Miguel de Cervantes Saavedra [Principal| Biografía |Obras | CEC | Galería|Debates |Enlaces |Buscar | Novedades| Sugerencias |Libro de invitados | Tabla de contenidos |Universidad] |
De una de tres causas los ensueños | ||
se causan, o los sueños, que este nombre | ||
les dan los que del bien hablar son dueños; | ||
primera, de las cosas de que el hombre | ||
trata más de ordinario; la segunda | 5 |
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quiere la medicina que se nombre | ||
del humor que en nosotros más abunda; | ||
toca en revelaciones la tercera, | ||
que en nu[e]stro bien más que las dos redunda. | ||
Dormí, y soñé, y el sueño la primera | 10 |
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causa le dio principio suficiente | ||
a mezclar el ahíto y la dentera. | ||
Sueña el enfermo, a quien la fiebre ardiente | ||
abrasa las entrañas, que en la boca | ||
tiene de las que ha visto alguna fuente, | 15 |
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y el labio al fugitivo cristal toca, | ||
y el dormido consuelo imaginado | ||
crece el deseo, y no la sed apoca. | ||
Pelea el valentísimo soldado | ||
dormido casi al modo que despierto | 20 |
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se mostró en el combate fiero armado. | ||
Acude el tierno amante a su concierto, | ||
y en la imaginación, dormido, llega, | ||
sin padecer borrasca, a dulce puerto. | ||
El corazón el avariento entrega | 25 |
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en la mitad del sueño a su tesoro, | ||
que el alma en todo tiempo no le niega. | ||
Yo, que siempre guardé el común decoro | ||
en las cosas dormidas y despiertas, | ||
pues no soy troglodita ni soy moro, | 30 |
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de par en par del alma abrí las puertas, | ||
y dejé entrar al sueño por los ojos | ||
con premisas de gloria y gusto ciertas. | ||
Gocé durmiendo cuatro mil despojos | ||
(que los conté sin que faltase alguno) | 35 |
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de gustos que acudieron a manojos; | ||
el tiempo, la ocasión, el oportuno | ||
lugar correspondían al efecto, | ||
juntos y por sí solo cada uno. | ||
Dos horas dormí y más a lo discreto, | 40 |
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sin que imaginaciones ni vapores | ||
el celebro tuviesen inquïeto; | ||
la suelta fantasía entre mil flores | ||
me puso de un pradillo, que exhalaba | ||
de Pancaya y Sabea los olores; | 45 |
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el agradable sitio se llevaba | ||
tras sí la vista, que, durmiendo, viva | ||
mucho más que despierta se mostraba. | ||
Palpable vi..., mas no sé si lo escriba, | ||
que a las cosas que tienen de imposibles | 50 |
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siempre mi pluma se ha mostrado esquiva; | ||
las que tienen vislumbre de posibles, | ||
de dulces, de süaves y de ciertas, | ||
esplican mis borrones apacibles. | ||
Nunca a disparidad abre las puertas | 55 |
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mi corto ingenio, y hállalas contino | ||
de par en par la consonancia abiertas. | ||
¿Cómo pueda agradar un desatino, | ||
si no es que de propósito se hace, | ||
mostrándole el donaire su camino? | 60 |
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Que entonces la mentira satisface | ||
cuando verdad parece y está escrita | ||
con gracia, que al discreto y simple aplace. | ||
Digo, volviendo al cuento, que infinita | ||
gente vi discurrir por aquel llano, | 65 |
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con algazara placentera y grita; | ||
con hábito decente y cortesano | ||
algunos, a quien dio la hipocresía | ||
vestido pobre, pero limpio y sano; | ||
otros, de la color que tiene el día | 70 |
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cuando la luz primera se aparece | ||
entre las trenzas de la Aurora fría. | ||
La varïada primavera ofrece | ||
de sus varias colores la abundancia, | ||
con que a la vista el gusto alegre crece; | 75 |
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la prodigalidad, la exorbitancia | ||
campean juntas por el verde prado | ||
con galas que descubren su ignorancia. | ||
En un trono, del suelo levantado, | ||
do el arte a la materia se adelanta, | 80 |
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puesto que de oro y de marfil labrado, | ||
una doncella vi, desde la planta | ||
del pie hasta la cabeza así adornada, | ||
que el verla admira y el oírla encanta. | ||
Estaba en él con majestad sentada, | 85 |
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giganta al parecer en la estatura, | ||
pero, aunque grande, bien proporcionada; | ||
parecía mayor su hermosura | ||
mirada desde lejos, y no tanto | ||
si de cerca se ve su compostura. | 90 |
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Lleno de admiración, colmo de espanto, | ||
puse en ella los ojos, y vi en ella | ||
lo que en mis versos desmayados canto. | ||
Yo no sabré afirmar si era doncella, | ||
aunque he dicho que sí, que en estos casos | 95 |
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la vista más aguda se atropella: | ||
son, por la mayor parte, siempre escasos | ||
de razón los juïcios maliciosos | ||
en juzgar rotos los enteros vasos. | ||
Altaneros sus ojos y amorosos | 100 |
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se mostraban con cierta mansedumbre, | ||
que los hacía en todo estremo hermosos; | ||
ora fuese artificio, ora costumbre, | ||
los rayos de su luz tal vez crecían, | ||
y tal vez daban encogida lumbre. | 105 |
|
Dos ninfas a sus lados asistían, | ||
de tan gentil donaire y apariencia, | ||
que, miradas, las almas suspendían; | ||
de la del alto trono en la presencia | ||
desplegaban sus labios en razones | 110 |
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ricas en suavidad, pobres en ciencia; | ||
levantaban al cielo sus blasones, | ||
que estaban, por ser pocos o ningunos, | ||
escritos del olvido en los borrones; | ||
al dulce murmurar, al oportuno | 115 |
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razonar de las dos, la del asiento | ||
que en belleza jamás le igualó alguno, | ||
luego se puso en pie, y en un momento, | ||
me pareció que dio con la cabeza | ||
más allá de las nubes, y no miento; | 120 |
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y no perdió por esto su belleza; | ||
antes, mientras más grande, se mostraba | ||
igual su perfección a su grandeza; | ||
los brazos de tal modo dilataba, | ||
que de do nace a donde muere el día | 125 |
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los opuestos estremos alcanzaba; | ||
la enfermedad llamada hidropesía | ||
así le hincha el vientre, que parece | ||
que todo el mar caber en él podía; | ||
al modo destas partes, así crece | 130 |
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toda su compostura; y no por esto, | ||
cual dije, su hermosura desfallece. | ||
Yo, atónito, esperaba ver el resto | ||
de tan grande prodigio, y diera un dedo | ||
por saber la verdad segura y presto. | 135 |
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Uno, y no sabré quién, bien claro y quedo | ||
al oído me habló, y me dijo: «Espera, | ||
que yo decirte lo que quieres puedo. | ||
Ésta que vees, que crece de manera | ||
que apenas tiene ya lugar do quepa, | 140 |
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y aspira en la grandeza a ser primera; | ||
ésta que por las nubes sube y trepa | ||
hasta llegar al cerco de la luna | ||
(puesto que el modo de subir no sepa), | ||
es la que, confiada en su fortuna, | 145 |
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piensa tener de la inconstante rueda | ||
el eje quedo y sin mudanza alguna. | ||
Ésta que no halla mal que le suceda, | ||
ni le teme, atrevida y arrogante, | ||
pródiga siempre, venturosa y leda, | 150 |
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es la que con disignio extravagante | ||
dio en crecer poco a poco hasta ponerse, | ||
cual ves, en estatura de gigante. | ||
No deja de crecer por no atreverse | ||
a emprender las hazañas más notables, | 155 |
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adonde puedan sus estremos verse. | ||
¿No has oído decir los memorables | ||
arcos, anfiteatros, templos, baños, | ||
termas, pórticos, muros admirables, | ||
que, a pesar y despecho de los años, | 160 |
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aún duran sus reliquias y entereza, | ||
haciendo al tiempo y a la muerte engaños?» | ||
«Yo», respondí por mí, «ninguna pieza | ||
de esas que has dicho, dejo de tenella | ||
clavada y remachada en la cabeza: | 165 |
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tengo el sepulcro de la viuda bella | ||
y el Coloso de Rodas allí junto, | ||
y la lanterna que sirvió de estrella. | ||
Pero vengamos de quién es al punto | ||
ésta, que lo deseo». «Haráse luego», | 170 |
|
me respondió la voz en bajo punto. | ||
Y prosiguió diciendo: «A no estar ciego, | ||
hubieras visto ya quién es la dama; | ||
pero, en fin, tienes el ingenio lego. | ||
Ésta que hasta los cielos se encarama, | 175 |
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preñada, sin saber cómo, del viento, | ||
es hija del Deseo y de la Fama. | ||
Ésta fue la ocasión y el instrumento, | ||
el todo y parte de que el mundo viese | ||
no siete maravillas, sino ciento. | 180 |
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(Corto número es ciento; aunque dijese | ||
cien mil y más millones, no imagines | ||
que en la cuenta del número excediese). | ||
Ésta condujo a memorables fines | ||
edificios que asientan en la tierra | 185 |
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y tocan de las nubes los confines. | ||
Ésta tal vez ha levantado guerra | ||
donde la paz süave reposaba, | ||
que en límites estrechos no se encierra. | ||
Cuando Mucio en las llamas abrasaba | 190 |
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el atrevido fuerte brazo y fiero, | ||
ésta el incendio horrible resfriaba; | ||
ésta arrojó al romano caballero | ||
en el abismo de la ardiente cueva, | ||
de limpio armado y de luciente acero; | 195 |
|
ésta tal vez con maravilla nueva, | ||
de su ambiciosa condición llevada, | ||
mil imposibles atrevida prueba. | ||
Desde la ardiente Libia hasta la helada | ||
Citia, lleva la fama su memoria, | 200 |
|
en grandïosas obras dilatada. | ||
En fin, ella es la altiva Vanagloria, | ||
que en aquellas hazañas se entremete | ||
que llevan de los siglos la vitoria. | ||
Ella misma a sí misma se promete | 205 |
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triunfos y gustos, sin tener asida | ||
a la calva Ocasión por el copete. | ||
Su natural sustento, su bebida, | ||
es aire, y así crece en un instante | ||
tanto, que no hay medida a su medida. | 210 |
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Aquellas dos del plácido semblante | ||
que tiene a sus dos lados, son aquellas | ||
que sirven a su máquina de Atlante. | ||
Su delicada voz, sus luces bellas, | ||
su humildad aparente, y las lozanas | 215 |
|
razones, que el amor se cifra en ellas, | ||
las hacen más divinas que no humanas, | ||
y son (con paz escucha y con paciencia) | ||
la Adulación y la Mentira, hermanas. | ||
Éstas están contino en su presencia, | 220 |
|
palabras ministrándola al oído | ||
que tienen de prudentes apariencia. | ||
Y ella, cual ciega del mejor sentido, | ||
no ve que entre las flores de aquel gusto | ||
el áspid ponzoñoso está escondido. | 225 |
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Y así, arrojada con deseo injusto, | ||
en cristalino vaso prueba y bebe | ||
el veneno mortal, sin ningún susto. | ||
Quien más presume de advertido, pr[u]ebe | ||
a dejarse adular, verá cuán presto | 230 |
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pasa su gloria como el viento leve». | ||
Esto escuché, y en escuchando aquesto, | ||
dio un estampido tal la Gloria vana, | ||
que dio a mi sueño fin dulce y molesto. | ||
Y en esto descubrióse la mañana, | 235 |
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vertiendo perlas y esparciendo flores, | ||
lozana en vista y en virtud lozana: | ||
los dulces pequeñuelos ruiseñores, | ||
con cantos no aprendidos, le decían, | ||
enamorados della, mil amores; | 240 |
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los silgueros el canto repetían, | ||
y las diestras calandrias entonaban | ||
la música que todos componían. | ||
Unos del escuadrón priesa se daban | ||
porque no los hallase el dios del día | 245 |
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en los forzosos actos en que estaban. | ||
Y luego se asomó su señoría, | ||
con una cara de tudesco roja, | ||
por los balcones de la Aurora fría, | ||
en parte gorda, en parte flaca y floja, | 250 |
|
como quien teme el esperado trance | ||
donde verse vencido se le antoja. | ||
En propio toledano y buen romance | ||
les dio los buenos días cortésmente, | ||
y luego se aprestó al forzoso lance; | 255 |
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y encima de un peñasco puesto enfrente | ||
del escuadrón, con voz sonora y grave | ||
esta oración les hizo de repente: | ||
«¡Oh espíritus felices, donde cabe | ||
la gala del decir, la sutileza | 260 |
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de la ciencia más docta que se sabe; | ||
donde en su propia natural belleza | ||
asiste la hermosa Poesía | ||
entera de los pies a la cabeza! | ||
No consintáis, por vida vuestra y mía | 265 |
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(mirad con qué llaneza Apolo os habla), | ||
que triunfe esta canalla que porfía. | ||
Esta canalla, digo, que se endiabla, | ||
que, por darles calor su muchedumbre, | ||
ya su ruina, o ya la nuestra entabla. | 270 |
|
Vosotros, de mis ojos gloria y lumbre, | ||
faroles do mi luz de asiento mora, | ||
ya por naturaleza o por costumbre, | ||
¿habéis de consentir que esta embaidora, | ||
hipócrita gentalla se me atreva, | 275 |
|
de tantas necedades inventora? | ||
Haced famosa y memorable prueba | ||
de vuestro gran valor en este hecho, | ||
que a su castigo y vuestra gloria os lleva. | ||
De justa indignación armad el pecho, | 280 |
|
acometed intrépidos la turba, | ||
ociosa, vagamunda y sin provecho. | ||
No se os dé nada, no se os dé una burba | ||
(moneda berberisca, vil y baja) | ||
de aquesta gente que la paz nos turba. | 285 |
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El son de más de una templada caja, | ||
y el del pífaro triste, y la trompeta, | ||
que la cólera sube y flema abaja, | ||
así os incite con virtud secreta, | ||
que despierte los ánimos dormidos | 290 |
|
en la fación que tanto nos aprieta. | ||
Ya retumba, ya llega a mis oídos | ||
del escuadrón contrario el rumor grande, | ||
formado de confusos alaridos; | ||
ya es menester, sin que os lo ruegue o mande, | 295 |
|
que cada cual, como guerrero experto, | ||
sin que por su capricho se desmande, | ||
la orden guarde y militar concierto, | ||
y acuda a su deber como valiente | ||
hasta quedar o vencedor o muerto. | 300 |
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En esto, por la parte de poniente | ||
pareció el escuadrón casi infinito | ||
de la bárbara, ciega y pobre gente. | ||
Alzan los nuestros al momento un grito | ||
alegre, y no medroso; y gritan: «¡Arma!» | 305 |
|
«¡Arma!» resuena todo aquel distrito; | ||
y, aunque mueran, correr quieren al arma. |