| Miguel de Cervantes Saavedra [Principal| Biografía |Obras | CEC | Galería|Debates |Enlaces |Buscar | Novedades| Sugerencias |Libro de invitados | Tabla de contenidos |Universidad] |
| Tú, belígera musa, tú, que tienes | ||
| la voz de bronce y de metal la lengua, | ||
| cuando a cantar del fiero Marte vienes; | ||
| tú, por quien se aniquila siempre y mengua | ||
| el gran género humano; tú, que puedes | 5 |
|
| sacar mi pluma de ignorancia y mengua; | ||
| tú, mano rota y larga de mercedes, | ||
| digo en hacellas, una aquí te pido, | ||
| que no hará que menos rica quedes. | ||
| La soberbia y maldad, el atrevido | 10 |
|
| intento de una gente malmirada, | ||
| ya se descubre con mortal ruïdo. | ||
| Dame una voz al caso acomodada, | ||
| una sutil y bien cortada pluma, | ||
| no de afición ni de pasión llevada, | 15 |
|
| para que pueda referir en suma, | ||
| con purísimo y nuevo sentimiento, | ||
| con verdad clara y entereza suma, | ||
| el contrapuesto y desigual intento | ||
| de uno y otro escuadrón, que, ardiendo en ira, | 20 |
|
| sus banderas descoge al vago viento. | ||
| El del bando católico, que mira | ||
| al falso y grande al pie del monte puesto, | ||
| que de subir al alta cumbre aspira; | ||
| con paso largo y ademán compuesto, | 25 |
|
| todo el monte coronan, y se ponen | ||
| a la furia, que en loca ha echado el resto; | ||
| las ventajas tantean, y disponen | ||
| los ánimos valientes al asalto, | ||
| en quien su gloria y su venganza ponen; | 30 |
|
| de rabia lleno y de paciencia falto, | ||
| Apolo su bellísimo estandarte | ||
| mandó al momento levantar en alto; | ||
| arbolóle un marqués, que el proprio Marte | ||
| su brïosa presencia representa | 35 |
|
| naturalmente, sin industria y arte; | ||
| poeta celebérrimo y de cuenta, | ||
| por quien y en quien Apolo soberano | ||
| su gloria y gusto y su valor aumenta. | ||
| Era la insinia un cisne hermoso y cano, | 40 |
|
| tan al vivo pintado, que dijeras | ||
| la voz despide alegre al aire vano; | ||
| siguen al estandarte sus banderas, | ||
| de gallardos alféreces llevadas, | ||
| honrosas por no estar todas enteras. | 45 |
|
| Las cajas a lo bélico templadas | ||
| al mílite más tardo vuelven presto, | ||
| de voces de metal acompañadas. | ||
| Jerónimo de Mora llegó en esto, | ||
| pintor excelentísimo y poeta: | 50 |
|
| Apeles y Virgilio en un supuesto; | ||
| y con la autoridad de una jineta | ||
| (que de ser capitán le daba nombre) | ||
| al caso acude y a la turba aprieta. | ||
| Y, porque más se turbe y más se asombre, | 55 |
|
| el enemigo desigual y fiero, | ||
| llegó el gran Biedma, de inmortal renombre; | ||
| y con él Gaspar de Ávila, primero | ||
| secuaz de Apolo, a cuyo verso y pluma | ||
| Iciar puede envidiar, temer Sincero. | 60 |
|
| Llegó Juan de Meztanza, cifra y suma | ||
| de tanta erudición, donaire y gala, | ||
| que no hay muerte ni edad que la consuma. | ||
| Apolo le arrancó de Guatimala, | ||
| y le trujo en su ayuda para ofensa | 65 |
|
| de la canalla en todo estremo mala. | ||
| Hacer milagros en el trance piensa | ||
| Cepeda, y acompáñale Mejía, | ||
| poetas dignos de alabanza inmensa. | ||
| Clarísimo esplendor de Andalucía | 70 |
|
| y de la Mancha, el sin igual Galindo | ||
| llegó con majestad y bizarría. | ||
| De la alta cumbre del famoso Pindo | ||
| bajaron tres bizarros lusitanos, | ||
| a quien mis alabanzas todas rindo, | 75 |
|
| con prestos pies y con valientes manos, | ||
| con Fernando Correa de la Cerda, | ||
| pisó Rodríguez Lobo monte y llanos; | ||
| y porque Febo su razón no pierda, | ||
| el grande don Antonio de Ataíde | 80 |
|
| Ilegó con furia alborotada y cuerda. | ||
| Las fuerzas del contrario ajusta y mide | ||
| con las suyas Apolo, y determina | ||
| dar la batalla, y la batalla pide. | ||
| El ronco son de más de una bocina, | 85 |
|
| instrumento de caza y de la guerra, | ||
| de Febo a los oídos se avecina; | ||
| tiembla debajo de los pies la tierra | ||
| de infinitos poetas oprimida, | ||
| que dan asalto a la sagrada sierra. | 90 |
|
| El fiero general de la atrevida | ||
| gente, que trae un cuervo en su estandarte, | ||
| es Arbolánchez, muso por la vida. | ||
| Puestos estaban en la baja parte | ||
| y en la cima del monte, frente a frente, | 95 |
|
| los campos, de quien tiembla el mismo Marte, | ||
| cuando una al parecer discreta gente | ||
| del católico bando al enemigo | ||
| se pasó, como en número de veinte. | ||
| Yo con los ojos su carrera sigo, | 100 |
|
| y, viendo el paradero de su intento, | ||
| con voz turbada al sacro Apolo digo: | ||
| «¿Qué prodigio es aquéste? ¿Qué portento? | ||
| O, por mejor decir: ¿Qué mal agüero, | ||
| que así me corta el brío y el aliento? | 105 |
|
| Aquel tránsfuga que partió primero, | ||
| no sólo por poeta le tenía, | ||
| pero también por bravo churrullero; | ||
| aquel ligero que tras él corría, | ||
| en mil corrillos en Madrid le he visto | 110 |
|
| tiernamente hablar en la poesía; | ||
| aquel tercero que partió tan listo, | ||
| por satírico, necio y por pesado | ||
| sé que de todos fue siempre malquisto. | ||
| No puedo imaginar cómo ha llevado | 115 |
|
| Mercurio estos poetas en su lista». | ||
| «Yo fui», respondió Apolo, «el engañado; | ||
| que de su ingenio la primera vista | ||
| indicios descubrió que serían buenos | ||
| para facilitar esta conquista». | 120 |
|
| «Señor», repliqué yo, «creí que ajenos | ||
| eran de las deidades los engaños; | ||
| digo, engañarse en poco más ni menos; | ||
| la prudencia, que nace de los años | ||
| y tiene por maestra la esperiencia, | 125 |
|
| es la deidad que advierte destos daños». | ||
| Apolo respondió: «Por mi conciencia, | ||
| que no te entiendo», algo turbado y triste | ||
| por ver de aquellos veinte la insolencia. | ||
| Tú, sardo militar, Lofraso, fuiste | 130 |
|
| uno de aquellos bárbaros corrientes | ||
| que del contrario el número creciste. | ||
| Mas no por esta mengua los valientes | ||
| del escuadrón católico temieron, | ||
| poetas madrigados y excelentes; | 135 |
|
| antes, tanto coraje concibieron | ||
| contra los fugitivos corredores, | ||
| que riza en ellos y matanza hicieron. | ||
| ¡Oh falsos y malditos trovadores, | ||
| que pasáis plaza de poetas sabios, | 140 |
|
| siendo la hez de los que son peores: | ||
| entre la lengua, paladar y labios | ||
| anda contino vuestra poesía, | ||
| haciendo a la virtud cien mil agravios! | ||
| Poetas de atrevida hipocresía, | 145 |
|
| esperad, que de vuestro acabamiento | ||
| ya se ha llegado el temeroso día. | ||
| De las confusas voces el concento | ||
| confuso por el aire resonaba, | ||
| de espesas nubes condensando el viento. | I50 |
|
| Por la falda del monte gateaba | ||
| una tropa poética, aspirando | ||
| a la cumbre, que bien guardada estaba; | ||
| hacían hincapié de cuando en cuando, | ||
| y con hondas de estallo y con ballestas | 155 |
|
| iban libros enteros disparando; | ||
| no del plomo encendido las funestas | ||
| balas pudieran ser dañosas tanto, | ||
| ni al disparar pudieran ser más prestas. | ||
| Un libro mucho más duro que un canto | 160 |
|
| a Jusepe de Vargas dio en las sienes, | ||
| causándole terror, grima y espanto. | ||
| Gritó, y dijo a un soneto: «Tú, que vienes | ||
| de satírica pluma disparado, | ||
| ¿por qué el infame curso no detienes?» | 165 |
|
| Y, cual perro con piedras irritado, | ||
| que deja al que las tira y va tras ellas, | ||
| cual si fueran la causa del pecado, | ||
| entre los dedos de sus manos bellas | ||
| hizo pedazos al soneto altivo, | 170 |
|
| que amenazaba al sol y a las estrellas. | ||
| Y díjole Cilenio: «¡Oh rayo vivo | ||
| donde la justa indignación se muestra | ||
| en un grado y valor superlativo, | ||
| la espada toma en la temida diestra, | 175 |
|
| y arrójate valiente y temerario | ||
| por esta parte, que el peligro adiestra!» | ||
| En esto, del tamaño de un breviario | ||
| volando un libro por el aire vino, | ||
| de prosa y verso, que arrojó el contrario; | 180 |
|
| de verso y prosa el puro desatino | ||
| nos dio a entender que de Arbolanches eran | ||
| las Habidas, pesadas de contino. | ||
| Unas Rimas llegaron que pudieran | ||
| desbaratar el escuadrón cristiano | 185 |
|
| si acaso vez segunda se imprimieran. | ||
| Dióle a Mercurio en la derecha mano | ||
| una sátira antigua licenciosa, | ||
| de estilo agudo, pero no muy sano. | ||
| De una intricada y mal compuesta prosa, | 190 |
|
| de un asumpto sin jugo y sin donaire, | ||
| cuatro novelas disparó Pedrosa. | ||
| Silbando recio y desgarrando el aire, | ||
| otro libro llegó de Rimas solas, | ||
| hechas al parecer como al desgaire. | 195 |
|
| Viólas Apolo, y dijo, cuando viólas: | ||
| «Dios perdone a su autor, y a mí me guarde | ||
| de algunas Rimas sueltas españolas». | ||
| Llegó el Pastor de Iberia, aunque algo tarde, | ||
| y derribó catorce de los nuestros | 200 |
|
| haciendo de su ingenio y fuerza alarde; | ||
| pero dos valerosos, dos maestros, | ||
| dos lumbreras de Apolo, dos soldados, | ||
| únicos en hablar y en obrar diestros, | ||
| del monte puestos en opuestos lados, | 205 |
|
| tanto apretaron a la turbamulta, | ||
| que volvieron atrás los encumbrados. | ||
| Es Gregorio de Angulo el que sepulta |
| la canalla, y con él Pedro de Soto, | |||||
| de prodigioso ingenio y vena culta. | 210 |
||||
| Doctor aquél, estotro único y docto | |||||
| licenciado, de Apolo ambos secuaces, | |||||
| con raras obras y ánimo devoto. | |||||
| Las dos contrarias indignadas haces | |||||
| ya miden las espadas, ya se cierran, | 215 |
||||
| duras en su tesón y pertinaces; | |||||
| con los dientes se muerden, y se aferran | |||||
| con las garras, las fieras imitando, | |||||
| que toda pïedad de sí destierran. | |||||
| Haldeando venía y trasudando | 220 |
||||
| el autor de La Pícara Justina, | |||||
| capellán lego del contrario bando; | |||||
| y cual si fuera de una culebrina, | |||||
| disparó de sus manos su librazo, | |||||
| que fue de nuestro campo la rüina. | 225 |
||||
| Al buen Tomás Gracián mancó de un brazo, | |||||
| a Medinilla derribó una muela | |||||
| y le llevó de un muslo un gran pedazo. | |||||
| Una despierta nuestra centinela | |||||
| gritó: «¡Todos abajen la cabeza, | 230 |
||||
| que dispara el contrario otra novela!» | |||||
| Dos pelearon una larga pieza, | |||||
| y el uno al otro con instancia loca, | |||||
| de un envión, con arte y con destreza, | |||||
| seis seguidillas le encajó en la boca, | 235 |
||||
| con que le hizo vomitar el alma, | |||||
| que salió libre de su estrecha roca. | |||||
| De la furia el ardor, del sol la calma | |||||
| tenía en duda de una y otra parte | |||||
| la vencedora y pretendida palma. | 240 |
||||
| Del cuervo, en esto, el lóbrego estandarte | |||||
| cede al del cisne, porque vino al suelo, | |||||
| pasado el corazón de parte a parte; | |||||
| su alférez, que era un andaluz mozuelo, | |||||
| trovador repentista, que subía | 245 |
||||
| con la soberbia más allá del cielo; | |||||
| helósele la sangre que tenía; | |||||
| murióse, cuando vio que muerto estaba, | |||||
| la turba, pertinaz en su porfía. | |||||
| Puesto que ausente el gran Lupercio estaba, | 250 |
||||
| con un solo soneto suyo hizo | |||||
| lo que de su grandeza se esperaba: | |||||
| descuadernó, desencajó, deshizo | |||||
| del opuesto escuadrón catorce hileras, | |||||
| dos crïollos mató, hirió un mestizo. | 255 |
||||
| De sus sabrosas burlas y sus veras | |||||
| el magno cordobés un cartapacio | |||||
| disparó, y aterró cuatro banderas. | |||||
| Daba ya indicios de cansado y lacio | |||||
| el brío de la bárbara canalla, | 260 |
||||
| peleando más flojo y más despacio; | |||||
| mas renovóse la fatal batalla, | |||||
| mezclándose los unos con los otros; | |||||
| ni vale arnés, ni presta dura malla. | |||||
| Cinco melifluos sobre cinco potros | 265 |
||||
| llegaron, y embistieron por un lado, | |||||
| y lleváronse cinco de nosotros; | |||||
| cada cual como moro atavïado, | |||||
| con más letras y cifras que una carta | |||||
| de príncipe enemigo y recatado. | 270 |
||||
| De romances moriscos una sarta, | |||||
| cual si fuera de balas enramadas, | |||||
| llega con furia y con malicia harta; | |||||
| y, a no estar dos escuadras avisadas | |||||
| de las nuestras, del recio tiro y presto | 275 |
||||
| era fuerza quedar desbaratadas. | |||||
| Quiso Apolo, indignado, echar el resto | |||||
| de su poder y de su fuerza sola, | |||||
| y dar al enemigo fin molesto, | |||||
| y una sacra canción, donde acrisola | 280 |
||||
| su ingenio, gala, estilo y bizarría | |||||
| Bartolomé Leonardo de Argensola, | |||||
| cual si fuera un petarte, Apolo envía | |||||
| adonde está el tesón más apretado, | |||||
| más dura y más furiosa la porfia. | 285 |
||||
| Cuando me paro a contemplar mi estado, | |||||
| comienza la canción que Apolo pone | |||||
| en el lugar más noble y levantado. | |||||
| Todo lo mira, todo lo dispone | |||||
| con ojos de Argos; manda, quita y veda, | 290 |
||||
| y del contrario a todo ardid se opone. | |||||
| Tan mezclados están, que no hay quien pueda | |||||
| discernir cuál es malo o cuál es bueno, | |||||
| cuál es garcilasista o timoneda. | ||
| Pero un mancebo, de ignorancia ajeno, | 295 |
|
| grande escudriñador de toda historia, | ||
| rayo en la pluma y en la voz un trueno, | ||
| llegó, tan rica el alma de memoria, | ||
| de sana voluntad y entendimiento, | ||
| que fue de Febo y de las Musas gloria; | 300 |
|
| con éste aceleróse el vencimiento, | ||
| porque supo decir: «Éste merece | ||
| gloria, pero aquél no, sino tormento». | ||
| Y, como ya con distinción parece | ||
| el justo y el injusto combatiente, | 305 |
|
| el gusto al peso de la pena crece. | ||
| Tú, Pedro Mantüano el excelente, | ||
| fuiste quien distinguió de la confusa | ||
| máquina el que es cobarde del valiente. | ||
| Julián de Almendárez no rehúsa, | 310 |
|
| puesto que llegó tarde, en dar socorro | ||
| al rubio Delio con su ilustre musa. | ||
| Por las rucias que peino, que me corro | ||
| de ver que las comedias endiabladas | ||
| por divinas se pongan en el corro; | 315 |
|
| y, a pesar de las limpias y atildadas | ||
| del cómico mejor de nuestra Hesperia, | ||
| quieren ser conocidas y pagadas. | ||
| Mas no ganaron mucho en esta feria, | ||
| porque es discreto el vulgo de la Corte, | 320 |
|
| aunque le toca la común miseria. | ||
| De llano no le deis, dadle de corte, | ||
| estancias polifemas, al poeta | ||
| que no os tuviere por su guía y norte. | ||
| Inimitables sois, y a la discreta | 325 |
|
| gala que descubrís en lo escondido, | ||
| toda elegancia puede estar sujeta. | ||
| Con estas municiones el partido | ||
| nuestro se mejoró de tal manera, | ||
| que el contrario se tuvo por vencido. | 330 |
|
| Cayó su presunción soberbia y fiera, | ||
| derrúmbanse del monte abajo cuantos | ||
| presumieron subir por la ladera. | ||
| La voz prolija de sus roncos cantos | ||
| el mal suceso con rigor la vuelve | 335 |
|
| en interrotos y funestos llantos. | ||
| Tal hubo, que cayendo se resuelve | ||
| de asirse de una zarza o cabrahígo, | ||
| y en llanto, a lo de Ovidio, se disuelve. | ||
| Cuatro se arracimaron a un quejigo | 340 |
|
| como enjambre de abejas desmandada, | ||
| y le estimaron por el lauro amigo. | ||
| Otra cuadrilla, virgen por la espada, | ||
| y adúltera de lengua, dio la cura | ||
| a sus pies, de su vida almidonada. | 345 |
|
| Bartolomé llamado de Segura | ||
| el toque casi fue del vencimiento: | ||
| tal es su ingenio y tal es su cordura. | ||
| Resonó en esto por el vago viento | ||
| la voz de la vitoria, repetida | 350 |
|
| del número escogido en claro acento. | ||
| La miserable, la fatal caída, | ||
| de las Musas del limpio Tagarete | ||
| fue largos siglos con dolor plañida; | ||
| a la parte del llanto, ¡ay me!, se mete | 355 |
|
| Zapardïel, famoso por su pesca, | ||
| sin que un pequeño instante se quïete. | ||
| La voz de la vitoria se refresca; | ||
| «¡vitoria!» suena aquí y allí, vitoria | ||
| adquirida por nuestra soldadesca, | 360 |
|
| que canta alegre la alcanzada gloria. |
Del
Viaje del Parnaso,
capítulo octavo
| Al caer de la máquina excesiva | ||
| del escuadrón poético arrogante | ||
| que en su no vista muchedumbre estriba, | ||
| un poeta, mancebo y estudiante, | ||
| dijo: «Caí, paciencia; que algún día | 5 |
|
| será la nuestra, mi valor mediante. | ||
| De nuevo afilaré la espada mía, | ||
| digo mi pluma, y cortaré de suerte | ||
| que dé nueva excelencia a la porfía; | ||
| que ofrece la comedia, si se advierte, | 10 |
|
| largo campo al ingenio, donde pueda | ||
| librar su nombre del olvido y muerte. | ||
| Fue desto ejemplo Juan de Timoneda, | ||
| que, con sólo imprimir, se hizo eterno, | ||
| las comedias del gran Lope de Rueda. | 15 |
|
| Cinco vuelcos daré en el propio infierno | ||
| por hacer recitar una que tengo | ||
| nombrada El gran bastardo de Salerno». | ||
| ¡Guarda, Apolo, que baja (guarte, Rengo) | ||
| el golpe de la mano más gallarda | 20 |
|
| que ha visto el tiempo en su discurso luengo! | ||
| En esto, el claro son de una bastarda | ||
| alas pone en los pies de la vencida | ||
| gente del mundo perezosa y tarda; | ||
| con la esperanza del vencer perdida, | 25 |
|
| no hay quien no atienda con ligero paso, | ||
| si no a la honra, a conservar la vida. | ||
| Desde las altas cumbres de Parnaso, | ||
| de un salto uno se puso en Guadarrama, | ||
| nuevo, no visto y verdadero caso; | 30 |
|
| y al mismo paso la parlera Fama | ||
| cundió del vencimiento la alta nueva, | ||
| desde el claro Caístro hasta Jarama. | ||
| Lloró la gran vitoria el turbio Esgueva, | ||
| Pisuerga la rió, rióla Tajo, | 35 |
|
| que en vez de arena granos de oro lleva. | ||
| Del cansancio, del polvo y del trabajo | ||
| las rubicundas hebras de Timbreo, | ||
| del color se pararon de oro bajo; | ||
| pero, viendo cumplido su deseo, | 40 |
|
| al son de la guitarra mercuriesca | ||
| hizo de la Gallarda un gran paseo, | ||
| y de Castalia en la corriente fresca | ||
| el rostro se lavó, y quedó luciente | ||
| como de acero la segur turquesca. | 45 |
|
| Pulióse luego, y adornó su frente | ||
| de majestad mezclada con dulzura, | ||
| indicios claros del placer que siente. | ||
| Las reinas de la humana hermosura | ||
| salieron de do estaban retiradas | 50 |
|
| mientras duraba la contienda dura; | ||
| del árbol siempre verde coro[na]das, | ||
| y en medio la divina Poesía, | ||
| todas de nuevas galas adornadas. | ||
| Melpómene, Tersícore y Talía, | 55 |
|
| Polimnia, Urania, Erato, Euterpe y Clío, | ||
| y Calíope, hermosa en demasía, | ||
| muestran ufanas su destreza y brío, | ||
| tejiendo una entricada y nueva danza | ||
| al dulce son de un instrumento mío. | 60 |
|
| Mío, no dije bien; mentí a la usanza | ||
| de aquel que dice propios los ajenos | ||
| versos que son más dignos de alabanza. | ||
| Los anchos prados y los campos llenos | ||
| están de las escuadras vencedoras | 65 |
|
| (que siempre van a más y nunca a menos), | ||
| esperando de ver de sus mejoras | ||
| el colmo con los premios merecidos | ||
| por el sudor y aprieto de seis horas, | ||
| piensan ser los llamados escogidos, | 70 |
|
| todos a premios de grandeza aspiran, | ||
| tiénense en más de lo que son tenidos; | ||
| ni a calidades ni a riquezas miran: | ||
| a su ingenio se atiene cada uno, | ||
| y si hay cuatro que acierten, mil deliran. | 75 |
|
| Mas Febo, que no quiere que ninguno | ||
| quede quejoso dél, mandó a la Aurora | ||
| que vaya y coja in tempore oportuno, | ||
| de las faldas floríferas de Flora | ||
| cuatro tabaques de purpúreas rosas | 80 |
|
| y seis de perlas de las que ella llora; | ||
| y de las nueve por estremo hermosas | ||
| las coronas pidió, y al darlas ellas | ||
| en nada se mostraron perezosas. | ||
| Tres, a mi parecer, de las más bellas | 85 |
|
| a Parténope sé que se enviaron, | ||
| y fue Mercurio el que partió con ellas; | ||
| tres sujetos las otras coronaron, | ||
| allí en el mesmo monte peregrinos, | ||
| con que su patria y nombre eternizaron; | 90 |
|
| tres cupieron a España, y tres divinos | ||
| poetas se adornaron la cabeza, | ||
| de tanta gloria justamente dignos. | ||
| La Envidia, monstruo de naturaleza, | ||
| maldita y carcomida, ardiendo en saña, | 95 |
|
| a murmurar del sacro don empieza. | ||
| Dijo: «¿Será posible que en España | ||
| haya nueve poetas laureados? | ||
| Alta es de Apolo, pero simple hazaña». | ||
| Los demás de la turba, defraudados | 100 |
|
| del esperado premio, repetían | ||
| los himnos de la Envidia mal cantados; | ||
| todos por laureados se tenían | ||
| en su imaginación, antes del trance, | ||
| y al cielo quejas de su agravio envían. | 105 |
|
| Pero ciertos poetas de romance, | ||
| del generoso premio hacer esperan, | ||
| a despecho de Febo, presto alcance; | ||
| otros, aunque latinos, desesperan | ||
| de tocar del laurel sólo una hoja, | 110 |
|
| aunque del caso en la demanda mueran. | ||
| Véngase menos el que más se enoja, | ||
| y alguno se tocó sienes y frente, | ||
| que de estar coronado se le antoja. | ||
| Pero todo deseo impertinente | 115 |
|
| Apolo resfrió, premiando a cuantos | ||
| poetas tuvo el escuadrón valiente; | ||
| de rosas, de jazmines y amarantos | ||
| Flora le presentó cinco cestones, | ||
| y la Aurora, de perlas, otros tantos; | 120 |
|
| éstos fueron, lector dulce, los dones | ||
| que Delio repartió con larga mano | ||
| entre los poetísimos varones, | ||
| quedando alegre cada cual y ufano | ||
| con un puño de perlas y una rosa, | 125 |
|
| estimando el premio sobrehumano. | ||
| Y porque fuese más maravillosa | ||
| la fiesta y regocijo que se hacía | ||
| por la vitoria insigne y prodigiosa, | ||
| la buena, la importante Poesía | 130 |
|
| mandó traer la bestia cuya pata | ||
| abrió la fuente de Castalia fría; | ||
| cubierta de finísima escarlata, | ||
| un lacayo la trujo en un instante, | ||
| tascando un freno de bruñida plata. | 135 |
|
| Envidiarle pudiera Rocinante | ||
| al gran Pegaso de presencia brava, | ||
| y aun B[r]illadoro, el del señor de Anglante. | ||
| Con no sé cuántas alas adornaba | ||
| manos y pies, indicio manifiesto | 140 |
|
| que en ligereza al viento aventajaba; | ||
| y, por mostrar cuán ágil y cuán presto | ||
| era, se alzó del suelo cuatro picas, | ||
| con un denuedo y ademán compuesto. | ||
| Tú, que me escuchas, si el oído aplicas | 145 |
|
| al dulce cuento deste gran Vïaje, | ||
| cosas nuevas oirás de gusto ricas. | ||
| Era del bel trotón todo el herraje | ||
| de durísima plata diamantina, | ||
| que no recibe del pisar ultraje; | 150 |
|
| de la color que llaman columbina | ||
| de raso en una funda trae la cola, | ||
| que, suelta, con el suelo se avecina; | ||
| del color del carmín o de amapola | ||
| eran sus clines, y su cola gruesa, | 155 |
|
| ellas solas al mundo, y ella sola. | ||
| Tal vez anda despacio, y tal apriesa, | ||
| vuela tal vez, y tal hace corvetas, | ||
| tal quiere relinchar, y luego cesa. | ||
| Nueva felicidad de los poetas: | 160 |
|
| uno sus escrementos recogía | ||
| en dos de cuero grandes barjuletas. | ||
| Pregunté para qué lo tal hacía. | ||
| Respondióme Cilenio a lo bellaco, | ||
| con no sé qué vislumbres de ironía: | 165 |
|
| «Esto que se recoge es el tabaco, | ||
| que a los váguidos sirve de cabeza | ||
| de algún poeta de celebro flaco; | ||
| Urania de tal modo lo adereza, | ||
| que, puesto a las narices del doliente, | 170 |
|
| cobra salud y vuelve a su entereza». | ||
| Un poco entonces arrugué la frente, | ||
| ascos haciendo del remedio estraño, | ||
| tan de los ordinarios diferente. | ||
| «Recibes», dijo Apolo, «amigo, engaño» | 175 |
|
| (leyóme el pensamiento). «Este remedio | ||
| de los váguidos cura y sana el daño. | ||
| No come este rocín lo que en asedio | ||
| duro y penoso comen los soldados, | ||
| que están entre la muerte y hambre en medio; | 180 |
|
| son deste tal los piensos regalados | ||
| ámbar y almizcle entre algodones puesto, | ||
| y bebe del rocío de los prados; | ||
| tal vez le damos de almidón un cesto, | ||
| tal de algarrobas, con que el vientre llena, | 185 |
|
| y no se estriñe ni se va por esto». | ||
| «Sea», le respondí, «muy norabuena; | ||
| tieso estoy de celebro por ahora, | ||
| vág[u]ido alguno no me causa pena». | ||
| La nuestra, en esto, universal señora, | 190 |
|
| digo la Poesía verdadera, | ||
| que con Timbreo y con las Musas mora, | ||
| en vestido subcinto, a la ligera, | ||
| el monte discurrió y abrazó a todos, | ||
| hermosa sobremodo y placentera. | 195 |
|
| «¡Oh sangre vencedora de los godos!», | ||
| dijo, «de aquí adelante ser tratada | ||
| con más süaves y discretos modos | ||
| espero ser, y siempre [r]espectada | ||
| del ignorante vulgo, que no alcanza | 200 |
|
| que, puesto que soy pobre, soy honrada. | ||
| Las riquezas os dejo en esperanza, | ||
| pero no en posesión, premio seguro | ||
| que al reino aspira de la inmensa holganza. | ||
| Por la belleza deste monte os juro | 205 |
|
| que quisiera al más mínimo entregalle | ||
| un privilegio de cien mil de juro. | ||
| Mas no produce minas este valle; | ||
| aguas sí, salutíferas y buenas, | ||
| y monas que de cisnes tienen talle. | 210 |
|
| Volved a ver, ¡oh amigos!, las arenas | ||
| del aurífero Tajo en paz segura | ||
| y en dulces horas de pesar ajenas. | ||
| Que esta inaudita hazaña os asegura | ||
| eterno nombre en tanto que dé Febo | 215 |
|
| al mundo aliento y luz serena y pura». | ||
| ¡Oh maravilla nueva, oh caso nuevo, | ||
| digno de admiración que cause espanto, | ||
| cuya estrañeza me admiró de nuevo! | ||
| Morfeo, el dios del sueño, por encanto | 220 |
|
| allí se apareció, cuya corona | ||
| era de ramos de beleño santo. | ||
| Flojísimo de brío y de persona, | ||
| de la Pereza torpe acompañado, | ||
| que no le deja a vísperas ni a nona; | 225 |
|
| traía al Silencio a su derecho lado, | ||
| el Descuido al siniestro, y el vestido | ||
| era de blanda lana fabricado. | ||
| De las aguas que llaman del olvido | ||
| traía un gran caldero, y de un hisopo | 230 |
|
| venía como aposta prevenido. | ||
| Asía a los poetas por el hopo, | ||
| y, aunque el caso los rostros les volvía | ||
| en color encendida de piropo, | ||
| él nos bañaba con el agua fría, | 235 |
|
| causándonos un sueño de tal suerte, | ||
| que dormimos un día y otro día. | ||
| Tal es la fuerza del licor, tan fuerte | ||
| es de las aguas la virtud, que pueden | ||
| competir con los fueros de la muerte. | 240 |
|
| Hace el ingenio alguna vez que queden | ||
| las verdades sin crédito ninguno, | ||
| por ver que a toda contingencia exceden. | ||
| Al despertar del sueño así importuno, | ||
| ni vi monte ni monta, dios ni diosa, | 245 |
|
| ni de tanto poeta vide alguno. | ||
| Por cierto, estraña y nunca vista cosa: | ||
| despabilé la vista, y parecióme | ||
| verme en medio de una ciudad famosa. | ||
| Admiración y grima el caso diome; | 250 |
|
| torné a mirar, porque el temor o engaño | ||
| no de mi buen discurso el paso tome. | ||
| Y díjeme a mí mismo: «No me engaño; | ||
| esta ciudad es Nápoles la ilustre, | ||
| que yo pisé sus rúas más de un año; | 255 |
|
| de Italia gloria, y aun del mundo lustre, | ||
| pues de cuantas ciudades él encierra, | ||
| ninguna puede haber que así le ilustre: | ||
| apacible en la paz, dura en la guerra, | ||
| madre de la abundancia y la nobleza, | 260 |
|
| de elíseos campos y agradable sierra. | ||
| Si váguidos no tengo de cabeza, | ||
| paréceme que está mudada, en parte, | ||
| de sitio, aunque en aumento de belleza. | ||
| ¿Qué teatro es aquél, donde reparte | 265 |
|
| con él cuanto contiene de hermosura | ||
| la gala, la grandeza, industria y arte? | ||
| Sin duda, el sueño en mis palpebras dura, | ||
| porque éste es edificio imaginado, | ||
| que excede a toda humana compostura». | 270 |
|
| Llegóse en esto a mí disimulado | ||
| un mi amigo, llamado Promontorio, | ||
| mancebo en días, pero gran soldado. | ||
| Creció la admiración viendo notorio | ||
| y palpable que en Nápoles estaba, | 275 |
|
| espanto a los pasados acesorio. | ||
| Mi amigo tiernamente me abrazaba, | ||
| y, con tenerme entre sus brazos, dijo | ||
| que del estar yo allí mucho dudaba; | ||
| llamóme padre, y yo llaméle hijo; | 280 |
|
| quedó con esto la verdad en punto, | ||
| que aquí puede llamarse punto fijo. | ||
| Díjome Promontorio: «Yo barrunto, | ||
| padre, que algún gran caso a vuestras canas | ||
| las trae tan lejos, ya semidifunto». | 285 |
|
| «En mis horas más frescas y tempranas | ||
| esta tierra habité, hijo», le dije, | ||
| «con fuerzas más brïosas y lozanas. | ||
| Pero la Voluntad, que a todos rige, | ||
| digo el querer del cielo, me ha traído | 290 |
|
| a parte que me alegra más que aflige». | ||
| Dijera más, sino que un gran rüido | ||
| de pífaros, clarines y tambores | ||
| me azoró el alma y alegró el oído; | ||
| volví la vista al son, vi los mayores | 295 |
|
| aparatos de fiesta que vio Roma | ||
| en sus felices tiempos y mejores. | ||
| Dijo mi amigo: «Aquél que ves que asoma | ||
| por aquella montaña contrahecha, | ||
| cuyo brío al de Marte oprime y doma, | 300 |
|
| es un alto sujeto que deshecha | ||
| tiene a la Envidia en rabia, porque pisa | ||
| de la virtud la senda más derecha; | ||
| de gravedad y condición tan lisa, | ||
| que suspende y alegra a un mesmo instan[te], | 305 |
|
| y con su aviso al mismo aviso avisa. | ||
| Mas quiero, antes que pases adelante | ||
| en ver lo que verás, si estás atento, | ||
| darte del caso relación bastante. | ||
| Será Don Juan de Tasis de mi cuento | 310 |
|
| principio, por que sea memorable, | ||
| y lleguen mis palabras a mi intento. | ||
| Este varón, en liberal notable, | ||
| que una mediana villa le hace conde, | ||
| siendo rey en sus obras admirable; | 315 |
|
| éste, que sus haberes nunca esconde, | ||
| pues siempre las reparte o las derrama, | ||
| ya sepa adónde, o ya no sepa adónde; | ||
| éste, a quien tiene tan en fil la fama | ||
| puesta la alteza de su nombre claro, | 320 |
|
| que liberal y pródigo le llama, | ||
| quiso, pródigo aquí y allí no avaro, | ||
| primer mantenedor ser de un torneo | ||
| que a fiestas sobrehumanas le comparo. | ||
| Responden sus grandezas al deseo | 325 |
|
| que tiene de mostrarse alegre, viendo | ||
| de España y Francia el regio himineo; | ||
| y éste que escuchas, duro, alegre estruendo, | ||
| es señal que el torneo se comienza, | ||
| que admira por lo rico y estupendo. | 330 |
|
| Arquímedes el grande se averg[ü]enza | ||
| de ver que este teatro milagroso | ||
| su ingenio apoque y a sus trazas venza. | ||
| Digo, pues, que el mancebo generoso | ||
| que allí deciende, de encarnado y plata, | 335 |
|
| sobre todo mortal curso brïoso, | ||
| es el conde de Lemos, que dilata | ||
| su fama con sus obras por el mundo, | ||
| y que lleguen al cielo en tierra trata; | ||
| y, aunque sale el primero, es el segundo | 340 |
|
| mantenedor, y en buena cortesía | ||
| esta ventaja califico y fundo. | ||
| El duque de Nocera, luz y guía | ||
| del arte militar, es el tercero | ||
| mantenedor deste festivo día. | 345 |
|
| El cuarto, que pudiera ser primero, | ||
| es de Santelmo el fuerte castellano, | ||
| que al mesmo Marte en el valor prefiero. | ||
| El quinto es otro Eneas el troyano, | ||
| Arrociolo, que gana en ser valiente | 350 |
|
| al que fue verdadero, por la mano». | ||
| El gran concurso y número de gente | ||
| estorbó que adelante prosiguiese | ||
| la comenzada relación prudente; | ||
| por esto le pedí que me pusiese | 355 |
|
| adonde sin ningún impedimento | ||
| el gran progreso de las fiestas viese; | ||
| porque luego me vino al pensamiento | ||
| de ponerlas en verso numeroso, | ||
| favorecido del febeo aliento. | 360 |
|
| Hízolo así, y yo vi lo que no oso | ||
| pensar, no que decir, que aquí se acorta | ||
| la lengua y el ingenio más curioso. | ||
| Que se pase en silencio es lo que importa, | ||
| y que la admiración supla esta falta, | 365 |
|
| el mesmo grandïoso caso exhorta, | ||
| puesto que después supe que con alta | ||
| magnífica elegancia y milagrosa, | ||
| donde ni sobra punto ni le falta, | ||
| el curioso Don Juan de Oquina en prosa | 370 |
|
| la puso y dio a la estampa para gloria | ||
| de nuestra edad, por esto venturosa. | ||
| Ni en fabulosa o verdadera historia | ||
| se halla que otras fiestas hayan sido | ||
| ni puedan ser más dignas de memoria. | 375 |
|
| Desde allí, y no sé cómo, fui traído | ||
| adonde vi al gran duque de Pastrana | ||
| mil parabienes dar de bienvenido, | ||
| y que la fama, en la verdad ufana, | ||
| contaba que agradó con su presencia | 380 |
|
| y con su cortesía sobrehumana; | ||
| que fue nuevo Alejandro en la excelencia | ||
| del dar, que satisfizo a todo cuanto | ||
| puede mostrar real magnificencia. | ||
| Colmo de admiración, lleno de espanto, | 385 |
|
| entré en Madrid en traje de romero, | ||
| que es granjería el parecer ser santo; | ||
| y desde lejos me quitó el sombrero | ||
| el famoso Acevedo, y dijo: «A Dio, | ||
| voi siate il ben venuto, cavaliero. | 390 |
|
| So parlar zenoese, & tusco anch'io». | ||
| Y respondí: «La vostra signoria | ||
| sia la ben trovata, patron mio». | ||
| Topé a Luis Vélez, lustre y alegría | ||
| y discreción del trato cortesano, | 395 |
|
| y abracéle en la calle a mediodía. | ||
| El pecho, el alma, el corazón, la mano | ||
| di a Pedro de Morales, y un abrazo, | ||
| y alegre recebí a Justiniano. | ||
| Al volver de una esquina sentí un brazo | 400 |
|
| que el cuello me ceñía, miré cúyo, | ||
| y más que gusto me causó embarazo, | ||
| por ser uno de aquellos (no rehúyo | ||
| decirlo) que al contrario se pasaron, | ||
| llevados del cobarde intento suyo; | 405 |
|
| otros dos al soslayo se llegaron, | ||
| y con la risa falsa del conejo | ||
| y con muchas zalemas me hablaron. | ||
| Yo, socarrón; yo, poetón ya viejo, | ||
| volvíles a lo tierno las saludes, | 410 |
|
| sin mostrar mal talante o sobrecejo. | ||
| No dudes, ¡oh lector caro!, no dudes, | ||
| sino que suele el disimulo a veces | ||
| servir de aumento a las demás virtudes; | ||
| dínoslo tú, David, que, aunque pareces | 415 |
|
| loco en poder de Aquís, de tu cordura, | ||
| fingiendo el loco, la grandeza ofreces. | ||
| Dejélos, esperando coyuntura | ||
| y ocasión más secreta para dalles | ||
| vejamen de su miedo o su locura. | 420 |
|
| Si encontraba poetas por las calles, | ||
| me ponía a pensar si eran de aquellos | ||
| huidos, y pasaba sin hablalles. | ||
| Poníanseme yertos los cabellos | ||
| de temor no encontrase algún poeta, | 425 |
|
| de tantos que no pude conocellos, | ||
| que, con puñal buido o con secreta | ||
| almarada me hiciese un abujero | ||
| que fuese al corazón por vía recta, | ||
| aunque no es éste el premio que yo espero | 430 |
|
| de la fama que a tantos he adquerido | ||
| con alma grata y corazón sincero. | ||
| Un cierto mancebito cuellierg[u]ido, | ||
| en profesión poeta, y en el traje | ||
| a mil leguas por godo conocido, | 435 |
|
| lleno de presunción y de coraje | ||
| me dijo: «Bien sé yo, señor Cervantes, | ||
| que puedo ser poeta, aunque soy paje. | ||
| Cargastes de poetas ignorantes, | ||
| y dejástesme a mí, que ver deseo | 440 |
|
| del Parnaso las fuentes elegantes. | ||
| Que caducáis sin duda alguna creo. | ||
| ¿Creo? No digo bien; mejor diría | ||
| que toco esta verdad y que la veo». | ||
| Otro, que, al parecer, de argentería, | 445 |
|
| de nácar, de cristal, de perlas y oro | ||
| sus infinitos versos componía, | ||
| me dijo, bravo cual corrido toro: | ||
| «No sé yo para qué nadie me puso | ||
| en lista con tan bárbaro decoro». | 450 |
|
| «Así el discreto Apolo lo dispuso», | ||
| a los dos respondí, «y en este hecho, | ||
| de ignorancia o malicia no me acuso». | ||
| Fuime con esto, y, lleno de despecho, | ||
| busqué mi antigua y lóbrega posada, | 455 |
|
| y arrojéme molido sobre el lecho; | ||
| que cansa, cuando es larga, una jornada. |