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COMEDIA FAMOSA INTITULADA

EL RUFIAN DICHOSO

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Jornada Primera

  Salen Lugo, envainando una daga de ganchos, y el Lobillo y Ganchoso, rufianes. Lugo viene como estudiante, con una media sotana, un broquel en la cinta y una daga de ganchos; que no ha de traer espada.

 

Lobillo ¿Por qué fue la quistión?  
Lugo No fue por nada.  
  No se repita, si es que amigos somos.  
Ganchoso Quiso Lugo empinarse sobre llombre,  
  y, siendo rufo de primer tonsura,  
  asentarse en la cátreda de prima,

5

  teniendo al lombre aquí por espantajo.  
Lugo Mis sores, poco a poco. Yo soy mozo  
  y mazo, y tengo hígados y bofes  
  para dar en el trato de la hampa  
  quinao al más pintado de su escuela,

10

  en la cual no recibe el grado alguno  
  de valeroso por haber gran tiempo  
  que cura en sus entradas y salidas,  
  sino por las hazañas que ya hecho.  
  ¿No tienen ya sabido que hay cofrades

15

  de luz, y otros de sangre?  
Lobillo Aqueso pido.  
Ganchoso ¡Hola, so Lobo! Si es que pide queso,  
  pídalo en otra parte, que en aquésta  
  no se da. Si no...  
Lobillo ¡Basta, seor Ganchoso!  
  O logue luenga, y téngase por dicho,

20

  que entrevo toda flor y todo rumbo.  
Ganchoso ¿Pues nosotros nacimos en Guinea,  
  so Lobo?  
Lobillo No sé nada.  
Ganchoso Pues apréndalo  
  con aquesta leción.  
Lugo ¡Fuera, Lobillo!  
Ganchoso Entrambos sois ovejas fanfarrones,

25

  y gallinas mojadas, y conejos.  
Lobillo ¡Menos lengua y más manos, hideputa!  

 

  Entran a esta sazón un alguacil y dos corchetes; huyen Ganchoso y Lobillo; queda solo Lugo, envainando.

 

Corchete [1] ¡Téngase a la justicia!  
Lugo ¡Tente, pícaro!  
  ¿Conó[ce]sme?  
Corchete [1] ¡So Lugo!  
Lugo ¿Qué so Lugo?  
Alguacil Bellacos, ¿no le asís?  
Corchete 2 Señor nuestro amo,

30

  ¿sabe lo que nos manda? ¿No conoce  
  que es el señor Cristóbal el delinque?  
Alguacil ¡Que siempre le he de hallar en estas danzas!  
  ¡Por Dios, que es cosa recia! ¡No hay paciencia  
  que lo pueda llevar!  
Lugo Llévelo en cólera,

35

  que tanto monta.  
Alguacil Ahora, yo sé cierto  
  que ha de romper el diablo sus zapatos  
  alguna vez.  
Lugo Mas que los rompa ciento;  
  que él los sabrá comprar donde quisiere.  
Alguacil El señor Sandoval tiene la culpa.

40

Corchete 2 Tello de Sandoval es su amo déste.  
Corchete 1 Y manda la ciudad, y no hay justicia  
  que le ose tocar por su respeto.  
Lugo El señor alguacil haga su oficio,  
  y déjese de cuentos y preámbulos.

45

Alguacil ¡Cuán mejor pareciera el señor Lugo  
  en su colegio que en la barbacana,  
  el libro en mano, y no el broquel en cinta!  
Lugo Crea el so alguacil que no le cuadra  
  ni esquina el predicar; deje ese oficio

50

  a quien le toca, y vaya y pique aprisa.  
Alguacil Sin picar nos iremos, y agradézcalo  
  a su amo; que, a fe de hijodalgo,  
  que yo sé en qué parará este negocio.  
Lugo En irse y en quedarme.  
Corchete 1 Yo lo creo,

55

  porque es un Barrabás este Cristóbal.  
Corchete 2 No hay gamo que le iguale en ligereza.  
Corchete 1 Mejor juega la blanca que la negra,  
  y en entrambas es águila volante.  
Alguacil Recójase y procure no encontrarme,

60

  que será lo más sano.  
Lugo Aunque sea enfermo,  
  haré lo que füere de mi gusto.  
Alguacil Venid vosotros.  

 

  Éntrase el alguacil.

 

Corchete 1 So Cristóbal, ¡vive  
  que no le conocí!; ¡sí, juro cierto!  
Corchete 2 Señor Cristóbal, yo me recomendo;

65

  de mí no hay qué temer; soy ciego y mudo  
  para ver ni hablar cosa que toque  
  a la mínima suela del calcorro  
  que tapa y cubre la coluna y basa  
  que sustentan la máquina hampesca.

70

Lugo ¿Dónde cargaste, Calahorra?  
Corchete 2 No sé; Dios con la noche me socorra.  

 

  Éntranse los dos corchetes.

 

Lugo ¡Que sólo me respeten por mi amo  
  y no por mí, no sé esta maravilla!;  
  mas yo haré que salga de mí un bramo

75

  que pase de los muros de Sevilla.  
  Cuelgue mi padre de su puerta el ramo,  
  despoje de su jugo a Manzanilla;  
  conténtese en su humilde y bajo oficio,  
  que yo seré famoso en mi ejercicio.

80

 

  Entra, a este instante, Lagartija, muchacho.

 

Lagartija Señor Cristóbal, ¿qué es esto?  
  ¿Has reñido, por ventura,  
  que tienes turbado el gesto?  
Lugo Pónele de sepultura  
  el ánimo descompuesto.

85

  La de ganchos saqué a luz,  
  porque me hiciese el buz  
  un bravo por mi respeto;  
  mas huyóse de su aspecto  
  como el diablo de la cruz.

90

  ¿Qué me quieres, Lagartija?  
Lagartija La Salmerona y la Pava,  
  la Mendoza y la Librija,  
  que es cada cual por sí brava,  
  gananciosa y buena hija,

95

  te suplican que esta tarde,  
  allá cuando el sol no arde  
  y hiere en rayo sencillo,  

 

  en el famoso Alamillo  
  hagas de tu vista alarde.

100

Lugo ¿Hay regodeo?  
Lagartija Hay merienda,  
  que las más famosas cenas  
  ante ella cogen la rienda:  
  cazuelas de berenjenas  
  serán penúltima ofrenda.

105

  Hay el conejo empanado,  
  por mil partes traspasado  
  con saetas de tocino;  
  blanco el pan, aloque el vino,  
  y hay turrón alicantado.

110

  Cada cual para esto roba  
  blancas vistosas y nuevas,  
  una y otra rica coba;  
  dales limones las Cuevas  
  y naranjas el Alcoba.

115

  Daráles en un instante  
  el pescador arrogante,  
  más que le hay del norte al sur,  
  el gordo y sabroso albur  
  y la anguila resbalante.

120

  El sábalo vivo, vivo,  
  colear en la caldera,  
  o saltar en fuego esquivo,  
  verás en mejor manera  
  que te lo pinto y describo.

125

  El pintado camarón,  
  con el partido limón  
  y bien molida pimienta,  
  verás cómo el gusto aumenta  
  y le saca de harón.

130

Lugo ¡Lagartija, bien lo pintas!  
Lagartija Pues llevan otras mil cosas  
  de comer, varias, distintas,  
  que a voluntades golosas  
  las harán poner en quintas.

135

Lugo ¿Qué es en quintas?  
Lagartija En división,  
  llevándose la afición  
  aquí y alí y acullá:  
  que la variedad hará  
  no atinar con la razón.

140

Lugo ¿Y quién va con ellas?  
Lagartija ¿Quién?  
  El Patojo, y el Mochuelo,  
  y el Tuerto del Almadén.  
Lugo Que ha de haber soplo recelo.  
Lagartija Ve tú, y se hará todo bien.

145

Lugo Quizá, por tu gusto iré;  
  que tienes un no sé qué  
  de agudeza, que me encanta.  
Lagartija Mi boca pongo en la planta  
  de tu valeroso pie.

150

Lugo ¡Alza, rapaz lisonjero,  
  indigno del vil oficio  
  que tienes!  
Lagartija Pues dél espero  
  salir presto a otro ejercicio  
  que muestre ser perulero.

155

Lugo ¿Qué ejercicio?  
Lagartija Señor Lugo,  
  será ejercicio de jugo,  
  puesto que en él se trabaja,  
  que es jugador de ventaja,  
  y de las bolsas verdugo.

160

  ¿No has visto tú por ahí  
  mil con capas guarnecidas,  
  volantes más que un neblí,  
  que en dos barajas bruñidas  
  encierran un Potosí?

165

  Cuál destos se finge manco  
  para dar un toque franco  
  al más agudo, y me alegro  
  de ver no usar de su negro  
  hasta que topen un blanco.

170

Lugo ¡Mucho sabes! ¿Qué papel  
  es el que traes en el pecho?  
Lagartija ¿Descúbreseme algo dél?  
  Todo el seso sin provecho  
  de Apolo se encierra en él.

175

  Es un romance jácaro,  
  que le igualo y le comparo  
  al mejor que se ha compuesto;  
  echa de la hampa el resto  
  en estilo jaco y raro.

180

  Tiene vocablos modernos,  
  de tal manera que encantan;  
  unos bravos, y otros tiernos;  
  ya a los cielos se levantan,  
  ya bajan a los infiernos.

185

Lugo Dile, pues.  
Lagartija Séle de coro;  
  que ninguna cosa ignoro  
  de aquesta que a luz se saque.  
Lugo ¿Y de qué trata?  
Lagartija De un jaque  
  que se tomó con un toro.

190

Lugo Vaya, Lagartija.  
Lagartija Vaya,  
  y todo el mundo esté atento  
  a mirar cómo se ensaya  
  a pasar mi entendimiento  
  del que más sube la raya.

195

 

  «Año de mil y quinientos  
  y treinta y cuatro corría,  
  a veinte y cinco de mayo,  
  martes, acïago día,  
  sucedió un caso notable

200

  en la ciudad de Sevilla,  
  digno que ciegos le canten,  
  y que poetas le escriban.  
  Del gran corral de los Olmos,  
  do está la jacarandina,

205

  sale Reguilete, el jaque,  
  vestido a las maravillas.  
  No va la vuelta del Cairo,  
  del Catay ni de la China,  
  ni de Flandes, ni Alemania,

210

  ni menos de Lombardía:  
  va la vuelta de la plaza  
  de San Francisco bendita,  
  que corren toros en ella  
  por Santa Justa y Rufina;

215

  y, apenas entró en la plaza,  
  cuando se lleva la vista  
  tras sí de todos los ojos,  
  que su buen donaire miran.  
  Salió en esto un toro hosco,

220

  ¡válasme Santa María!,  
  y, arremetiendo con él,  
  dio con él patas arriba.  
  Dejóle muerto y mohíno,  
  bañado en su sangre misma;

225

  y aquí da fin el romance  
  porque llegó el de su vida.»  

 

Lugo ¿Y éste es el romance bravo  
  que decías?  
Lagartija Su llaneza  
  y su buen decir alabo;

230

  y más, que muestra agudeza  
  en llegar tan presto al cabo.  
Lugo ¿Quién le compuso?  
Lagartija Tristán,  
  que gobierna en San Román  
  la bendita sacristía,

235

  que excede en la poesía  
  a Garcilaso y Boscán.  

 

  Entra, a este instante, una dama, con el manto hasta la mitad del rostro.

 

Dama Una palabra, galán.  
Lugo Ve con Dios; y quizá iré,  
  si estás cierto que allá van.

240

Lagartija Digo que van, yo lo sé;  
  y sé que te aguardarán.  

 

  Éntrase Lagartija.

 

Dama Arrastrada de un deseo  
  sin provecho resistido,  
  a hurto de mi marido,

245

  delante de vos me veo.  
  Lo que este manto os encubre,  
  mirad, y después veréis  

 

  Mírala por debajo del manto.

 

  si es razón que remediéis  
  lo que la lengua os descubre.

250

  ¿Conocéisme?  
Lugo Demasiado.  
Dama En eso veréis la fuerza  
  que me incita, y aun me fuerza,  
  a ponerme en este estado;  
  mas, porque no estéis en calma

255

  pensando a qué es mi venida,  
  digo que a daros mi vida  
  con la voluntad del alma.  
  Vuestra rara valentía  
  y vuestro despejo han hecho

260

  tanta impresión en mi pecho,  
  que pienso en vos noche y día.  
  Quítame este pensamiento  
  pensar en mi calidad,  
  y al gusto la voluntad

265

  da libre consentimiento;  
  y así, sin guardar decoro  
  a quien soy en ningún modo,  
  habré de decirlo todo:  
  sabed, Lugo, que os adoro.

270

  No fea, y muy rica soy;  
  sabré dar, sabré querer,  
  y esto lo echaréis de ver  
  por este trance en que estoy;  
  que la mujer ya rendida,

275

  aunque es toda mezquindad,  
  muestra liberalidad  
  con el dueño de su vida.  
  En la tuya o en mi casa,  
  de mí y de mi hacienda puedes

280

  prometerte, no mercedes,  
  sino servicios sin tasa;  
  y, pues miedo no te alcanza,  
  no te le dé mi marido,  
  que el engaño siempre ha sido

285

  parcial de la confianza.  
  No llegan de los recelos,  
  porque los tiene discretos,  
  a hacer los tristes efectos  
  que suelen hacer los celos;

290

  y, porque nunca ocasión  
  de tenerlos yo le he dado,  
  le juzgo por engañado  
  a nuestra satisfación.  
  ¿Para qué arrugas la frente

295

  y alzas las cejas? ¿Qué es esto?  
Lugo En admiración me ha puesto  
  tu deseo impertinente.  
  Pudieras, ya que querías  
  satisfacer tu mal gusto,

300

  buscar un sujeto al justo  
  de tus grandes bizarrías;  
  pudieras, como entre peras,  
  escoger en la ciudad  
  quien diera a tu voluntad

305

  satisfación con más veras;  
  y así, tuviera disculpa  
  con la alteza del empleo  
  tu mal nacido deseo,  
  que en mi bajeza te culpa.

310

  Yo soy un pobre criado  
  de un inquisidor, cual sabes,  
  de caudal, que está sin llaves,  
  entre libros abreviado;  
  vivo a lo de Dios es Cristo,

315

  sin estrechar el deseo,  
  y siempre traigo el baldeo  
  como sacabuche listo;  
  ocúpome en bajas cosas,  
  y en todas soy tan terrible,

320

  que el acudir no es posible  
  a las que son amorosas:  
  a lo menos, a las altas,  
  como en las que en ti señalas;  
  que son de cuervo mis alas.

325

Dama No te pintes con más faltas,  
  porque en mi imaginación  
  te tiene amor retratado  
  del modo que tú has contado,  
  pero con más perfección.

330

  No pido hagas quimeras  
  de ti mismo; sólo pido,  
  deseo bien comedido,  
  que, pues te quiero, me quieras.  
  Pero, ¡ay de mí, desdichada!

335

  ¡Mi marido! ¿Qué haré?  
  Tiemblo y temo, aunque bien sé  
  que vengo bien disfrazada.  

 

  Entra su marido.

 

Lugo Sosegaos, no os desviéis,  
  que no os ha de descubrir.

340

Dama Aunque me quisiera ir,  
  no puedo mover los pies.  
Marido Señor Lugo, ¿qué hay de nuevo?  
Lugo Cierta cosa que contaros,  
  que me obligaba a buscaros.

345

Dama Irme quiero, y no me atrevo.  
Marido Aquí me tenéis; mirad  
  lo que tenéis que decirme.  
Dama Harto mejor fuera irme.  
Lugo Llegaos aquí y escuchad.

350

  La hermosura que dar quiso  
  el cielo a vuestra mujer,  
  con que la vino a hacer  
  en la tierra un paraíso,  
  ha encendido de manera

355

  de un mancebo el corazón,  
  que le tiene hecho carbón  
  de la amorosa hoguera.  
  Es rico y es poderoso,  
  y atrevido de tal modo,

360

  que atropella y rompe todo  
  lo que es más dificultoso.  
  No quiere usar de los medios  
  de ofrecer ni de rogar,  
  porque, en su mal, quiere usar

365

  de otros más breves remedios.  
  Dice que la honestidad  
  de vuestra consorte es tanta,  
  que le admira y que le espanta  
  tanto como la beldad.

370

  Por jamás le ha descubierto  
  su lascivo pensamiento;  
  que queda su atrevimiento,  
  ante su recato, muerto.  
Marido ¿Es hombre que entra en mi casa?

375

Lugo Róndala, mas no entra en ella.  
Marido Quien casa con mujer bella,  
  de su honra se descasa,  
  si no lo remedia el cielo.  
Dama [Aparte] ¿Qué es lo que tratan los dos?

380

  ¿Si es de mí? ¡Válgame Dios,  
  de cuántos males recelo!  
Lugo Digo, en fin, que es tal el fuego  
  que a este amante abrasa y fuerza,  
  que quiere usar de la fuerza

385

  en cambio y lugar del ruego.  
  Robar quiere a vuestra esposa,  
  ayudado de otra gente  
  como yo, desta valiente,  
  atrevida y licenciosa.

390

  Hame dado cuenta dello,  
  casi como a principal  
  desta canalla mortal,  
  que en hacer mal echa el sello.  
  Yo, aunque soy mozo arriscado,

395

  de los de campo través,  
  ni mato por interés,  
  ni de ruindades me agrado.  
  De ayudalle he prometido,  
  con intento de avisaros;

400

  que es fácil el repararos,  
  estando así prevenido.  
Marido ¿Soy hombre yo de amenazas?  
  Tengo valor, ciño espada.  
Lugo No hay valor que pueda nada

405

  contra las traidoras trazas.  
Marido En fin: ¿mi consorte ignora  
  todo este cuento?  
Lugo Así ella  
  os ofende, como aquella  
  cubierta y buena señora.

410

  Por el cielo santo os juro  
  que no sabe nada desto.  
Marido De ausentarla estoy dispuesto.  
Lugo Eso es lo que yo procuro.  
Marido Yo la pondré donde el viento

415

  apenas pueda tocalla.  
Lugo En el recato se halla  
  buen fin del dudoso intento.  
  Retiradla, que la ausencia  
  hace, pasando los días,

420

  volver las entrañas frías  
  que abrasaba la presencia;  
  y nunca en la poca edad  
  tiene firme asiento amor,  
  y siempre el mozo amador

425

  huye la dificultad.  
Marido El aviso os agradezco,  
  señor Lugo, y algún día  
  sabréis de mi cortesía  
  si vuestra amistad merezco.

430

  El nombre saber quisiera  
  dese galán que me acosa.  
Lugo Eso es pedirme una cosa  
  que de quien soy no se espera.  
  Basta que vais avisado

435

  de lo que más os conviene,  
  y este negocio no tiene  
  más de lo que os he contado.  
  Vuestra consorte, inocente  
  está de todo este hecho;

440

  vos, con esto satisfecho,  
  haced como hombre prudente.  
Marido Casa fuerte y heredad  
  tengo en no pequeña aldea,  
  y llaves, que harán que sea

445

  grande la dificultad  
  que se oponga al mal intento  
  dese atrevido mancebo.  
  Quedaos, que en el alma llevo  
  más de un vario pensamiento.

450

 

  Vase el marido.

 

Dama Entre los dientes ya estaba  
  el alma para dejarme;  
  quise, y no pude mudarme,  
  aunque más lo procuraba.  
  ¡Mucho esfuerzo ha menester

455

  quien, con traidora conciencia,  
  no se alborota en presencia  
  de aquel que quiere ofender!  
Lugo Y más si la ofensa es hecha  
  de la mujer al marido.

460

Dama El nublado ya se ha ido;  
  hazme agora satisfecha,  
  contándome qué querías  
  a mi esclavo y mi señor.  
lugo Hanme hecho corredor

465

  de no sé qué mercancías.  
  Díjele, si las quería,  
  que fuésemos luego a vellas.  
Dama ¿De qué calidad son ellas?  
Lugo De la mayor cuantía;

470

  que le importa, estoy pensando,  
  comprallas, honor y hacienda.  
Dama ¿Cómo haré yo que él entienda  
  esa importancia?  
Lugo Callando.  
  Calla y vete, y así harás

475

  muy segura su ganancia.  
Dama ¿Pues qué traza de importancia  
  en lo de gozarnos das?  
Lugo Ninguna que sea de gusto;  
  por hoy, a lo menos.  
Dama Pues,

480

  ¿cuándo la darás, si es  
  que gustas de lo que gusto?  
Lugo Yo haré por verme contigo.  
  Vete en paz.  
Dama Con ella queda,  
  y el amor contigo pueda

485

  todo aquello que conmigo.  
Lugo Como de rayo del cielo,  
  como en el mar de tormenta,  
  como de improviso afrenta  
  y terremoto del suelo;

490

  como de fiera indignada,  
  del vulgo insolente y libre,  
  pediré a Dios que me libre  
  de mujer determinada.  

 

  Éntrase Lugo.
  Sale el licenciado Tello de Sandoval, amo de Cristóbal de Lugo, y el alguacil que salió primero.

 

Tello ¿Pasan de mocedades?  
Alguacil Es de modo

495

  que, si no se remedia, a buen seguro  
  que ha de escandalizar [al] pueblo todo.  
  Como cristiano, a vuesa merced juro  
  que piensa y hace tales travesuras,  
  que nadie dél se tiene por seguro.

500

Tello ¿Es ladrón?  
Alguacil No, por cierto.  
Tello ¿Quita a escuras  
  las capas en poblado?  
Alguacil No, tampoco.  
Tello ¿Qué hace, pues?  
Alguacil Otras cien mil diabluras.  
  Esto de valentón le vuelve loco:  
  aquí riñe, allí hiere, allí se arroja,

505

  y es en el trato airado el rey y el coco;  
  con una daga que le sirve de hoja,  
  y un broquel que pendiente tray al lado,  
  sale con lo que quiere o se le antoja.  
  Es de toda la hampa respetado,

510

  averigua pendencias y las hace,  
  estafa, y es señor de lo guisado;  
  entre rufos, él hace y él deshace,  
  el corral de los Olmos le da parias,  
  y en el dar cantaletas se complace.

515

  Por tres heridas de personas varias,  
  tres mandamientos traigo y no ejecuto,  
  y otros dos tiene el alguacil Pedro Arias.  
  Muchas veces he estado resoluto  
  de aventurallo todo y de prendelle,

520

  o ya a la clara, o ya con modo astuto;  
  pero, viendo que da en favorecelle  
  tanto vuesa merced, aun no me atrevo  
  a miralle, tocalle ni ofendelle.  
Tello Esa deuda conozco que la debo,

525

  y la pagaré algún día,  
  y procuraré que Lugo  
  use de más cortesía,  
  o le seré yo verdugo,  
  por vida del alma mía.

530

  Mas lo mejor es quitalle  
  de aquesta tierra y llevalle  
  a Méjico, donde voy,  
  no obstante que puesto estoy  
  en reñille y castigalle.

535

  Vuesa merced en buen hora  
  vaya, que yo le agradezco  
  el aviso, y desde agora  
  todo por suyo me ofrezco.  
Alguacil Ya adivino su mejora

540

  sacándole de Sevilla,  
  que es tierra do la semilla  
  holgazana se levanta  
  sobre cualquiera otra planta  
  que por virtud maravilla.

545

 

  Éntrase el alguacil.

 

Tello ¡Que aqueste mozo me engañe,  
  y que tan a suelta rienda  
  a mi honor y su alma dañe!  
  Pues yo haré, si no se enmienda,  
  que de mi favor se estrañe:

550

  que, viéndose sin ayuda,  
  será posible que acuda  
  a la enmienda de su error;  
  que a la sombra del favor  
  crecen los vicios, sin duda.

555

 

  Éntrase Tello.
  Salen dos músicos con guitarras, y Cristóbal con su broquel y daga de ganchos.

 

Lugo Toquen, que ésta es la casa, y al seguro  
  que presto llegue el bramo a los oídos  
  de la ninfa, que he dicho, jerezana,  
  cuya vida y milagros en mi lengua  
  viene cifrada en verso correntío.

560

  A la jácara toquen, pues comienzo.  
Músico 1 ¿Quieres que le rompamos las ventanas  
  antes de comenzar, porque esté atenta?  
Lugo Acabada la música, andaremos  
  aquestas estaciones. Vaya agora

565

  el guitarresco son, y el aquelindo.  

 

  Tocan.

 

  Escucha, la que veniste  
  de la jerezana tierra  
  a hacer a Sevilla guerra  
  en cueros, como valiente;

570

  la que llama su pariente  
  al gran Miramamolín;  
  la que se precia de ruin,  
  como otras de generosas;  
  la que tiene cuatro cosas,

575

  y aun cuatro mil, que son malas;  
  la que pasea sin alas  
  los aires en noche escura;  
  la que tiene a gran ventura  
  ser amiga de un lacayo;

580

  la que tiene un papagayo  
  que siempre la llama puta;  
  la que en vieja y en astuta  
  da quinao a Celestina;  
  la que, como golondrina,

585

  muda tierras y sazones;  
  la que a pares, y aun a nones,  
  ha ganado lo que tiene;  
  la que no se desaviene  
  por poco que se le dé;

590

  la que su palabra y fe  
  que diese jamás guardó;  
  la que en darse a sí excedió  
  a las godeñas más francas;  
  la que echa por cinco blancas

595

  las habas y el cedacillo.  

 

  Asómase a la ventana uno medio desnudo,
  con un paño de tocar y un candil.

 

Uno ¿Están en sí, señores? ¿No dan cata  
  que no los oye nadie en esta casa?  
Músico 1 ¿Cómo así, tajamoco?  
Uno Porque el dueño  
  ha que está ya a la sombra cuatro días.

600

Músico 2 Convaleciente, di: ¿cómo, a la sombra?  
Uno En la cárcel; ¿no entrevan?  
Lugo ¿En la cárcel?  
  Pues, ¿por qué la llevaron?  
Uno Por amiga  
  de aquel Pierres Papín, el de los naipes.  
Músico 1 ¿Aquel francés giboso?  
Uno Aquese mismo,

605

  que en la cal de la Sierpe tiene tienda.  
Lugo ¡Éntrate, bodegón almidonado!  
Músico 2 ¡Zabúllete, fantasma antojadiza!  
Músico 1 ¡Escóndete, podenco cuartanario!  
Uno Éntrome, ladroncitos en cuadrilla;

610

  zabúllome, cernícalos rateros;  
  escóndome, corchetes a lo Caco.  
Lugo ¡Vive Dios, que es de humor el hideputa!  
Uno No tire nadie; estén las manos quedas,  
  y anden las lenguas.  
Músico 1 ¿Quién te tira, sucio?

615

Uno ¿Hay más? ¡Si no me abajo, cuál me paran!  
  ¡Mancebitos, adiós!; que no soy pera,  
  que me han de derribar a terronazos.  

 

  Éntrase.

 

Lugo ¿Han visto los melindres del bellaco?  
  No le tiran, y quéjase.  
Músico 2 Éste es un sastre

620

  remendón muy donoso.  
Músico 1 ¿Qué haremos?  
Lugo Vamos a dar asalto al pastelero  
  que está aquí cerca.  
Músico 2 Vamos, que ya es hora  
  que esté haciendo pasteles; que este ciego  
  que viene aquí nos da a entender cuán cerca

625

 

  Entra un ciego.

 

  viene ya el día.  
Ciego No he madrugado mucho,  
  pues que ya suena gente por la calle.  
  Hoy quiero comenzar por este sastre.  
Lugo ¡Hola, ciego, buen hombre!  
Ciego ¿Quién me llama?  
Lugo Tomad aqueste real, y diez y siete

630

  oraciones decid, una tras otra,  
  por las almas que están en purgatorio.  
Ciego Que me place, señor, y haré mis fuerzas  
  por decirlas devota y claramente.  
Lugo No me las engulláis, ni me echéis sisa

635

  en ellas.  
Ciego No, señor; ni por semejas.  
  A las Gradas me voy, y allí, sentado,  
  las diré poco a poco.  
Lugo ¡Dios os guíe!  

 

  Vase el ciego.

 

Músico 1 ¿Quédate para vino, Lugo amigo?  
Lugo Ni aun un solo cornado.  
Músico 2 ¡Vive Roque,

640

  que tienes condición extraordinaria!  
  Muchas veces te he visto dar limosna  
  al tiempo que la lengua se nos pega  
  al paladar, y sin dejar siquiera  
  para comprar un polvo de Cazalla.

645

Lugo Las ánimas me llevan cuanto tengo;  
  mas yo tengo esperanza que algún día  
  lo tienen de volver ciento por uno.  
Músico 2 ¡A la larga lo tomas!  
Lugo Y a lo corto;  
  que al bien hacer jamás le falta premio.

650

 

  Suena dentro como que hacen pasteles, y canta uno dentro lo siguiente:

 

[Uno] ¡Afuera, consejos vanos,  
  que despertáis mi dolor!  
  No me toquen vuestras manos;  
  que, en los consejos de amor,  
  los que matan son los sanos.

655

 

Músico 1 ¡Hola! Cantando está el pastelerazo,  
  y, por lo menos, los "consejos vanos".  
  ¿Tienes pasteles, cangilón con tetas?  
Pastelero ¡Músico de mohatra sincopado!  
Lugo Pastelero de riego, ¿no respondes?

660

Pastelero Pasteles tengo, mancebitos hampos;  
  mas no son para ellos, corchapines.  
Lugo ¡Abre, socarra, y danos de tu obra!  
Pastelero ¡No quiero, socarrones! ¡A otra puerta,  
  que no se abre aquésta por agora!

665

Lugo ¡Por Dios, que a puntapiés la haga leña  
  si acaso no nos abres, buenos vinos!  
Pastelero ¡Por Dios, que no he de abrir, malos vinagres!  
Lugo "¡Agora lo veredes!", dijo Agrajes.  
Músico 1 ¡Paso, no la derribes! ¡Lugo, tente!

670

 

  Da de coces a la puerta; sale el pastelero y sus secuaces con palas y barrederos y asadores.

 

Pastelero ¡Bellacos, no hay aquí Agrajes que valgan;  
  que, si tocan historias, tocaremos  
  palas y chuzos!  
Músico 2 ¡Enciérrate, capacho!  
Lugo ¿Quieres que te derribe aquesas muelas,  
  remero de Carón el chamuscado?

675

Pastelero ¡Cuerpo de mí! ¿Es Cristóbal el de Tello?  
Músico 1 Él es. ¿Por qué lo dices, zangomango?  
Pastelero Dígolo porque yo le soy amigo  
  y muy su servidor, y para cuatro  
  o para seis pasteles no tenía

680

  para qué romper puertas ni ventanas,  
  ni darme cantaletas ni matracas.  
  Entre Cristóbal, sus amigos entren,  
  y allánese la tienda por el suelo.  
Lugo ¡Vive Dios, que eres príncipe entre príncipes,

685

  y que esa sumisión te ha de hacer franco  
  de todo mi rigor y mal talante!  
  Enváinense la pala y barrederas,  
  y amigos usque ad mortem.  
Pastelero Por San Pito,  
  que han de entrar todos, y la buena estrena

690

  han de hacer a la hornada, que ya sale;  
  y más, que tengo de Alanís un cuero  
  que se viene a las barbas y a los ojos.  
Músico 1 De miedo hace todo cuanto hace  
  aqueste marión.  
lugo No importa nada.

695

  Asgamos la ocasión por el harapo,  
  por el hopo o copete, como dicen,  
  ora la ofrezca el miedo o cortesía.  
  El señor pastelero es cortesísimo,  
  y yo le soy amigo verdadero,

700

  y hacer su gusto por mi gusto quiero.  

 

  Éntranse todos. Sale Antonia con su manto, no muy aderezada, sino honesta.

 

Antonia Si ahora yo le hallase  
  en su aposento, no habría  
  cosa de que más gustase;  
  quizá a solas le diría

705

  alguna que le ablandase.  
  Atrevimiento es el mío:  
  pero dame esfuerzo y brío  
  estos celos y este amor,  
  que rinden con su rigor

710

  al más esento albedrío.  
  Ésta es la casa, y la puerta,  
  como pide mi deseo,  
  parece que está entreabierta;  
  mas, ¡ay!, que a sus quicios veo

715

  yacer mi esperanza muerta.  
  Apenas puedo moverme;  
  pero, en fin, he de atreverme,  
  aunque tan cobarde estoy,  
  porque en el punto de hoy

720

  está el ganarme o perderme.  

 

  Sale el inquisidor Tello de Sandoval, con ropa de levantar, rezando en unas Horas.

 

Tello Deus in adiutorium meum intende,  
  Domine, ad adiuvandum me festina.  
  Gloria Patri, et Filio et Spiritui Sancto,  
  Sicut erat, etc.  
  ¿Quién está ahí? ¿Qué ruido  
  es ése? ¿Quién está ahí?  
Antonia ¡Ay desdichada de mí!  
  ¿Qué es lo que me ha sucedido?

725

Tello Pues, señora, ¿qué buscáis  
  tan de mañana en mi casa?  
  Éste de madrugar pasa.  
  No os turbéis. ¿De qué os turbáis?  
Antonia ¡Señor!  
Tello Adelante. ¿Qué es?

730

  Proseguid vuestra razón.  
Antonia Nunca la errada intención  
  supo enderezar los pies.  
  A Lugo vengo a buscar.  
Tello ¿Mi criado?  
Antonia Sí, señor.

735

Tello ¿Tan de mañana?  
Antonia El amor  
  tal vez hace madrugar.  
Tello ¿Bien le queréis?  
Antonia No lo niego;  
  mas quiérole en parte buena.  
Tello El madrugar os condena.

740

Antonia Siempre es solícito el fuego.  
Tello En otra parte buscad  
  materia que le apliquéis,  
  que en mi casa no hallaréi[s]  
  sino toda honestidad;

745

  y si el mozo da ocasión  
  que le busquéis, yo haré  
  que desde hoy más no os la dé.  
Antonia Enójase sin razón  
  vuesa merced; que, en mi alma,

750

  que el mancebo es de manera,  
  que puede llevar do quiera  
  entre mil honestos palma.  
  Verdad es que él es travieso,  
  matante, acuchillador;

755

  pero, en cosas del amor,  
  por un leño le confieso.  
  No me lleva a mí tras él  
  Venus blanda y amorosa,  
  sino su aguda ganchosa

760

  y su acerado broquel.  
Tello ¿Es valiente?  
Antonia Muy bien puedes  
  sin escrúpulo igualalle,  
  y aun quizá será agravialle,  
  a García de Paredes.

765

  Y por esto este mocito  
  trae a todas las del trato  
  muertas; por ser tan bravato;  
  que en lo demás es bendito.  
Tello Óigole. Escondeos aquí,

770

  porque quiero hablar con él  
  sin que os vea.  
Antonia ¡Que no es él!  
Tello Es, sin duda; yo le oí.  
  Después os daré lugar  
  para hablarle.  
Antonia Sea en buen hora.

775

 

  Escóndese Antonia. Entra Lugo en cuerpo, pendiente a las espaldas el broquel y la daga, y trae el rosario en la mano.

 

Lugo Mi señor suele a esta hora  
  de ordinario madrugar.  
  Mirad si lo dije bien;  
  hele aquí. Yo apostaré  
  que hay sermón do no pensé.

780

  Acábese presto. Amén.  
Tello ¿De dónde venís, mancebo?  
Lugo ¿De dó tengo de venir?  
Tello De matar y de herir,  
  que esto para vos no es nuevo.

785

Lugo A nadie hiero ni mato.  
Tello Siete veces te he librado  
  de la cárcel.  
Lugo Ya es pasado  
  aquése, y tengo otro trato.  
Tello Más sé que hay de un mandamiento

790

  para prenderte en la plaza.  
Lugo Sí; mas ninguno amenaza  
  a que dé coces al viento:  
  que todas son liviandades  
  de mozo las que me culpan,

795

  y a mí mismo me disculpan,  
  pues no llegan a maldades.  
  Ellas son cortar la cara  
  a un valentón arrogante,  
  una matraca picante,

800

  aguda, graciosa y rara;  
  calcorrear diez pasteles  
  o cajas de diacitrón;  
  sustanciar una quistión  
  entre dos jaques noveles;

805

  el tener en la dehesa  
  dos vacas, y a veces tres,  
  pero sin el interés  
  que en el trato se profesa;  
  procurar que ningún rufo

810

  se entone do yo estuviere,  
  y que estime, sea quien fuere,  
  la suela de mi pantufo.  
  Estas y otras cosas tales  
  hago por mi pasatiempo,

815

  demás que rezo algún tiempo  
  los psalmos penitenciales;  
  y, aunque peco de ordinario,  
  pienso, y ello será ansí,  
  dar buena cuenta de mí

820

  por las de aqueste rosario.  
Tello Dime, simple: ¿y tú no ves  
  que desa tu plata y cobre,  
  es dar en limosna al pobre  
  del puerco hurtado los pies?

825

  Haces a Dios mil ofensas,  
  como dices, de ordinario,  
  ¿y con rezar un rosario,  
  sin más, ir al cielo piensas?  
  Entra por un libro allí,

830

  que está sobre aquella mesa.  
  Dime: ¿qué manera es ésa  
  de andar, que jamás la vi?  
  ¿Hacia atrás? ¿Eres cangrejo?  
  Vuélvete. ¿Qué novedad

835

  es ésa?  
Lugo Es curiosidad  
  y cortesano consejo  
  que no vuelva el buen criado  
  las espaldas al señor.  
Tello Crianza de tal tenor,

840

  en ninguno la he notado.  
  Vuelve, digo.  
Lugo Ya me vuelvo:  
  que por esto el paso atrás  
  daba.  
Tello En que eres Satanás  
  desde agora me resuelvo.

845

  ¿Armado en casa? ¿Por suerte  
  tienes en ella enemigos?  
  Sí tendrás, cual son testigos  
  los ministros de la muerte  
  que penden de tu pretina,

850

  y en ellos has confirmado  
  que el mozo descaminado,  
  como tú, hacia atrás camina.  
  ¡Bien iré a la Nueva España  
  cargado de ti, malino;

855

  bien a hacer este camino  
  tu ingenio y virtud se amaña!  
  Si, en lugar de libros, llevas  
  estas joyas que veo aquí,  
  por cierto que das de ti

860

  grandes e ingeniosas pruebas.  
  ¡Bien responde la esperanza  
  en que engañado he vivido  
  al cuidado que he tenido  
  de tu estudio y tu crianza!

865

  ¡Bien me pagas, bien procuras  
  que tu humilde nacimiento  
  en ti cobre nuevo asiento,  
  menos bríos y venturas!  
  En balde será avisarte,

870

  por ejemplos que te den,  
  que nunca se avienen bien  
  Aristóteles y Marte,  
  y que está en los aranceles  
  de la discreción mejor

875

  que no guardan un tenor  
  las súmulas y broqueles.  
  Espera, que quiero darte  
  un testigo de quién eres,  
  si es que hacen las mujeres

880

  alguna fe en esta parte.  
  Salid, señora, y hablad  
  a vuestro duro diamante,  
  honesto, pero matante,  
  Valiente, pero rufián.

885

 

  Sale Antonia.

 

Lugo Demonio, ¿quién te ha traído
  aquí? ¿Por qué me persigues,
  si ningún fruto consigues
  de tu intento malnacido?

 

  Entra Lagartija, asustado.

 

Tello Mancebo, ¿qué buscáis vos?

890

  ¡Con sobresalto venís!  
  ¿Qué respondéis? ¿Qué decís?  
Lagartija Digo que me valga Dios;  
  digo que al so Lugo busco.  
Tello Veisle ahí: dadle el recado.

895

Lagartija De cansado y de turbado,  
  en las palabras me ofusco.  
Lugo Sosiégate, Lagartija,  
  y dime lo que me quieres.  
Lagartija Considerando quién eres,

900

  mi alma se regocija  
  y espera de tu valor  
  que saldrás con cualquier cosa.  
Lugo Bien; ¿qué hay?  
Lagartija ¡A Carrascosa  
  le llevan preso, señor!

905

Lugo ¿Al padre?  
Lagartija Al mismo.  
Lugo ¿Por dónde  
  le llevan? ¡Dímelo, acaba!  
Lagartija Poquito habrá que llegaba  
  junto a la puerta del conde  
  del Castellar.  
Lugo ¿Quién le lleva,

910

  y por qué, si lo has sabido?  
Lagartija Por pendencia, a lo que he oído;  
  y el alguacil Villanueva,  
  con dos corchetes, en peso  
  le llevan, como a un ladrón.

915

  ¡Quebrárate el corazón  
  si le vieras!  
Lugo ¡Bueno es eso!  
  Camina y guía, y espera  
  buen suceso deste caso,  
  si los alcanza mi paso.

920

Lagartija ¡Muera Villanueva!  
Lugo ¡Muera!  

 

  Vase Lagartija y Lugo, alborotados.

 

Tello ¿Qué padre es éste? ¿Por dicha,  
  llevan a algún fraile preso?  
Antonia No, señor, no es nada deso:  
  que éste es padre de desdicha,

925

  puesto que en su oficio gana  
  más que dos padres, y aun tres.  
Tello Decidme de qué Orden es.  
Antonia De los de la casa llana.  
  Es alcaide, con perdón,

930

  señor, de la mancebía,  
  a quien llaman padre hoy día  
  las de nuestra profesión;  
  su tenencia es casa llana,  
  porque se allanan en ella

935

  cuantas viven dentro della.  
Tello Bien el nombre se profana  
  en eso de alcaide y padre,  
  nombres honrados y buenos.  
Antonia Quien vive en ella, a lo menos,

940

  no estará sin padre y madre  
  jamás.  
Tello Ahora bien: señora,  
  id con Dios, que a este mancebo  
  yo os le pondré como nuevo.  
Antonia Tras él voy.  
Tello Id en buen hora.

945

 

  Sale el Alguacil que suele, con dos corchetes, que traen preso a Carrascosa, padre de la mancebía.

 

Padre Soy de los Carrascosas de Antequera,  
  y tengo oficio honrado en la república,  
  y háseme de tratar de otra manera.  
  Solíanme hablar a mí por súplica,  
  y es mal hecho y mal caso que se atreva

950

  hacerme un alguacil afrenta pública.  
  Si a un personaje como yo se lleva  
  de aqueste modo, ¿qué hará a un mal hombre?  
  Por Dios, que anda muy mal, sor Villanueva;  
  mire que da ocasión a que se asombre

955

  el que viere tratarme desta suerte.  
Alguacil Calle, y la calle con más prisa escombre,  
  porque le irá mejor, si en ello advierte.  

 

  Entra a este instante Lugo, puesta la mano en la daga y el broquel; viene con él Lagartija y Lobillo.

 

Lugo Todo viviente se tenga,  
  y suelten a Carrascosa

960

  para que conmigo venga,  
  y no se haga otra cosa,  
  aunque a su oficio convenga.  
  Ea, señor Villanueva,  
  dé de contentarme prueba,

965

  como otras veces lo hace.  
Alguacil Señor Lugo, que me place.  
Corchete ¡Juro a mí que se le lleva!  
Lugo Padre Carrascosa, vaya  
  y éntrese en San Salvador,

970

  y a su temor ponga raya.  
Lagartija Este Cid Campeador  
  mil años viva y bien haya.  
Alguacil Cristóbal, eche de ver  
  que no me quiero perder

975

  y que le sirvo.  
Lugo Está bien;  
  yo lo miraré muy bien  
  cuando fuere menester.  
Alguacil ¡Agradézcalo al padrino,  
  señor padre!  
Lobillo No haya más,

980

  y siga en paz su camino.  
Corchete ¿Este mozo es Barrabás,  
  o es Orlando el Paladino?  
  ¡No hay hacer baza con él!  

 

  Éntrase el Alguacil y los corchetes.

 

Padre Nuevo español bravonel,

985

  con tus bravatas bizarras  
  me has librado de las garras  
  de aquel tacaño Luzbel.  
  Yo me voy a retraer,  
  por sí o por no. ¡Queda en paz,

990

  honor de la hampa y ser!  
Lugo Dices bien, y aqueso haz,  
  que yo después te iré a ver.  
  ¡Bien se ha negociado!  
Lobillo Bien;  
  sin sangre, sin hierro o fuego.

995

Lugo De cólera venía ciego,  
  y enfadado.  
Lobillo Y yo también.  
  Vamos a cortarla aquí  
  con un polvo de lo caro.  
Lugo En otras cosas reparo

1000

  que me importan más a mí.  
  Ir quiero agora a jugar  
  con Gilberto, un estudiante  

 

  que siempre ha sido mi azar,  
  hombre que ha de ser bastante

1005

  a hacerme desesperar.  
  Cuanto tengo me ha ganado;  
  solamente me han quedado  
  unas súmulas, y a fe  
  que, si las pierdo, que sé

1010

  cómo esquitarme al doblado.  
Lobillo Yo te daré una baraja  
  hecha, con que le despojes  
  sin que le dejes alhaja.  
Lugo ¡Largo medio es el que escoges!

1015

  Otro sé por do se ataja.  
  Juro a Dios omnipotente  
  que, si las pierdo al presente,  
  me he de hacer salteador.  
Lobillo ¡Resolución de valor

1020

  y traza de hombre prudente!  
  Si pierdes, ¡ojalá pierdas!,  
  yo mostraré en tu ejercicio  
  que estas manos no son lerdas.  
Lagartija Siempre fue usado este oficio

1025

  de personas que son cuerdas,  
  industriosas y valientes,  
  por los casos diferentes  
  que se ofrecen de contino.  
Lobillo De seguirte determino.

1030

Lagartija Por tuyo es bien que me cuentes.  
  Ya ves que mi voluntad  
  es de alquimia, que se aplica  
  al bien como a la maldad.  
Lugo Esa verdad testifica

1035

  tu fácil habilidad.  
  No te dejaré jamás;  
  y adiós.  
Lobillo Lugo, ¿qué, te vas?  
Lugo Luego seré con vosotros.  
Lagartija Pues, ¡sus!, vámonos nosotros

1040

  a la ermita del Compás.  

 

  Éntranse todos, y sale Peralta, estudiante, y Antonia.

 

Antonia Si ha de ser hallarle acaso,  
  mis desdichas son mayores.  
Peralta ¿Son celos, o son amores  
  los que aquí os guían el paso,

1045

  señora Antonia?  
Antonia No sé,  
  si no es rabia, lo que sea.  
Peralta Por cierto, muy mal se emplea  
  en tal sujeto tal fe.  
Antonia No hay parte tan escondida,

1050

  do no se sepa mi historia.  
Peralta Hácela a todos notoria  
  el veros andar perdida  
  buscando siempre a este hombre.  
Antonia ¿Hombre? Si él lo fuera, fuera

1055

  descanso mi angustia fiera.  
  Mas no tiene más del nombre;  
  conmigo, a lo menos.  
Peralta ¿Cómo?  
Antonia Esto, sin duda, es así;  
  que Amor le hirió para mí

1060

  con las saetas de plomo.  
  No hay yelo que se le iguale.  
Peralta Pues, ¿por qué le queréis tanto?  
Antonia Porque me alegro y me espanto  
  de lo que con hombres vale.

1065

  ¿Hay más que ver que le dan  
  parias los más arrogantes,  
  de la heria los matantes,  
  los bravos de San Román?  
  ¿Y hay más que vivir segura,

1070

  la que fuere su respeto,  
  de verse en ningún aprieto  
  de los de nuestra soltura?  
  Quien tiene nombre de suya,  
  vive alegre y respetada;

1075

  a razón enamorada,  
  no hay ninguna que la arguya.  

 

  Vase Antonia.

 

Peralta Estas señoras del trato  
  precian más, en conclusión,  
  un socarra valentón

1080

  que un Medoro gallinato.  
  En efecto, gran lisión  
  es la desta moza loca.  
  Ya la campanilla toca;  
  entrémonos a lición.

1085

 

  Entra Peralta, y salen Gilberto, estudiante, y Lugo.

 

 

Gilberto Ya irás contento, y ya puedes  
  dejar de gruñir un rato,  
  y ya puedes dar barato  
  tal, que parezcan mercedes.  
  Más me has ganado este día,

1090

  que yo en ciento te he ganado.  
Lugo Así es verdad.  
Gilberto Que buen grado  
  le venga a mi cortesía.  
  ¿Yo tus súmulas? ¡Estaba  
  loco, sin duda ninguna!

1095

Lugo Sucesos son de fortuna.  
Gilberto Ya yo los adivinaba;  
  porque al tahúr no le dura  
  mucho tiempo el alegría,  
  y el que de naipes se fía,

1100

  tiene al quitar la ventura.  
  Hoy de cualquiera quistión  
  has de salir vitorioso;  
  y adiós, señor ganancioso,  
  que yo me vuelvo a lición.

1105

 

  Éntrase Gilberto y sale el marido de la mujer que salió primero.

 

Marido Señor Lugo, a gran ventura  
  tengo este encuentro.  
Lugo Señor,  
  ¿qué hay de nuevo?  
Marido Aquel temor  
  de ser ofendido aún dura.  
  Tengo a mi consorte amada

1110

  retirada en una aldea,  
  y para que el sol la vea,  
  apenas halla la entrada.  
  Con aquel recato vivo  
  que me mandasteis tener,

1115

  y muérome por saber  
  de quién tanto mal recibo.  
Lugo Ya aquel que pudo poneros  
  en cuidado está de suerte  
  que llegará al de la muerte,

1120

  y no al punto de ofenderos.  
  Quietad con este seguro  
  el celoso ansiado pecho.  
Marido Con eso voy satisfecho,  
  y de serviros lo juro.

1125

  Hacer podéis de mi hacienda,  
  Lugo, a vuestra voluntad.  
Lugo Pasó mi necesidad,  
  no hay ninguna que me ofenda;  
  y así, sólo en recompensa

1130

  recibo vuestro deseo.  
marido No aquel estilo en vos veo  
  que el vulgo, engañado, piensa.  
  Adiós, señor Lugo.  

 

  Vase.

 

Lugo Adiós.

 

  Entra Lagartija.

 

  Pues, Lagartija, ¿a qué vienes?

1135

Lagartija ¡Qué gentil remanso tienes!  
  ¿No ves que dará las dos,  

 

  Reza Lugo.

 

  y te está esperando toda  
  la chirinola hampesca?  
  Ven, que la tarde hace fresca

1140

  y a los tragos se acomoda.  
  ¿Cuando te están esperando  
  tus amigos con más gusto,  
  andas, cual si fueras justo,  
  avemarías tragando?

1145

  O sé rufián, o sé santo;  
  mira lo que más te agrada.  
  Voime, porque ya me enfada  
  tanta Gloria y Patri tanto.  

 

  Vase Lagartija.

 

Lugo Solo quedo, y quiero entrar

1150

  en cuentas conmigo a solas,  
  aunque lo impidan las olas  
  donde temo naufragar.  
  Yo hice voto, si hoy perdía,  
  de irme a ser salteador:

1155

  claro y manifiesto error  
  de una ciega fantasía.  
  Locura y atrevimiento  
  fue el peor que se pensó,  
  puesto que nunca obligó

1160

  mal voto a su cumplimiento.  
  Pero, ¿dejaré por esto  
  de haber hecho una maldad,  
  adonde mi voluntad  
  echó de codicia el resto?

1165

  No, por cierto. Mas, pues sé  
  que contrario con contrario  
  se cura muy de ordinario,  
  contrario voto haré,  
  y así, le hago de ser

1170

  religioso. Ea, Señor;  
  veis aquí a este salteador  
  de contrario parecer.  
  Virgen, que Madre de Dios  
  fuiste por los pecadores,

1175

  ya os llaman salteadores;  
  oídlos, Señora, vos.  
  Ángel de mi guarda, ahora  
  es menester que acudáis,  
  y el temor fortalezcáis

1180

  que en mi alma amarga mora.  
  Ánimas de purgatorio,  
  de quien continua memoria  
  he tenido, séaos notoria  
  mi angustia, y mi mal notorio;

1185

  y, pues que la caridad  
  entre esas llamas no os deja,  
  pedid a Dios que su oreja  
  preste a mi necesidad.  
  Psalmos de David benditos,

1190

  cuyos misterios son tantos  
  que sobreceden a cuantos  
  renglones tenéis escritos,  
  vuestros conceptos me animen,  
  que he advertido veces tantas,

1195

  a que yo ponga mis plantas  
  donde al alma no lastimen:  
  no en los montes salteando  
  con mal cristiano decoro,  
  sino en los claustros y el coro

1200

  desnudas, y yo rezando.  
  ¡Ea, demonios: por mil modos  
  a todos os desafío,  
  y en mi Dios bueno confío  
  que os he de vencer a todos!

1205

 

  Éntrase, y suenan a este instante las chirimías; descúbrese una gloria o, por lo menos, un Ángel, que, en cesando la música, diga:

 

[Ángel] Cuando un pecador se vuelve
  a Dios con humilde celo,
  se hacen fiestas en el cielo.

 

  Fin del acto primero

 

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Última actualización: 16/12/97.