| Miguel de Cervantes Saavedra [Principal| Biografía |Obras | CEC | Galería|Debates |Enlaces |Buscar | Novedades| Sugerencias |Libro de invitados | Tabla de contenidos |Universidad] |
| Colgado estaba de mi antigua boca | ||
| el dios hablante, pero entonces mudo | ||
| (que al que escucha, el guardar silencio toca), | ||
| cuando di de improviso un estornudo, | ||
| y, haciendo cruces por el mal agüero, | 5 |
|
| del gran Mercurio al mandamiento acudo. | ||
| Miré la lista, y vi que era el primero | ||
| el licenciado Juan de Ochoa, amigo | ||
| por poeta y cristiano verdadero; | ||
| deste varón en su alabanza digo | 10 |
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| que puede acelerar y dar la muerte | ||
| con su claro discurso al enemigo, | ||
| y que si no se aparta y se divierte | ||
| su ingenio en la gramática española, | ||
| será de Apolo sin igual la suerte; | 15 |
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| pues de su poesía, al mundo sola, | ||
| puede esperar poner el pie en la cumbre | ||
| de la incostante rueda o varia bola. | ||
| Éste que de los cómicos es lumbre, | ||
| que el licenciado Poyo es su apellido, | 20 |
|
| no hay nube que a su sol claro deslumbre; | ||
| pero, como está siempre entretenido | ||
| en trazas, en quimeras e invenciones, | ||
| no ha de acudir a este marcial rüido. | ||
| Éste que en lista por tercero pones, | 25 |
|
| que Hipólito se llama de Vergara, | ||
| si llevarle al Parnaso te dispones, | ||
| haz cuenta que en él llevas una jara, | ||
| una saeta, un arcabuz, un rayo | ||
| que contra la ignorancia se dispara. | 30 |
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| Éste que tiene como mes de mayo | ||
| florido ingenio, y que comienza ahora | ||
| a hacer de sus comedias nuevo ensayo, | ||
| Godínez es.Y estotro que enamora | ||
| las almas con sus versos regalados, | 35 |
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| cuando de amor ternezas canta o llora, | ||
| es uno que valdrá por mil soldados | ||
| cuando a la estraña y nunca vista empresa | ||
| fueren los escogidos y llamados; | ||
| digo que es don Francisco, el que profesa | 40 |
|
| las armas y las letras con tal nombre, | ||
| que por su igual Apolo le confiesa; | ||
| es de Calatayud su sobrenombre; | ||
| con esto queda dicho todo cuanto | ||
| puedo decir con que a la invidia asombre. | 45 |
|
| Éste que sigue es un poeta santo, | ||
| digo famoso: Miguel Cid se llama, | ||
| que al coro de las Musas pone espanto. | ||
| Estotro que sus versos encarama | ||
| sobre los mismos hombros de Calisto, | 50 |
|
| tan celebrado siempre de la fama, | ||
| es aquel agradable, aquel bienquisto, | ||
| aquel agudo, aquel sonoro y grave | ||
| sobre cuantos poetas Febo ha visto; | ||
| aquel que tiene de escribir la llave | 55 |
|
| con gracia y agudeza en tanto estremo, | ||
| que su igual en el orbe no se sabe: | ||
| es don Luis de Góngora, a quien temo | ||
| agraviar en mis cortas alabanzas, | ||
| aunque las suba al grado más supremo. | 60 |
|
| ¡Oh tú, divino espíritu, que alcanzas | ||
| ya el premio merecido a tus deseos | ||
| y a tus bien colocadas esperanzas; | ||
| ya en nuevos y justísimos empleos, | ||
| divino Herrera, tu caudal se aplica, | 65 |
|
| aspirando del cielo a los trofeos! | ||
| Ya de tu hermosa Luz, y clara, y rica, | ||
| el bello resplandor miras seguro, | ||
| en la que [el] alma tuya beatifica; | ||
| y, arrimada tu yedra al fuerte muro | 70 |
|
| de la inmortalidad, no estimas cuanto | ||
| mora en las sombras deste mundo escuro. | ||
| Y tú, Don Juan de Jáurigui, que a tanto | ||
| el sabio curso de tu pluma aspira, | ||
| que sobre las esferas le levanto, | 75 |
|
| aunque Lucano por tu voz respira, | ||
| déjale un rato y, con piadosos ojos, | ||
| a la necesidad de Apolo mira; | ||
| que te están esperando mil despojos | ||
| de otros mil atrevidos, que procuran | 80 |
|
| fértiles campos ser, siendo rastrojos. | ||
| Y tú, por quien las Musas aseguran | ||
| su partido, don Félix Arias, siente | ||
| que por su gentileza te conjuran | ||
| y ruegan que defiendas desta gente | 85 |
|
| non sancta su hermosura, y de Aganipe | ||
| y de Hipocrene la inmortal corriente. | ||
| ¿Consentirás tú, a dicha, participe | ||
| del licor suavísimo un poeta | ||
| que al hacer de sus versos sude y hipe? | 90 |
|
| No lo consentirás, pues tu discreta | ||
| vena, abundante y rica, no permite | ||
| cosa que sombra tenga de imperfecta. | ||
| «Señor, éste que aquí viene se quite», | ||
| dije a Mercurio, «que es un chacho necio | 95 |
|
| que juega, y es de sátiras su envite. | ||
| Éste sí que podrás tener en precio, | ||
| que es Alonso de Salas Barbadillo, | ||
| a quien me inclino y sin medida aprecio. | ||
| Éste que viene aquí, si he de decillo, | 100 |
|
| no hay para qué le embarques; y así, puedes | ||
| borrarle». Dijo el dios: «Gusto de oíllo». | ||
| «Es un cierto rapaz, que a Ganimedes | ||
| quiere imitar, vistiéndose a lo godo; | ||
| y así, aconsejo que sin él te quedes. | 105 |
|
| No lo harás con éste dese modo, | ||
| que es el gran Luis Cabrera, que, pequeño, | ||
| todo lo alcanza, pues lo sabe todo; | ||
| es de la historia conocido dueño, | ||
| y en discursos discretos tan discreto, | 110 |
|
| que a Tácito verás si te le enseño. | ||
| Éste que viene es un galán sujeto | ||
| de la varia fortuna a los vaivenes | ||
| y del mudable tiempo al duro aprieto: | ||
| un tiempo rico de caducos bienes, | 115 |
|
| y ahora de los firmes e inmudables | ||
| más rico, a tu mandar firme le tienes; | ||
| pueden los altos riscos siempre estables | ||
| ser tocados del mar, mas no movidos | ||
| de sus ondas en cursos varïables; | 120 |
|
| ni menos a la tierra trae rendidos | ||
| los altos cedros Bóreas, cuando, airado, | ||
| quiere humillar los más fortalecidos. | ||
| Y éste que vivo ejemplo nos ha dado | ||
| desta verdad con tal filosofía, | 125 |
|
| Don Lorenzo Ramírez es de Prado. | ||
| Déste que se le sigue aquí diría | ||
| que es Don Antonio de Monroy, que veo | ||
| en él lo que es ingenio y cortesía; | ||
| satisfación al más alto deseo | 130 |
|
| puede dar de valor heroico y ciencia, | ||
| pues mil descubro en él y otras mil creo. | ||
| Éste es un caballero de presencia | ||
| agradable y que tiene de Torcato | ||
| el alma sin alguna diferencia; | 135 |
|
| de don Antonio de Paredes trato, | ||
| a quien dieron las Musas, sus amigas, | ||
| en tierna edad anciano ingenio y trato. | ||
| Éste que por llevarle te fatigas, | ||
| es Don Antonio de Mendoza, y veo | 140 |
|
| cuánto en llevarle al sacro Apolo obligas. | ||
| Éste que de las Musas es recreo, | ||
| la gracia y el donaire y la cordura, | ||
| que de la discreción lleva el trofeo, | ||
| es Pedro de Morales, propria hechura | 145 |
|
| del gusto cortesano, y es asilo | ||
| adonde se repara mi ventura. | ||
| Éste, aunque tiene parte de Zoílo, | ||
| es el grande Espinel, que en la guitarra | ||
| tiene la prima y en el raro estilo. | 150 |
|
| Éste que tanto allá tira la barra | ||
| que las cumbres se deja atrás de Pindo, | ||
| que jura, que vocea y que desgarra, | ||
| tiene más de poeta que de lindo, | ||
| y es Jusepe de Vargas, cuyo astuto | 155 |
|
| ingenio y rara condición deslindo. | ||
| Éste, a quien pueden dar justo tributo | ||
| la gala y el ingenio que más pueda | ||
| ofrecer a las Musas flor y fruto, | ||
| es el famoso Andrés de Balmaseda, | 160 |
|
| de cuyo grave y dulce entendimiento | ||
| el magno Apolo satisfecho queda. | ||
| Éste es Enciso, gloria y ornamento | ||
| del Tajo, y claro honor de Manzanares, | ||
| que con tal hijo aumenta su contento. | 165 |
|
| Éste, que es escogido entre millares, | ||
| de Guevara Luis Vélez es el bravo, | ||
| que se puede llamar quitapesares; | ||
| es poeta gigante, en quien alabo | ||
| el verso numeroso, el peregrino | 170 |
|
| ingenio, si un Gnatón nos pinta, o un Davo. | ||
| Éste es Don Juan de España, que es más digno | ||
| de alabanzas divinas que de humanas, | ||
| pues en todos sus versos es divino. | ||
| Éste, por quien de Luso están ufanas | 175 |
|
| las Musas, es Silveira, aquel famoso | ||
| que por llevarle con razón te afanas. | ||
| Éste que se le sigue es el curioso | ||
| gran don Pedro de Herrera, conocido | ||
| por de ingenio elevado en punto honroso. | 180 |
|
| Éste que de la cárcel del olvido | ||
| sacó otra vez a Proserpina hermosa, | ||
| con que a España y al Dauro ha enriquecido, | ||
| verásle, en la contienda rigurosa | ||
| que se teme y se espera en nuestros días | 185 |
|
| (culpa de nuestra edad poco dichosa), | ||
| mostrar de su valor las lozanías; | ||
| pero ¿qué mucho, si es aquéste el docto | ||
| y grave don Francisco de Farías? | ||
| Éste, de quien yo fui siempre devoto, | 190 |
|
| oráculo y Apolo de Granada, | ||
| y aun deste clima nuestro y del remoto, | ||
| Pedro Rodríguez es. Éste es Tejada, | ||
| de altitonantes versos y sonoros, | ||
| con majestad en todo levantada. | 195 |
|
| Éste que brota versos por los poros | ||
| y halla patria y amigos dondequiera, | ||
| y tiene en los ajenos sus tesoros, | ||
| es Medinilla, el que la vez primera | ||
| cantó el Romance de la tumba escura, | 200 |
|
| entre cipreses puestos en hilera. | ||
| Éste que en verdes años se apresura | ||
| y corre al sacro lauro, es don Fernando | ||
| Bermúdez, donde vive la cordura. | ||
| Éste es aquel poeta memorando | 205 |
|
| que mostró de su ingenio la agudeza, | ||
| en las selvas de Erífile cantando. | ||
| Éste que la coluna nueva empieza, | ||
| con estos dos que con su ser convienen, | ||
| nombrarlos aun lo tengo por bajeza. | 210 |
|
| Miguel Cejudo y Miguel Sánchez vienen | ||
| juntos aquí, ¡oh par sin par!; en éstos | ||
| las sacras Musas fuerte amparo tienen; | ||
| que en los pies de sus versos bien compuestos, | ||
| llenos de erudición rara y dotrina, | 215 |
|
| al ir al grave caso serán prestos. | ||
| Este gran caballero, que se inclina | ||
| a la lección de los poetas buenos, | ||
| y al sacro monte con su luz camina, | ||
| don Francisco de Silva es por lo menos; | 220 |
|
| ¿qué será por lo más? ¡Oh edad madura | ||
| en verdes años de cordura llenos! | ||
| Don Gabriel Gómez viene aquí; segura | ||
| tiene con él Apolo la vitoria | ||
| de la canalla siempre necia y dura. | 225 |
|
| Para honor de su ingenio, para gloria | ||
| de su florida edad, para que admire | ||
| siempre de siglo en siglo su memoria, | ||
| en este gran sujeto se retire | ||
| y abrevie la esperanza deste hecho, | 230 |
|
| y Febo al gran Valdés atento mire. | ||
| Verá en él un gallardo y sabio pecho, | ||
| un ingenio sutil y levantado, | ||
| con que le deje en todo satisfecho. | ||
| Figueroa es estotro, el doctorado, | 235 |
|
| que cantó de Amarili la costancia | ||
| en dulce prosa y verso regalado. | ||
| Cuatro vienen aquí en poca distancia, | ||
| con mayúsculas letras de oro escritos, | ||
| que son del alto asumpto la importancia; | 240 |
|
| de tales cuatro, siglos infinitos | ||
| durará la memoria, sustentada | ||
| en la alta gravedad de sus escritos; | ||
| del claro Apolo la real morada, | ||
| si viniere a caer de su grandeza, | 245 |
|
| será por estos cuatro levantada; | ||
| en ellos nos cifró Naturaleza | ||
| el todo de las partes, que son dignas | ||
| de gozar celsitud, que es más que alteza. | ||
| Esta verdad, gran conde de Salinas, | 250 |
|
| bien la acreditas con tus raras obras, | ||
| que en los términos tocan de divinas. | ||
| Tú, el de Esquilache príncipe, que cobras | ||
| de día en día crédito tamaño, | ||
| que te adelantas a ti mismo y sobras, | 255 |
|
| serás escudo fuerte al grave daño | ||
| que teme Apolo, con ventajas tantas, | ||
| que no te espere el escuadrón tacaño. | ||
| Tú, conde de Saldaña, que con plantas | ||
| tiernas pisas de Pindo la alta cumbre, | 260 |
|
| y en alas de tu ingenio te levantas, | ||
| hacha has de ser de inestinguible lumbre, | ||
| que guíe al sacro monte al deseoso | ||
| de verse en él, sin que la luz deslumbre. | ||
| Tú, el de Villamediana, el más famoso | 265 |
|
| de cuantos entre griegos y latinos | ||
| alcanzaron el lauro venturoso, | ||
| cruzarás por las sendas y caminos | ||
| que al monte guían, porque más seguros | ||
| lleguen a él los simples peregrinos; | 270 |
|
| a cuya vista destos cuatro muros | ||
| de Parnaso, caerán las arrogancias | ||
| de los mancebos, sobre necios, duros. | ||
| ¡Oh cuántas y cuán graves circustancias | ||
| dijera destos cuatro, que felices | 275 |
|
| aseguran de Apolo las ganancias! | ||
| Y más, si se les llega el de Alcañices | ||
| marqués insigne, harán (puesto que hay una | ||
| en el mundo no más) cinco fenices; | ||
| cada cual de por sí será coluna | 280 |
|
| que sustente y levante el idificio | ||
| de Febo sobre el cerco de la luna. | ||
| Éste, puesto que acude al grave oficio | ||
| en que se ocupa, el lauro [y] palma lleva, | ||
| que Apolo da por honra y beneficio; | 285 |
|
| en esta ciencia es maravilla nueva, | ||
| y en la jurispericia único y raro: | ||
| su nombre es don Francisco de la Cueva. | ||
| Éste, que con Homero le comparo, | ||
| es el gran don Rodrigo de Herrera, | 290 |
|
| insigne en letras y en virtudes raro. | ||
| Éste que se le sigue es el de Vera | ||
| don Juan, que por su espada y por su pluma | ||
| le honran en la quinta y cuarta esfera. | ||
| Éste que el cuerpo y aun el alma bruma | 295 |
|
| de mil, aunque no muestra ser cristiano, | ||
| sus escritos el tiempo no consuma». | ||
| Cayóseme la lista de la mano | ||
| en este punto, y dijo el dios: «Con éstos | ||
| que has referido está el negocio llano. | 300 |
|
| Haz que con pies y pensamientos prestos | ||
| vengan aquí, donde aguardando quedo | ||
| la fuerza de tan válidos supuestos». | ||
| «Mal podrá Don Francisco de Quevedo | ||
| venir», dije yo entonces ; y él me dijo: | 305 |
|
| «Pues partirme sin él de aquí no puedo. | ||
| Ése es hijo de Apolo, ése es hijo | ||
| de Calíope Musa; no podemos | ||
| irnos sin él, y en esto estaré fijo; | ||
| es el flagelo de poetas memos, | 310 |
|
| y echará a puntillazos del Parnaso | ||
| los malos que esperamos y tenemos». | ||
| «¡Oh señor», repliqué, «que tiene el paso | ||
| corto y no llegará en un siglo entero!» | ||
| «Deso», dijo Mercurio, «no hago caso, | 315 |
|
| que el poeta que fuere caballero, | ||
| sobre una nube entre pardilla y clara | ||
| vendrá muy a su gusto caballero». | ||
| «Y el que no», pregunté, «¿qué le prepara | ||
| Apolo? ¿Qué carrozas, o qué nubes? | 320 |
|
| ¿Qué dromerio, o alfana en paso rara?» | ||
| «Mucho», me respondió, «mucho te subes | ||
| en tus preguntas; calla y obedece». | ||
| «Sí haré, pues no es infando lo que jubes». | ||
| Esto le respondí, y él me parece | 325 |
|
| que se turbó algún tanto; y en un punto | ||
| el mar se turba, el viento sopla y crece. | ||
| Mi rostro entonces, como el de un difunto | ||
| se debió de poner; y sí haría, | ||
| que soy medroso, a lo que yo barrunto. | 330 |
|
| Vi la noche mezclarse con el día; | ||
| las arenas del hondo mar alzarse | ||
| a la región del aire, entonces fría. | ||
| Todos los elementos vi turbarse: | ||
| la tierra, el agua, el aire, y aun el fuego | 335 |
|
| vi entre rompidas nubes azorarse. | ||
| Y, en medio deste gran desasosiego, | ||
| llovían nubes de poetas llenas | ||
| sobre el bajel, que se anegara luego, | ||
| si no acudieran más de mil sirenas | 340 |
|
| a dar de azotes a la gran borrasca, | ||
| que hacía el saltarel por las entenas. | ||
| Una, que ser pensé Juana la Chasca, | ||
| de dilatado vientre y luengo cuello, | ||
| pintiparado a aquel de la tarasca, | 345 |
|
| se llegó a mí, y me dijo: «De un cabello | ||
| deste bajel estaba la esperanza | ||
| colgada, a no venir a socorrello. | ||
| Traemos, y no es burla, a la Bonanza, | ||
| que estaba descuidada oyendo atenta | 350 |
|
| los discursos de un cierto Sancho Panza». | ||
| En esto, sosegóse la tormenta, | ||
| volvió tranquilo el mar, serenó el cielo, | ||
| que al regañón el céfiro le ahuyenta. | ||
| Volví la vista, y vi en ligero vuelo | 355 |
|
| una nube romper el aire claro, | ||
| de la color del condensado yelo. | ||
| ¡Oh maravilla nueva! ¡Oh caso raro! | ||
| Vilo, y he de decillo, aunque se dude | ||
| del hecho que por brújula declaro. | 360 |
|
| Lo que yo pude ver, lo que yo pude | ||
| notar fue que la nube, dividida | ||
| en dos mitades, a llover acude. | ||
| Quien ha visto la tierra prevenida | ||
| con tal disposición que, cuando llueve | 365 |
|
| (cosa ya averiguada y conocida), | ||
| de cada gota en un instante breve | ||
| del polvo se levanta o sapo o rana, | ||
| que a saltos o despacio el paso mueve, | ||
| tal se imagine ver, ¡oh soberana | 370 |
|
| virtud!, de cada gota de la nube | ||
| saltar un bulto, aunque con forma humana. | ||
| Por no creer esta verdad estuve | ||
| mil veces; pero vila con la vista, | ||
| que entonces clara y sin legañas tuve. | 375 |
|
| Eran aquestos bultos de la lista | ||
| pasada los poetas referidos, | ||
| a cuya fuerza no hay quien la resista. | ||
| Unos por hombres buenos conocidos, | ||
| otros de rumbo y hampo, y Dios es Cristo, | 380 |
|
| poquitos bien y muchos mal vestidos. | ||
| Entre ellos parecióme de haber visto | ||
| a don Antonio de Galarza el bravo, | ||
| gentilhombre de Apolo y muy bienquisto. | ||
| El bajel se llenó de cabo a cabo, | 385 |
|
| y su capacidad a nadie niega | ||
| copioso asiento, que es lo más que alabo. | ||
| Llovió otra nube al gran Lope de Vega, | ||
| poeta insigne, a cuyo verso o prosa | ||
| ninguno le aventaja, ni aun le llega. | 390 |
|
| Era cosa de ver maravillosa | ||
| de los poetas la apretada enjambre, | ||
| en recitar sus versos muy melosa: | ||
| éste muerto de sed, aquél de hambre. | ||
| Yo dije, viendo tantos, con voz alta: | 395 |
|
| «¡Cuerpo de mí con tanta poetambre!» | ||
| Por tantas sobras conoció una falta | ||
| Mercurio, y, acudiendo a remedialla, | ||
| ligero en la mitad del bajel salta; | ||
| y con una zaranda que allí halla, | 400 |
|
| no sé si antigua o si de nuevo hecha, | ||
| zarandó mil poetas de gramalla. | ||
| Los de capa y espada no desecha, | ||
| y déstos zarandó dos mil y tantos; | ||
| que fue de guilla entonces la cosecha: | 405 |
|
| colábanse los buenos y los santos, | ||
| y quedábanse arriba los granzones, | ||
| más duros en sus versos que los cantos; | ||
| y, sin que les valiesen las razones | ||
| que en su disculpa daban, daba luego | 410 |
|
| Mercurio al mar con ellos a montones. | ||
| Entre los arrojados, se oyó un ciego, | ||
| que murmurando entre las ondas iba | ||
| de Apolo con un pésete y reniego. | ||
| Un sastre, aunque en sus pies flojos estriba, | 415 |
|
| abriendo con los brazos el camino, | ||
| dijo: «¡Sucio es Apolo, así yo viva!» | ||
| Otro, que al parecer iba mohíno, | ||
| con ser un zapatero de obra prima, | 420 |
|
| dijo dos mil, no un solo desatino. | ||
| Trabaja un tundidor, suda y se anima | ||
| por verse a la ribera conducido, | ||
| que más la vida que la honra estima. | ||
| El escuadrón nadante, reducido | ||
| a la marina, vuelve a la galera | 425 |
|
| el rostro, con señales de ofendido; | ||
| y [u]no por todos dijo: «Bien pudiera | ||
| ese chocante embajador de Febo | ||
| tratarnos bien, y no desta manera. | ||
| Mas oigan lo que digo: Yo me atrevo | 430 |
|
| a profanar del monte la grandeza | ||
| con libros nuevos y en estilo nuevo». | ||
| Calló Mercurio, y a poner empieza | ||
| con gran curiosidad seis camarines, | ||
| dando a la gracia ilustre rancho y pieza. | 435 |
|
| De nuevo resonaron los clarines; | ||
| y así, Mercurio, lleno de contento, | ||
| sin darle mal agüero los delfines, | ||
| remos al agua dio, velas al viento. |