|
»Beso a vuesas mercedes las manos:
¿quién de vuesas mercedes es el Gobernador deste
pueblo? |
Gobernador |
Yo soy el Gobernador; ¿qué es lo que
queréis, buen hombre? |
Chanfalla |
A tener yo dos onzas de entendimiento,
hubiera echado de ver que esa peripatética y anchurosa
presencia no podía ser de otro que del dignísimo
Gobernador deste honrado pueblo; que, con venirlo a ser
de las Algarrobillas, lo deseche vuesa merced. |
Chirinos |
En vida de la señora y de los
señoritos, si es que el señor Gobernador los tiene. |
Capacho |
No es casado el señor Gobernador. |
Chirinos |
Para cuando lo sea; que no se perderá
nada. |
Gobernador |
Y bien, ¿qué es lo que queréis, hombre
honrado? |
Chirinos |
Honrados días viva vuesa merced, que
así nos honra; en fin, la encina da bellotas; el pero,
peras; la parra, uvas, y el honrado, honra, sin poder
hacer otra cosa. |
Benito |
Sentencia ciceronianca, sin quitar ni
poner un punto. |
Capacho |
Ciceroniana quiso decir el señor
alcalde Benito Repollo. |
Benito |
Siempre quiero decir lo que es mejor,
sino que las más veces no acierto; en fin, buen hombre,
¿qué queréis? |
Chanfalla |
Yo, señores míos, soy Montiel, el que
trae el Retablo de las maravillas. Hanme enviado a
llamar de la Corte los señores cofrades de los
hospitales, porque no hay autor de comedias en ella, y
perecen los hospitales, y con mi ida se remediará todo. |
Gobernador |
Y ¿qué quiere decir Retablo de las
maravillas? |
Chanfalla |
Por las maravillosas cosas que en él se
enseñan y muestran, viene a ser llamado Retablo de
las maravillas; el cual fabricó y compuso el sabio
Tontonelo debajo de tales paralelos, rumbos, astros y
estrellas, con tales puntos, caracteres y observaciones,
que ninguno puede ver las cosas que en él se muestran,
que tenga alguna raza de confeso, o no sea habido y
procreado de sus padres de legítimo matrimonio; y el que
fuere contagiado destas dos tan usadas enfermedades,
despídase de ver las cosas, jamás vistas ni oídas, de
mi retablo. |
Benito |
Ahora echo de ver que cada día se ven en
el mundo cosas nuevas. Y ¿que se llamaba Tontonelo el
sabio que el retablo compuso? |
Chirinos |
Tontonelo se llamaba, nacido en la ciudad
de Tontonela; hombre de quien hay fama que le llegaba la
barba a la cintura. |
Benito |
Por la mayor parte, los hombres de
grandes barbas son sabiondos. |
Gobernador |
Señor regidor Juan Castrado, yo
determino, debajo de su buen parecer, que esta noche se
despose la señora Teresa Castrada, su hija, de quien yo
soy padrino, y, en regocijo de la fiesta, quiero que el
señor Montiel muestre en vuestra casa su Retablo. |
Juan |
Eso tengo yo por servir al señor
Gobernador, con cuyo parecer me convengo, entablo y
arrimo, aunque haya otra cosa en contrario. |
Chirinos |
La cosa que hay en contrario es que, si
no se nos paga primero nuestro trabajo, así verán las
figuras como por el cerro de Úbeda. ¿Y vuesas mercedes,
señores justicias, tienen conciencia y alma en esos
cuerpos? ¡Bueno sería que entrase esta noche todo el
pueblo en casa del señor Juan Castrado, o como es su
gracia, y viese lo contenido en el tal Retablo, y
mañana, cuando quisiésemos mostralle al pueblo, no
hubiese ánima que le viese! No, señores; no, señores: ante
omnia nos han de pagar lo que fuere justo. |
Benito |
Señora autora, aquí no os ha de pagar
ninguna Antona, ni ningún Antoño; el señor regidor
Juan Castrado os pagará más que honradamente, y si no,
el Concejo. ¡Bien conocéis el lugar, por cierto! Aquí,
hermana, no aguardamos a que ninguna Antona pague por
nosotros. |
Capacho |
¡Pecador de mí, señor Benito Repollo,
y qué lejos da del blanco! No dice la señora autora que
pague ninguna Antona, sino que le paguen adelantado y
ante todas cosas, que eso quiere decir ante omnia. |
Benito |
Mirad, escribano Pedro Capacho, haced vos
que me hablen a derechas, que yo entenderé a pie llano;
vos, que sois leído y escribido, podéis entender esas
algarabías de allende, que yo no. |
Juan |
Ahora bien, ¿contentarse ha el señor
autor con que yo le dé adelantados media docena de
ducados? Y más, que se tendrá cuidado que no entre
gente del pueblo esta noche en mi casa. |
Chanfalla |
Soy contento; porque yo me fío de la
diligencia de vuesa merced y de su buen término. |
Juan |
Pues véngase conmigo. Recibirá el
dinero, y verá mi casa, y la comodidad que hay en ella
para mostrar ese retablo. |
Chanfalla |
Vamos; y no se les pase de las mientes
las calidades que han de tener los que se atrevieren a
mirar el maravilloso retablo. |
Benito |
A mi cargo queda eso, y séle decir que,
por mi parte, puedo ir seguro a juicio, pues tengo el
padre alcalde; cuatro dedos de enjundia de cristiano
viejo rancioso tengo sobre los cuatro costados de mi
linaje: ¡miren si veré el tal retablo! |
Capacho |
Todos le pensamos ver, señor Benito
Repollo. |
Juan |
No nacimos acá en las malvas, señor
Pedro Capacho. |
Gobernador |
Señora autora, ¿qué poetas se usan
ahora en la Corte de fama y rumbo, especialmente de los
llamados cómicos? Porque yo tengo mis puntas y collar de
poeta, y pícome de la farándula y carátula. Veinte y
dos comedias tengo, todas nuevas, que se veen las unas a
las otras, y estoy aguardando coyuntura para ir a la
Corte y enriquecer con ellas media docena de autores. |
Chirinos |
A lo que vuesa merced, señor Gobernador,
me pregunta de los poetas, no le sabré responder; porque
hay tantos, que quitan el sol, y todos piensan que son
famosos. Los poetas cómicos son los ordinarios y que
siempre se usan, y así no hay para qué nombrallos. Pero
dígame vuesa merced, por su vida: ¿cómo es su buena
gracia? ¿cómo se llama? |
Gobernador |
A mí, señora autora, me llaman el
licenciado Gomecillos. |
Chirinos |
¡Válame Dios! ¿Y que vuesa merced es
el señor licenciado Gomecillos, el que compuso aquellas
coplas tan famosas de Lucifer estaba malo y tómale
mal de fuera? |
Gobernador |
Malas lenguas hubo que me quisieron
ahijar esas coplas, y así fueron mías como del Gran
Turco. Las que yo compuse, y no lo quiero negar, fueron
aquellas que trataron del Diluvio de Sevilla; que,
puesto que los poetas son ladrones unos de otros, nunca
me precié de hurtar nada a nadie: con mis versos me
ayude Dios, y hurte el que quisiere. |
Benito |
Poca balumba trae este autor para tan
gran retablo. |
Juan |
Todo debe de ser de maravillas. |
Chanfalla |
¡Atención, señores, que comienzo! |
|
¡Oh tú, quienquiera que fuiste, que
fabricaste este retablo con tan maravilloso artificio,
que alcanzó renombre de las Maravillas por la
virtud que en él se encierra, te conjuro, apremio y
mando que luego incontinente muestres a estos
señores algunas de las tus maravillosas maravillas, para
que se regocijen y tomen placer sin escándalo alguno!
Ea, que ya veo que has otorgado mi petición, pues por
aquella parte asoma la figura del valentísimo Sansón,
abrazado con las colunas del templo, para derriballe por
el suelo y tomar venganza de sus enemigos. ¡Tente,
valeroso caballero; tente, por la gracia de Dios Padre!
¡No hagas tal desaguisado, porque no cojas debajo y
hagas tortilla tanta y tan noble gente como aquí se ha
juntado! |
Benito |
¡Téngase, cuerpo de tal, conmigo!
¡Bueno sería que, en lugar de habernos venido a holgar,
quedásemos aquí hechos plasta! ¡Téngase, señor
Sansón, pesia a mis males, que se lo ruegan buenos! |
Capacho |
¿Veisle vos, Castrado? |
Juan |
Pues, ¿no le había de ver? ¿Tengo yo
los ojos en el colodrillo? |
Gobernador |
[Aparte] Milagroso caso es éste: así veo yo a
Sansón ahora, como el Gran Turco; pues en verdad que me
tengo por legítimo y cristiano viejo. |
Chirinos |
¡Guárdate, hombre, que sale el mesmo
toro que mató al ganapán en Salamanca! ¡Échate,
hombre; échate, hombre; Dios te libre, Dios te libre! |
Chanfalla |
¡Échense todos, échense todos!
¡Húcho ho!, ¡húcho ho!, ¡húcho ho! |
Benito |
El diablo lleva en el cuerpo el torillo;
sus partes tiene de hosco y de bragado; si no me tiendo,
me lleva de vuelo. |
Juan |
Señor autor, haga, si puede, que no
salgan figuras que nos alboroten; y no lo digo por mí,
sino por estas mochachas, que no les ha quedado gota de
sangre en el cuerpo, de la ferocidad del toro. |
Castrada |
Y ¡cómo, padre! No pienso volver en mí
en tres días; ya me vi en sus cuernos, que los tiene
agudos como una lesna. |
Juan |
No fueras tú mi hija, y no lo vieras. |
Gobernador |
[Aparte] Basta: que todos ven lo que yo no veo;
pero al fin habré de decir que lo veo, por la negra
honrilla. |
Chirinos |
Esa manada de ratones que allá va
deciende por línea recta de aquellos que se criaron en
el Srca de Noé; dellos son blancos, dellos albarazados,
dellos jaspeados y dellos azules; y, finalmente, todos
son ratones. |
Castrada |
¡Jesús!, ¡Ay de mí! ¡Ténganme, que
me arrojaré por aquella ventana! ¿Ratones?
¡Desdichada! Amiga, apriétate las faldas, y mira no te
muerdan; ¡y monta que son pocos! ¡Por el siglo de mi
abuela, que pasan de milenta! |
Repolla |
Yo sí soy la desdichada, porque se me
entran sin reparo ninguno; un ratón morenico me tiene
asida de una rodilla. ¡Socorro venga del cielo, pues en
la tierra me falta! |
Benito |
Aun bien que tengo gregüescos: que no
hay ratón que se me entre, por pequeño que sea. |
Chanfalla |
Esta agua, que con tanta priesa se deja
descolgar de las nubes, es de la fuente que da origen y
principio al río Jordán. Toda mujer a quien tocare en
el rostro, se le volverá como de plata bruñida, y a los
hombres se les volverán las barbas como de oro. |
Castrada |
¿Oyes, amiga? Descubre el rostro, pues
ves lo que te importa. ¡Oh, qué licor tan sabroso!
Cúbrase, padre, no se moje. |
Juan |
Todos nos cubrimos, hija. |
Benito |
Por las espaldas me ha calado el agua
hasta la canal maestra. |
Capacho |
Yo estoy más seco que un esparto. |
Gobernador |
[Aparte] ¿Qué diablos puede ser esto, que aún
no me ha tocado una gota, donde todos se ahogan? Mas ¿si
viniera yo a ser bastardo entre tantos legítimos? |
Benito |
Quítenme de allí aquel músico; si no,
voto a Dios que me vaya sin ver más figura. ¡Válgate
el diablo por músico aduendado, y qué hace de menudear
sin cítola y sin son! |
Rabelín |
Señor alcalde, no tome conmigo la
hincha; que yo toco como Dios ha sido servido de
enseñarme. |
Benito |
¿Dios te había de enseñar, sabandija?
¡Métete tras la manta; si no, por Dios que te arroje
este banco! |
Rabelín |
El diablo creo que me ha traído a este
pueblo. |
Capacho |
Fresca es el agua del santo río Jordán;
y, aunque me cubrí lo que pude, todavía me alcanzó un
poco en los bigotes, y apostaré que los tengo rubios
como un oro. |
Benito |
Y aun peor cincuenta veces. |
Chirinos |
Allá van hasta dos docenas de leones
rampantes y de osos colmeneros; todo viviente se guarde;
que, aunque fantásticos, no dejarán de dar alguna
pesadumbre, y aun de hacer las fuerzas de Hércules con
espadas desenvainadas. |
Juan |
Ea, señor autor, ¡cuerpo de nosla! ¿Y
agora nos quiere llenar la casa de osos y de leones? |
Benito |
¡Mirad qué ruiseñores y calandrias nos
envía Tontonelo, sino leones y dragones! Señor autor, y
salgan figuras más apacibles, o aquí nos contentamos
con las vistas; y Dios le guíe, y no pare más en el
pueblo un momento. |
Castrada |
Señor Benito Repollo, deje salir ese oso
y leones, siquiera por nosotras, y recebiremos mucho
contento. |
Juan |
Pues, hija, ¿de antes te espantabas de
los ratones, y agora pides osos y leones? |
Castrada |
Todo lo nuevo aplace, señor padre. |
Chirinos |
Esa doncella, que agora se muestra tan
galana y tan compuesta, es la llamada Herodías, cuyo
baile alcanzó en premio la cabeza del Precursor de la
vida. Si hay quien la ayude a bailar, verán maravillas. |
Benito |
¡Ésta sí, cuerpo del mundo, que es
figura hermosa, apacible y reluciente! ¡Hideputa, y
cómo que se vuelve la mochac[h]a! |
|
Sobrino Repollo, tú que sabes de achaque
de castañetas, ayúdala, y será la fiesta de cuatro
capas. |
Sobrino |
Que me place, tío Benito Repollo. |
Furrier |
Ea, ¿está ya hecho el alojamiento? Que
ya están los caballos en el pueblo. |
Benito |
¿Que todavía ha salido con la suya
Tontonelo? ¡Pues yo os voto a tal, autor de humos y de
embelecos, que me lo habéis de pagar! |
Chanfalla |
Séanme testigos que me amenaza el
Alcalde. |
Chirinos |
Séanme testigos que dice el Alcalde que
lo que manda Su Majestad lo manda el sabio Tontonelo. |
Benito |
Atontoneleada te vean mis ojos, plega a
Dios todopoderoso. |
Gobernador |
Yo para mí tengo que verdaderamente
estos hombres de armas no deben de ser de burlas. |
Furrier |
¿De burlas habían de ser, señor
Gobernador? ¿Está en su seso? |
Juan |
Bien pudieran ser atontonelados: como
esas cosas habemos visto aquí. Por vida del autor, que
haga salir otra vez a la doncella Herodías, porque vea
este señor lo que nunca ha visto; quizá con esto le
cohecharemos para que se vaya presto del lugar. |
Chanfalla |
Eso en buen hora, y véisla aquí a do
vuelve, y hace de señas a su bailador a que de nuevo la
ayude. |
Sobrino |
Por mí no quedará, por cierto. |
Benito |
Eso sí, sobrino; cánsala, cánsala;
vueltas y más vueltas; ¡vive Dios, que es un azogue la
muchacha! ¡Al hoyo, al hoyo! ¡A ello, a ello! |
Furrier |
¿Está loca esta gente? ¿Qué diablos
de doncella es ésta, y qué baile, y qué Tontonelo? |
Capacho |
Luego, ¿no vee la doncella herodiana el
señor furrier? |
Furrier |
¿Qué diablos de doncella tengo de ver? |
Capacho |
Basta: ¡de ex il[l]is es! |
Gobernador |
¡De ex il[l]is es; de ex
il[l]is es! |
Juan |
¡Dellos es, dellos el señor furrier;
dellos es! |
Furrier |
¡Soy de la mala puta que los parió; y,
por Dios vivo, que si echo mano a la espada, que los haga
salir por las ventanas, que no por la puerta! |
Capacho |
Basta: ¡de ex il[l]is es! |
Benito |
Basta: ¡dellos es, pues no vee nada! |
Furrier |
Canalla barretina: si otra vez me dicen
que soy dellos, no les dejaré hueso sano. |
Benito |
Nunca los confesos ni bastardos fueron
valientes; y por eso no podemos dejar de decir: ¡dellos
es, dellos es! |
Furrier |
¡Cuerpo de Dios con los villanos!
¡Esperad! |