Miguel de Cervantes Saavedra [Principal| Biografía |Obras | CEC | Galería|Debates |Enlaces |Buscar | Novedades| Sugerencias |Libro de invitados | Tabla de contenidos |Universidad] |
Suele la indignación componer versos; | ||
pero si el indignado es algún tonto, | ||
ellos tendrán su todo de perversos. | ||
De mí yo no sé más sino que prompto | ||
me hallé para decir en tercia rima | 5 |
|
lo que no dijo el desterrado a Ponto; | ||
y así le dije a Delio: «No se estima, | ||
señor, del vulgo vano el que te sigue | ||
y al árbol sacro del laurel se arrima; | ||
la envidia y la ignorancia le persigue, | 10 |
|
y así, envidiado siempre y perseguido, | ||
el bien que espera por jamás consigue. | ||
Yo corté con mi ingenio aquel vestido | ||
con que al mundo la hermosa Galatea | ||
salió para librarse del olvido. | 15 |
|
Soy por quien La Confusa, nada fea, | ||
pareció en los teatros admirable, | ||
si esto a su fama es justo se le crea. | ||
Yo, con estilo en parte razonable, | ||
he compuesto comedias que en su tiempo | 20 |
|
tuvieron de lo grave y de lo afable. | ||
Yo he dado en Don Quijote pasatiempo | ||
al pecho melancólico y mohíno, | ||
en cualquiera sazón, en todo tiempo. | ||
Yo he abierto en mis Novelas un camino | 25 |
|
por do la lengua castellana puede | ||
mostrar con propiedad un desatino. | ||
Yo soy aquel que en la invención excede | ||
a muchos; y al que falta en esta parte, | ||
es fuerza que su fama falta quede. | 30 |
|
Desde mis tiernos años amé el arte | ||
dulce de la agradable poësía, | ||
y en ella procuré siempre agradarte. | ||
Nunca voló la pluma humilde mía | ||
por la región satírica: bajeza | 35 |
|
que a infames premios y desgracias guía. | ||
Yo el soneto compuse que así empieza, | ||
por honra principal de mis escritos: | ||
Voto a Dios, que me espanta esta grandeza. | ||
Yo he compuesto romances infinitos, | 40 |
|
y el de Los celos es aquel que estimo, | ||
entre otros que los tengo por malditos. | ||
Por esto me congojo y me lastimo | ||
de verme solo en pie, sin que se aplique | ||
árbol que me conceda algún arrimo. | 45 |
|
Yo estoy, cual decir suelen, puesto a pique | ||
para dar a la estampa al gran Pirsiles, | ||
con que mi nombre y obras multiplique. | ||
Yo, en pensamientos castos y sotiles, | ||
dispuestos en soneto[s] de a docena, | 50 |
|
he honrado tres sujetos fregoniles. | ||
También, al par de Filis, mi Silena | ||
resonó por las selvas, que escucharon | ||
más de una y otra alegre cantilena, | ||
y en dulces varias rimas se llevaron | 55 |
|
mis esperanzas los ligeros vientos, | ||
que en ellos y en la arena se sembraron. | ||
Tuve, tengo y tendré los pensamientos, | ||
merced al cielo que a tal bien me inclina, | ||
de toda adulación libres y esentos. | 60 |
|
Nunca pongo los pies por do camina | ||
la mentira, la fraude y el engaño, | ||
de la santa virtud total rüina. | ||
Con mi corta fortuna no me ensaño, | ||
aunque por verme en pie como me veo, | 65 |
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y en tal lugar, pondero así mi daño. | ||
Con poco me contento, aunque deseo | ||
mucho». A cuyas razones enojadas, | ||
con estas blandas respondió Timbreo: | ||
«Vienen las malas suertes atrasadas, | 70 |
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y toman tan de lejos la corriente, | ||
que son temidas, pero no escusadas. | ||
El bien les viene a algunos de repente, | ||
a otros poco a poco y sin pensallo, | ||
y el mal no guarda estilo diferente. | 75 |
|
El bien que está adquerido, conservallo | ||
con maña, diligencia y con cordura, | ||
es no menor virtud que el granjeallo. | ||
Tú mismo te has forjado tu ventura, | ||
y yo te he visto alguna vez con ella, | 80 |
|
pero en el imprudente poco dura. | ||
Mas, si quieres salir de tu querella, | ||
alegre y no confuso, y consolado, | ||
dobla tu capa y siéntate sobre ella; | ||
que tal vez suele un venturoso estado, | 85 |
|
cuando le niega sin razón la suerte, | ||
honrar más merecido que alcanzado». | ||
«Bien parece, señor, que no se advierte», | ||
le respondí, «que yo no tengo capa». | ||
Él dijo: «Aunque sea así, gusto de verte. | 90 |
|
La virtud es un manto con que tapa | ||
y cubre su indecencia la estrecheza, | ||
que esenta y libre de la envidia escapa». | ||
Incliné al gran consejo la cabeza; | ||
quedéme en pie, que no hay asiento bueno | 95 |
|
si el favor no le labra o la riqueza. | ||
Alguno murmuró, viéndome ajeno | ||
del honor que pensó se me debía, | ||
del planeta de luz y virtud lleno. | ||
En esto pareció que cobró el día | 100 |
|
un nuevo resplandor, y el aire oyóse | ||
herir de una dulcísima armonía. | ||
Y, en esto, por un lado descubrióse | ||
del sitio un escuadrón de ninfas bellas, | ||
con que infinito el rubio dios holgóse. | 105 |
|
Venía en fin y por remate dellas | ||
una resplandeciendo, como hace | ||
el sol ante la luz de las estrellas; | ||
la mayor hermosura se deshace | ||
ante ella, y ella sola resplandece | 110 |
|
sobre todas, y alegra y satisface. | ||
Bien así semejaba cual se ofrece | ||
entre líquidas perlas y entre rosas | ||
la Aurora que despunta y amanece; | ||
la rica vestidura, las preciosas | 115 |
|
joyas que la adornaban, competían | ||
con las que suelen ser maravillosas. | ||
Las ninfas que al querer suyo asistían, | ||
en el gallardo brío y bello aspecto, | ||
las artes liberales parecían; | 120 |
|
todas con amoroso y tierno afecto, | ||
con las ciencias más claras y escondidas, | ||
le guardaban santísimo respecto; | ||
mostraban que en servirla eran servidas, | ||
y que por su ocasión de todas gentes | 125 |
|
en más veneración eran tenidas. | ||
Su influjo y su reflujo las corrientes | ||
del mar y su profundo le mostraban, | ||
y el ser padre de ríos y de fuentes. | ||
Las yerbas su virtud la presentaban; | 130 |
|
los árboles, sus frutos y sus flores; | ||
las piedras, el valor que en sí encerraban. | ||
El santo amor, castísimos amores; | ||
la dulce paz, su quïetud sabrosa; | ||
la guerra amarga, todos sus rigores. | 135 |
|
Mostrábasele clara la espaciosa | ||
vía por donde el sol hace contino | ||
su natural carrera y la forzosa. | ||
La inclinación o fuerza del destino, | ||
y de qué estrellas consta y se compone, | 140 |
|
y cómo influye este planeta o signo, | ||
todo lo sabe, todo lo dispone | ||
la santa y hermosísima doncella, | ||
que admiración como alegría pone. | ||
Preguntéle al parlero si en la bella | 145 |
|
ninfa alguna deidad se disfrazaba | ||
que fuese justo el adorar en ella; | ||
porque en el rico adorno que mostraba, | ||
y en el gallardo ser que descubría, | ||
del cielo y no del suelo semejaba. | 150 |
|
«Descubres», respondió, «tu bobería; | ||
que ha que la tratas infinitos años, | ||
y no conoces que es la Poësía». | ||
«Siempre la he visto envuelta en pobres paños», | ||
le repliqué; «jamás la vi compuesta | 155 |
|
con adornos tan ricos y tamaños; | ||
parece que la he visto descompuesta, | ||
vestida de color de primavera | ||
en los días de cutio y los de fiesta». | ||
«Esta, que es la Poesía verdadera, | 160 |
|
la grave, la discreta, la elegante», | ||
dijo Mercurio, «la alta y la sincera, | ||
siempre con vestidura rozagante | ||
se muestra en cualquier acto que se halla, | ||
cuando a su profesión es importante. | 165 |
|
Nunca se inclina o sirve a la canalla | ||
trovadora, maligna y trafalmeja, | ||
que en lo que más ignora menos calla. | ||
Hay otra falsa, ansiosa, torpe y vieja, | ||
amiga de sonaja y morteruelo, | 170 |
|
que ni tabanco ni taberna deja; | ||
no se alza dos ni aun un coto del suelo, | ||
grande amiga de bodas y bautismos, | ||
larga de manos, corta de cerbelo. | ||
Tómanla por momentos parasismos; | 175 |
|
no acierta a pronunciar, y, si pronuncia, | ||
absurdos hace y forma solecismos. | ||
Baco, donde ella está, su gusto anuncia, | ||
y ella derrama en coplas el poleo, | ||
con pa y vereda, y el mastranzo y juncia. | 180 |
|
Pero aquesta que ves es el aseo, | ||
la [g]ala de los cielos y la tierra, | ||
con quien tienen las Musas su bureo; | ||
ella abre los secretos y los cierra, | ||
toca y apunta de cualquiera ciencia | 185 |
|
la superficie y lo mejor que encierra. | ||
Mira con más ahínco su presencia: | ||
verás cifrada en ella la abundancia | ||
de lo que en bueno tiene la excelencia; | ||
moran con ella en una misma estancia | 190 |
|
la divina y moral filosofía, | ||
el estilo más puro y la elegancia; | ||
puede pintar en la mitad del día | ||
la noche, y en la noche más escura | ||
el alba bella que las perlas cría; | 195 |
|
el curso de los ríos apresura, | ||
y le detiene; el pecho a furia incita, | ||
y le reduce luego a más blandura; | ||
por mitad del rigor se precipita | ||
de las lucientes armas contrapuestas, | 200 |
|
y da vitorias y vitorias quita. | ||
Verás cómo le prestan las florestas | ||
sus sombras, y sus cantos los pastores, | ||
el mal sus lutos y el placer sus fiestas, | ||
perlas el Sur, Sabea sus olores, | 205 |
|
el oro Tíbar, Hibla su dulzura, | ||
galas Milán y Lusitania amores. | ||
En fin, ella es la cifra do se apura | ||
lo provechoso, honesto y deleitable, | ||
partes con quien se aumenta la ventura. | 210 |
|
Es de ingenio tan vivo y admirable, | ||
que a veces toca en puntos que suspenden, | ||
por tener no sé qué de inescrutable. | ||
Alábanse los buenos, y se ofenden | ||
los malos con su voz, y destos tales | 215 |
|
unos la adoran, otros no la entienden. | ||
Son sus obras heroicas inmortales; | ||
las líricas, süaves de manera | ||
que vuelven en divinas las mortales. | ||
Si alguna vez se muestra lisonjera, | 220 |
|
es con tanta elegancia y artificio, | ||
que no castigo sino premio espera. | ||
Gloria de la virtud, pena del vicio | ||
son sus acciones, dando al mundo en ellas | ||
de su alto ingenio y su bondad indicio». | 225 |
|
En esto estaba, cuando por las bellas | ||
ventanas de jazmines y de rosas | ||
(que Amor estaba, a lo que entiendo, en ellas), | ||
divisé seis personas religiosas, | ||
al parecer de honroso y grave aspecto, | 230 |
|
de luengas togas, limpias y pomposas. | ||
Preguntéle a Mercurio: «¿Por qué efecto | ||
aquéllos no parecen y se encubren, | ||
y muestran ser personas de respecto?» | ||
A lo que él respondió: «No se descubren, | 235 |
|
por guardar el decoro al alto estado | ||
que tienen, y así el rostro todos cubren». | ||
«¿Quién son», le repliqué, «si es que te es dado | ||
dicirlo?» Respondióme: «No, por cierto, | ||
porque Apolo lo tiene así mandado». | 240 |
|
«¿No son poetas?» «Sí». «Pues yo no acierto | ||
a pensar por qué causa se desprecian | ||
de salir con su ingenio a campo abierto. | ||
¿Para qué se embobecen y se anecian, | ||
escondiendo el talento que da el cielo | 245 |
|
a los que más de ser suyos se precian? | ||
¡Aquí del rey! ¿Qué es esto? ¿Qué recelo | ||
o celo les impele a no mostrarse | ||
sin miedo ante la turba vil del suelo? | ||
¿Puede ninguna ciencia compararse | 250 |
|
con esta universal de la Poesía, | ||
que límites no tiene do encerrarse? | ||
Pues, siendo esto verdad, saber querría, | ||
entre los de la carda, cómo se usa | ||
este miedo, o melindre, o hipocresía. | 255 |
|
Hace monseñor versos y rehúsa | ||
que no se sepan, y él los comunica | ||
con muchos, y a la lengua ajena acusa; | ||
y más que, siendo buenos, multiplica | ||
la fama su valor, y al dueño canta | 260 |
|
con voz de gloria y de alabanza rica. | ||
¿Qué mucho, pues, si no se le levanta | ||
testimonio a un pontífice poeta, | ||
que digan que lo es? Por Dios, que espanta. | ||
Por vida de Lanfusa la discreta, | 265 |
|
que si no se me dice quién son estos | ||
togados de bonete y de muceta, | ||
que con trazas y modos descompuestos | ||
tengo de reducir a behetría | ||
estos tan sosegados y compuestos». | 270 |
|
«Por Dios», dijo Mercurio, «y a fee mía, | ||
que no puedo decirlo, y si lo digo, | ||
tengo de dar la culpa a tu porfía». | ||
«Dilo, señor, que desde aquí me obligo | ||
de no decir que tú me lo dijiste», | 275 |
|
le dije, «por la fe de buen amigo». | ||
Él dijo: «No nos cayan en el chiste, | ||
llégate a mí, dirételo al oído, | ||
pero creo que hay más de los que viste: | ||
aquél que has visto allí del cuello erguido, | 280 |
|
lozano, rozagante y de buen talle, | ||
de honestidad y de valor vestido, | ||
es el doctor Francisco Sánchez; dalle | ||
puede, cual debe, Apolo la alabanza, | ||
que pueda sobre el cielo levantalle; | 285 |
|
y aun a más su famoso ingenio alcanza, | ||
pues en las verdes hojas de sus días | ||
nos da de santos frutos esperanza. | ||
Aquél que en elevadas fantasías | ||
y en éstasis sabrosos se regala, | 290 |
|
y tanto imita las acciones mías, | ||
es el maestro Hortensio, que la gala | ||
se lleva de la más rara elocuencia | ||
que en las aulas de Atenas se señala; | ||
su natural ingenio con la ciencia | 295 |
|
y ciencias aprendidas le levanta | ||
al grado que le nombra la excelencia. | ||
Aquél de amarillez marchita y santa, | ||
que le encubre de lauro aquella rama | ||
y aquella hojosa y acopada planta, | 300 |
|
fray Juan Baptista Capataz se llama: | ||
descalzo y pobre, pero bien vestido | ||
con el adorno que le da la fama. | ||
Aquél que del rigor fiero de olvido | ||
libra su nombre con eterno gozo, | 305 |
|
y es de Apolo y las Musas bien querido, | ||
anciano en el ingenio y nunca mozo, | ||
humanista divino, es, según pienso, | ||
el insigne doctor Andrés del Pozo. | ||
Un licenciado de un ingenio inmenso | 310 |
|
es aquél, y, aunque en traje mercenario, | . |
|
como a señor le dan las Musas censo; | ||
Ramón se llama, auxilio necesario | ||
con que Delio se esfuerza y ve rendidas | ||
las obstinadas fuerzas del contrario. | 315 |
|
El otro, cuyas sienes ves ceñidas | ||
con los brazos de Dafne en triunfo honroso, | ||
sus glorias tiene en Alcalá esculpidas; | ||
en su ilustre teatro vitorioso | ||
le nombra el cisne, en canto no funesto, | 320 |
|
siempre el primero, como a más famoso; | ||
a los donaires suyos echó el resto | ||
con propriedades al gorrón debidas, | ||
por haberlos compuesto o descompuesto. | ||
Aquestas seis personas referidas, | 325 |
|
como están en divinos puestos puestas, | ||
y en sacra religión constitüidas, | ||
tienen las alabanzas por molestas | ||
que les dan por poetas, y holgarían | ||
llevar la loa sin el nombre a cuestas». | 330 |
|
«¿Por qué», le pregunté, «señor, porfían | ||
los tales a escribir y dar noticia | ||
de los versos que paren y que crían? | ||
También tiene el ingenio su codicia, | ||
y nunca la alabanza se desprecia | 335 |
|
que al bueno se le debe de justicia. | ||
Aquél que de poeta no se precia, | ||
¿para qué escribe versos y los dice? | ||
¿Por qué desdeña lo que más aprecia? | ||
Jamás me contenté ni satisfice | 340 |
|
de hipócritos melindres: llanamente | ||
quise alabanzas de lo que bien hice». | ||
«Con todo, quiere Apolo que esta gente | ||
religiosa se tenga aquí secreta», | ||
dijo el dios que presume de elocuente. | 345 |
|
Oyóse, en esto, el son de una corneta, | ||
y un «¡trapa, trapa, aparta, afuera, afuera, | ||
que viene un gallardísimo poeta!» | ||
Volví la vista y vi por la ladera | ||
del monte un postillón y un caballero | 350 |
|
correr, como se dice, a la ligera; | ||
servía el postillón de pregonero, | ||
mucho más que de guía, a cuyas voces | ||
en pie se puso el escuadrón entero. | ||
Preguntóme Mercurio: «¿No conoces | 355 |
|
quién es este gallardo, este brïoso? | ||
Imagino que ya le reconoces». | ||
«Bien sé», le respondí, «que es el famoso | ||
gran don Sancho de Leiva, cuya espada | ||
y pluma harán a Delio venturoso; | 360 |
|
venceráse sin duda esta jornada | ||
con tal socorro». Y, en el mismo instante, | ||
cosa que parecía imaginada, | ||
otro favor no menos importante | ||
para el caso temido se nos muestra, | 365 |
|
de ingenio y fuerzas y valor bastante: | ||
una tropa gentil por la siniestra | ||
parte del monte se descubre, ¡oh cielos, | ||
que dais de vuestra providencia muestra! | ||
Aquel discreto Juan de Vasconcelos | 370 |
|
venía delante en un caballo bayo, | ||
dando a las musas lusitanas celos. | ||
Tras él, el capitán Pedro Tamayo | ||
venía, y, aunque enfermo de la gota, | ||
fue al enemigo asombro, fue desmayo; | 375 |
|
que por él se vio en fuga y puesto en rota, | ||
que en los dudosos trances de la guerra | ||
su ingenio admira y su valor se nota. | ||
También llegaron a la rica tierra, | ||
puestos debajo de una blanca seña, | 380 |
|
por la parte derecha de la sierra, | ||
otros, de quien tomó luego reseña | ||
Apolo; y era dellos el primero | ||
el joven don Fernando de Lodeña, | ||
poeta primerizo, insigne empero, | 385 |
|
en cuyo ingenio Apolo deposita | ||
sus glorias para el tiempo venidero. | ||
Con majestad real, con inaudita | ||
pompa llegó, y al pie del monte para | ||
quien los bienes del monte solicita: | 390 |
|
el licenciado fue Juan de Vergara | ||
el que llegó, con quien la turba ilustre | ||
en sus vecinos miedos se repara, | ||
de Esculapio y de Apolo gloria y lustre, | ||
si no, dígalo el santo bien partido, | 395 |
|
y su fama la misma envidia ilustre. | ||
Con él, fue con aplauso recebido | ||
el docto Juan Antonio de Herrera, | ||
que puso en fil el desigual partido. | ||
¡Oh, quién con lengua en nada lisonjera, | 400 |
|
sino con puro afecto en grande exceso, | ||
dos que llegaron alabar pudiera! | ||
Pero no es de mis hombros este peso: | ||
fueron los que llegaron los famosos, | ||
los dos maestros Calvo y Valdivieso. | 405 |
|
Luego se descubrió por los undosos | ||
llanos del mar una pequeña barca | ||
impelida de remos presurosos; | ||
llegó, y al punto della desembarca | ||
el gran don Juan de Argote y de Gamboa, | 410 |
|
en compañía de don Diego Abarca, | ||
sujetos dignos de incesable loa; | ||
y don Diego Jiménez y de Anciso | ||
dio un salto a tierra desde la alta proa. | ||
En estos tres la gala y el aviso | 415 |
|
cifró cuanto de gusto en sí contienen, | ||
como su ingenio y obras dan aviso. | ||
Con Juan López del Valle otros dos vienen | ||
juntos allí, y es Pamonés el uno, | ||
con quien las Musas ojeriza tienen, | 420 |
|
porque pone sus pies por do ninguno | ||
los puso, y con sus nuevas fantasías | ||
mucho más que agradable es importuno. | ||
De lejas tierras por incultas vías | ||
llegó el bravo irlandés don Juan Bateo, | 425 |
|
Jerjes nuevo en memoria en nuestros días. | ||
Vuelvo la vista, a Mantüano veo, | ||
que tiene al gran Velasco por mecenas, | ||
y ha sido acertadísimo su empleo; | ||
dejarán estos dos en las ajenas | 430 |
|
tierras, como en las proprias, dilatados | ||
sus nombres, que tú, Apolo, así lo ordenas. | ||
Por entre dos fructíferos collados | ||
(¿habrá quien esto crea, aunque lo entienda?) | ||
de palmas y laureles coronados, | 435 |
|
el grave aspecto del abad Maluenda | ||
pareció, dando al monte luz y gloria | ||
y esperanzas de triunfo en la contienda; | ||
pero, ¿de qué enemigos la vito[r]ia | ||
no alcanzará un ingenio tan florido | 440 |
|
y una bondad tan digna de memoria? | ||
Don Antonio Gentil de Vargas, pido | ||
espacio para verte, que llegaste | ||
de gala y arte y de valor vestido; | ||
y, aunque de patria ginovés, mostraste | 445 |
|
ser en las musas castellanas docto, | ||
tanto, que al escuadrón todo admiraste. | ||
Desde el indio apartado del remoto | ||
mundo, llegó mi amigo Montesdoca, | ||
y el que anudó de Arauco el nudo roto; | 450 |
|
dijo Apolo a los dos: «A entrambos toca | ||
defender esta vuestra rica estancia | ||
de la canalla de vergüenza poca, | ||
la cual, de error armada y de arrogancia, | ||
quiere canonizar y dar renombre | 455 |
|
inmortal y divino a la ignorancia; | ||
que tanto puede la afición que un hombre | ||
tiene a sí mismo, que, ignorante siendo, | ||
de buen poeta quiere alcanzar nombre». | ||
En esto, otro milagro, otro estupendo | 460 |
|
prodigio se descubre en la marina, | ||
que en pocos versos declarar pretendo. | ||
Una nave a la tierra tan vecina | ||
llegó, que desde el sitio donde estaba | ||
se ve cuanto hay en ella y determina; | 465 |
|
de más de cuatro mil salmas pasaba | ||
(que otros suelen llamarlas toneladas), | ||
ancho de vientre y de estatura brava: | ||
así como las naves que cargadas | ||
llegan de la oriental India a Lisboa, | 470 |
|
que son por las mayores estimadas, | ||
ésta llegó desde la popa a proa | ||
cubierta de poetas, mercancía | ||
de quien hay saca en Calicut y en Goa. | ||
Tomóle al rojo dios alferecía | 475 |
|
por ver la muchedumbre impertinente | ||
que en socorro del monte le venía, | ||
y en silencio rogó devotamente | ||
que el vaso naufragase en un momento | ||
al que gobierna el húmido tridente. | 480 |
|
Uno de los del número hambriento | ||
se puso en esto al borde de la nave, | ||
al parecer mohíno y malcontento; | ||
y, en voz que ni de tierna ni süave | ||
tenía un solo adárame, gritando | 485 |
|
dijo, tal vez colérico y tal grave, | ||
lo que impaciente estuve yo escuchando, | ||
porque vi sus razones ser saetas | ||
que iban mi alma y corazón clavando. | ||
«¡Oh tú», dijo, «traidor, que los poetas | 490 |
|
canonizaste de la larga lista, | ||
por causas y por vías indirectas! | ||
¿Dónde tenías, magancés, la vista | ||
aguda de tu ingenio, que, así ciego, | ||
fuiste tan mentiroso coronista? | 495 |
|
Yo te confieso, ¡oh bárbaro!, y no niego | ||
que algunos de los muchos que escogiste | ||
sin que el respeto te forzase o el ruego, | ||
en el debido punto los pusiste; | ||
pero con los demás, sin duda alguna, | 500 |
|
pródigo de alabanzas anduviste. | ||
Has alzado a los cielos la fortuna | ||
de muchos que en el centro del olvido, | ||
sin ver la luz del sol ni de la luna, | ||
yacían; ni llamado ni escogido | 505 |
|
fue el gran Pastor de Iberia, el gran Bernardo |
que de la Vega tiene el apellido. | ||
Fuiste envidioso, descuidado y tardo, | ||
y a las Ninfas de Henares y pastores | ||
como a enemigos les tiraste un dardo; | 510 |
|
y tienes tú poetas tan peores | ||
que éstos en tu rebaño, que imagino | ||
que han de sudar si quieren ser mejores; | ||
que si este agravio no me turba el tino, | ||
siete trovistas desde aquí diviso, | 515 |
|
a quien suelen llamar de torbellino, | ||
con quien la gala, discreción y aviso | ||
tienen poco que ver, y tú los pones | ||
dos leguas más allá del Paraíso. | ||
Estas quimeras, estas invenciones | 520 |
|
tuyas te han de salir al rostro un día | ||
si más no te mesuras y compones». | ||
Esta amenaza y gran descortesía | ||
mi blando corazón llenó de miedo | ||
y dio al través con la paciencia mía. | 525 |
|
Y, volviéndome a Apolo con denuedo | ||
mayor del que esperaba de mis años, | ||
con voz turbada y con semblante acedo | ||
le dije: «Con bien claros desengaños | ||
descubro que el servirte me granjea | 530 |
|
presentes miedos de futuros daños. | ||
Haz, ¡oh señor!, que en público se lea | ||
la lista que Cilenio llevó a España, | ||
porque mi culpa poca aquí se vea. | ||
Si tu deidad en escoger se engaña, | 535 |
|
y yo sólo aprobé lo que él me dijo, | ||
¿por qué este simple contra mí se ensaña? | ||
Con justa causa y con razón me aflijo | ||
de ver cómo estos bárbaros se inclinan | ||
a tenerme en temor duro y prolijo: | 540 |
|
unos, porque los puse me abominan; | ||
otros, porque he dejado de ponellos | ||
de darme pesadumbre determinan. | ||
Yo no sé cómo me avendré con ellos: | ||
los puestos se lamentan, los no puestos | 545 |
|
gritan, yo tiemblo déstos y de aquéllos. | ||
Tú, señor, que eres dios, dales los puestos | ||
que piden sus ingenios; llama y nombra | ||
los que fueren más hábiles y prestos. | ||
[Y], porque el turbio miedo que me asombra | 550 |
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no me acabe, acabada esta contienda, | ||
cúbreme con tu mano y con tu sombra, | ||
o ponme una señal por do se entienda | ||
que soy hechura tuya y de tu casa, | ||
y así no habrá ninguno que me ofenda». | 555 |
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«Vuelve la vista y mira lo que pasa», | ||
fue de Apolo enojado la respuesta, | ||
que ardiendo en ira el corazón se abrasa. | ||
Volvíla, y vi la más alegre fiesta, | ||
y la más desdichada y compasiva | 560 |
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que el mundo vio, ni aun la verá cual ésta. | ||
Mas no se espere que yo aquí la escriba, | ||
sino en la parte quinta, en quien espero | ||
cantar con voz tan entonada y viva, | ||
que piensen que soy cisne y que me muero. | 565 |