachado. | ||
| Tú, aunque en tus canas tu pereza veo, | 325 |
|
| serás el paraninfo de mi asumpto | ||
| y el solicitador de mi deseo. | ||
| Parte, y no te detengas sólo un punto, | ||
| y a los que en esta lista van escritos | ||
| dirás de Apolo cuanto aquí yo apunto». | 330 |
|
| Sacó un papel, y en él casi infinitos | ||
| nombres vi de poetas, en que había | ||
| yangüeses, vizcaínos y coritos. | ||
| Allí famosos vi de Andalucía, | ||
| y entre los castellanos vi unos hombres | 335 |
|
| en quien vive de asiento la poesía. | ||
| Dijo Mercurio: «Quiero que me nombres | ||
| desta turba gentil, pues tú lo sabes, | ||
| la alteza de su ingenio, con los nombres». | ||
| Yo respondí: «De los que son más graves | 340 |
|
| diré lo que supiere, por moverte | ||
| a que ante Apolo su valor alabes». | ||
| Él escuchó. Yo dije desta suerte. |