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COMEDIA FAMOSA INTITULADA

LA GRAN SULTANA DOÑA CATALINA DE OVIEDO

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Jornada Tercera

  Salen Rustán y Mamí.

 

Mamí A no volver tan presto  
  del grave parasismo,  
  la Sultana quedara  
  sin padre, y sin maestro el elefante.

1880

  Volvió, y a voces dijo:  
  ``¿Qué es de mi padre? ¡Ay triste!  
  ¿Adónde está mi padre?'',  
  buscándole por todo con la vista.  
  Sin esperar respuestas

1885

  de preguntas tardías,  
  el gran señor mandóme  
  que acudiese a quitar del palo o fuego  
  a los dos tarasíes,  
  certísimo adivino

1890

  que el más anciano era  
  de su querida prenda el padre amado.  
  Corrí, llegué, y hallélos  
  a tiempo que ya estaba  
  aguzando el verdugo

1895

  las puntas de los palos del suplicio.  
  El español maestro,  
  apenas se vio libre,  
  cuando, dando dos brincos,  
  dijo: ``¡Gracias a Dios y a mi dicípulo!'';

1900

  creyendo, a lo que creo,  
  que le daban la vida  
  porque él el habla diese  
  que tiene prometida al elefante.  
  Al padre anciano truje

1905

  ante la Gran Sultana,  
  que con abrazos tiernos  
  le recibió, besándole mil veces.  
  Allí se dieron cuenta,  
  aunque en razones cortas,

1910

  de mil sucesos varios  
  al padre y a la hija acontecidos.  
  Finalmente, mandóme  
  el Gran Señor que hiciese  
  cómo en la judería

1915

  se alojase su suegro.  
  Ordena que le sirvan  
  a la cristiana usanza,  
  con pompa y aparato  
  que dé fe de su amor y su grandeza.

1920

Rustán ¡Estraño caso es éste!  
  Ámala tiernamente;  
  su voluntad se rige  
  por la de la cristiana.  
  Al gran cadí no quiso

1925

  escuchar, sospechoso  
  que con reprehensiones  
  pesadas sus intentos afearía.  
  Quiere de aquí a dos días  
  con ella y sus cautivas

1930

  holgarse en el serrallo  
  con bailes y con danzas cristianiscas.  
  Músicos he buscado,  
  cautivos y españoles,  
  que alegres solenicen

1935

  la fiesta, en el serrallo jamás vista.  
  ¿Haré que vayan limpios  
  y vestidos de nuevo?  
Mamí Sí, pero como esclavos.  
Rustán A dar lugar el tiempo, mejor fuera

1940

  que fueran como libres,  
  con plumas y con galas,  
  representando al vivo  
  los saraos que en España se acostumbran.  
Mamí No te metas en eso,

1945

  pues ves que no es posible.  
Rustán Ya la Sultana tiene  
  un vestido español.  
Mamí ¿Y quién le hizo?  
[Rustán] Un judío le trujo  
  de Argel, a do llegaron

1950

  dos galeras de corso,  
  colmas de barcas, fuertes de despojos,  
  y allí compró el judío  
  el vestido que he dicho.  
Mamí Será indecencia grande

1955

  vestirse una sultana ropa ajena.  
Rustán Tiene tanto deseo  
  de verse sin el traje  
  turquesco, que imagino  
  que de jerga y sayal se vestiría,

1960

  como el vestido fuese  
  cortado a lo cristiano.  
Mamí A mí, mas que se vista  
  de hojas de palmitos o lampazos.  
Rustán Mamí, vete en buen hora,

1965

  porque he de hacer mil cosas.  
Mamí Y yo dos mil y tantas  
  en el servicio del señor Oviedo.  

 

  Éntranse.
  Salen la Sultana y su padre, vestido de negro.

 

Padre Hija, por más que me arguyas,  
  no puedo darme a entender

1970

  sino que has venido a ser  
  lo que eres por culpas tuyas;  
  quiero decir, por tu gusto:  
  que, a tenerle más cristiano,  
  no gozara este tirano

1975

  de gusto que es tan injusto.  
  ¿Qué señales de cordeles  
  descubren tus pies y brazos?  
  ¿Qué ataduras o qué lazos  
  fueron para ti crüeles?

1980

  De tu propia voluntad  
  te has rendido, convencida  
  desta licenciosa vida,  
  desta pompa y majestad.  
Sultana Si yo de consentimiento

1985

  pacífico he convenido  
  con el deste descreído,  
  ministro de mi tormento,  
  todo el Cielo me destruya,  
  y, atenta a mi perdición,

1990

  se me vuelva en maldición,  
  padre, la bendición tuya.  
  Mil veces determiné  
  antes morir que agradalle;  
  mil veces, para enojalle,

1995

  sus halagos desprecié;  
  pero todo mi desprecio,  
  mis desdenes y arrogancia  
  fueron medio y circustancia  
  para tenerme en más precio.

2000

  Con mi celo le encendía,  
  con mi desdén le llamaba,  
  con mi altivez le acercaba  
  a mí cuando más huía.  
  Finalmente, por quedarme

2005

  con el nombre de cristiana,  
  antes que por ser sultana,  
  medrosa vine a entregarme.  
Padre Has de advertir en tu mal,  
  y sé que lo advertirás,

2010

  que, por lo menos, estás,  
  hija, en pecado mortal.  
  Mira el estado que tienes,  
  y mira cómo te vales,  
  porque está lleno de males,

2015

  aunque parece de bienes.  
Sultana Pues sabrás aconsejarme,  
  dime, mas es disparate:  
  ¿será justo que me mate,  
  ya que no quieren matarme?

2020

  ¿Tengo de morir a fuerza  
  de mí misma? Si no quiere  
  Él que viva, ¿me requiere  
  matarme por gusto o fuerza?  
Padre Es la desesperación

2025

  pecado tan malo y feo,  
  que ninguno, según creo,  
  le hace comparación.  
  El matarse es cobardía  
  y es poner tasa a la mano

2030

  liberal del Soberano  
  Bien que nos sustenta y cría.  
  Esta gran verdad se ha visto  
  donde no puede dudarse:  
  que más pecó en ahorcarse

2035

  Judas que en vender a Cristo.  
Sultana Mártir soy en el deseo,  
  y, aunque por agora duerma  
  la carne frágil y enferma  
  en este maldito empleo,

2040

  espero en la luz que guía  
  al cielo al más pecador,  
  que ha de dar su resplandor  
  en mi tiniebla algún día;  
  y desta cautividad,

2045

  adonde reino ofendida,  
  me llevará arrepentida  
  a la eterna libertad.  
Padre Esperar y no temer  
  es lo que he de aconsejar,

2050

  pues no se puede abreviar  
  de Dios el sumo poder.  
  En su confianza atino,  
  y no en mal discurso pinto  
  deste ciego laberinto

2055

  a la salida el camino;  
  pero si fuera por muerte,  
  no la huyas, está firme.  
Sultana Mis propósitos confirme  
  el cielo en mi triste suerte,

2060

  para que, poniendo el pecho  
  al rigor jamás pensado,  
  Él quede de mí pagado  
  y vos, padre, satisfecho.  
  Y voyme, porque esta tarde

2065

  tengo mucho en que entender;  
  que el Gran Señor quiere hacer  
  de mis donaires alarde.  
  Si os queréis hallar allí,  
  padre, en vuestra mano está.

2070

Padre ¿Cómo hallarse allí podrá  
  quien está perdido aquí?  
  Guardarás de honestidad  
  el decoro en tus placeres,  
  y haz aquello que supieres

2075

  alegre y con brevedad;  
  da indicios de bien criada  
  y bien nacida.  
Sultana Sí haré,  
  puesto que sé que no s[é]  
  de gracias algo, ni aun nada.

2080

Padre ¡Téngate Dios de su mano!  
  ¡Ve con él, prenda querida,  
  malcontenta y bien servida;  
  yo, triste y alegre en vano!  

 

  Éntranse, y la Sultana se ha de vestir a lo cristiano, lo más bizarramente que pudiere.
  Salen los dos músicos, y Madrigal con ellos, como cautivos, con sus almillas coloradas, calzones de lienzo blanco, borceguíes negros, todo nuevo, con vueltas sin lechuguillas. Madrigal traiga unas sonajas, y los demás sus guitarras. Señálanse los músicos primero y segundo.

 

[Músico] Otro es esto que estar al pie del palo,

2085

  esperando la burla que os tenía  
  algo de mal talante.  
Madrigal ¡Por San Cristo,  
  que estaba algo mohíno! Media entena  
  habían preparado y puesto a punto  
  para ser asador de mis redaños.

2090

[Músico] ¿Quién os metió a ser sastre?  
Madrigal El que nos mete  
  agora a todos tres a ser poetas,  
  músicos y danzantes y bailistas:  
  el diablo, a lo que creo, y no otro alguno.  
[Músico] A no volver en sí la Gran Sultana

2095

  tan presto, ¡cuál quedábades, bodega!  
Madrigal Como conejo asado, y no en parrillas.  
  ¡Mirad este tirano!  
[Músico] Hablad pasito.  
  ¡Mala Pascua os dé Dios! ¿No se os acuerda  
  de aquel refrán que dicen comúnmente

2100

  que las paredes oyen?  
Madrigal Hablo paso,  
  y digo...  
[Músico] ¿Qué decís? No digáis nada.  
Madrigal Digo que el Gran Señor tiene sus ímpetus,  
  como otro cualquier rey de su tamaño,  
  y temo que a cualquiera zancadilla

2105

  que demos en la danza ha de pringarnos.  
[Músico] ¿Y sabéis vos danzar?  
Madrigal Como una mula;  
  pero tengo un romance correntío,  
  que le pienso cantar a la loquesca,  
  que trata ad longum todo el gran suceso

2110

  de la grande sultana Catalina.  
[Músico] ¿Cómo lo sabéis vos?  
Madrigal Su mismo padre  
  me lo ha contado todo ad pedem litere.  
[Músico] ¿Qué cantaremos más?  
Madrigal Mil zarabandas,  
  mil zambapalos lindos, mil chaconas,

2115

  y mil pésame dello, y mil folías.  
[Músico] ¿Quién las ha de bailar?  
Madrigal La Gran Sultana.  
[Músico] Imposible es que sepa baile alguno,  
  porque de edad pequeña, según dicen,  
  perdió la libertad.  
Madrigal Mirad, Capacho,

2120

  no hay mujer española que no salga  
  del vientre de su madre bailadora.  
[Músico] Ésa es razón que no la contradigo;  
  pero dudo en que baile la Sultana  
  por guardar el decoro a su persona.

2125

[Músico] También danzan las reinas en saraos.  
Madrigal Verdad; y a solas mil desenvolturas,  
  guardando honestidad, hacen las damas.  
[Músico] Si nos hubieran dado algún espacio  
  para poder juntarnos y acordarnos,

2130

  trazáramos quizá una danza alegre,  
  cantada a la manera que se usa  
  en las comedias que yo vi en España;  
  y aun Alonso Martínez, que Dios haya,  
  fue el primer inventor de aquestos bailes,

2135

  que entretienen y alegran juntamente,  
  más que entretiene un entremés [de] hambriento,  
  ladrón o apaleado.  
[Músico] Verdad llana.  
Madrigal Desta vez nos empalan; désta vamos  
  a ser manjar de atunes y de tencas.

2140

[Músico] Madrigal, ésa es mucha cobardía;  
  mentiroso adivino siempre seas.  

 

  Entra Rustán.

 

Rustán Amigos, ¿estáis todos?  
Madrigal Todos juntos,  
  como nos ves, con nuestros instrumentos;  
  pero todos con miedo tal, que temo

2145

  que habemos de oler mal desde aquí a poco.  
Rustán Limpios y bien vestidos vais, de nuevo;  
  no temáis, y venid, que ya os espera  
  el Gran Señor.  
Madrigal [Yo] juro a mi pecado  
  que voy.  
  ¡Dios sea en mi ánima!  
[Músico] No temas,

2150

  que nos haces temer sin cosa alguna,  
  y ayuda a los osados la Fortuna.  

 

  Éntranse.
  Sale Mamí a poner un estrado, con otros dos o tres garzones; tienden una alfombra turca, con cinco o seis almohadas de terciopelo de color.

 

Mamí Tira más desa parte, Muza, tira;  
  entra por los cojines tú, Arnaute;  
  y tú, Bairán, ten cuenta que las flores

2155

  se esparzan por do el Gran Señor pisare,  
  y enciende los pebetes. ¡Ea, acabemos!  

 

  Hácese todo esto sin responder los garzones, y, en estando puesto el estrado, entra el Gran Turco, Rustán y los músicos y Madrigal.

 

Turco ¿Sois español[es], por ventura?  
Madrigal Somos.  
Turco ¿De Aragón o andaluces?  
Madrigal Castellanos.  
Turco ¿Soldados, o oficiales?  
Madrigal Oficiales.

2160

Turco ¿Qué oficio tenéis vos?  
Madrigal ¿Yo? Pregonero.  
Turco Y éste, ¿qué oficio tiene?  
Madrigal Guitarrista:  
  quiero decir que tañe una guitarra  
  peor ochenta veces que su madre.  
Turco ¿Qué habilidad esotro tiene?  
Madrigal Grande:

2165

  costales cose, y sabe cortar guantes.  
Turco ¡Por cierto, los oficios son de estima!  
Madrigal ¿Quisieras tú, señor, que el uno fuera  
  herrero, y maestro de hacha fuera el otro,  
  y el otro polvorista, o, por lo menos,

2170

  maestro de fundar artillería?  
Turco A serlo, os estimara y regalara  
  sobre cuantos cautivos tengo.  
Madrigal Bueno;  
  en humo se nos fuera la esperanza  
  de tener libertad.  
Turco Cuando Alá gusta,

2175

  hace cautivo aquél, y aquéste libre:  
  no hay al querer de Alá quien se le oponga.  
  Mirad si viene Catalina.  
Rustán Viene,  
  y adonde pone la hermosa planta  
  un clavel o azucena se levanta.

2180

 

  Entra la Sultana, vestida a lo cristiano, como ya he dicho, lo más ricamente que pudiere; trae al cuello una cruz pequeña de ébano; salen con ella Zaida y Zelinda, que son Clara y Lamberto, y los tres garzones que pusieron el estrado.

 

Turco Bien vengas, humana diosa,  
  con verdad, y no opinión;  
  más que los cielos hermosa,  
  centro do mi corazón  
  se alegra, vive y reposa;

2185

  a mis ojos más lozana  
  que de abril fresca mañana,  
  cuando, en brazos de la aurora,  
  pule, esmalta, borda y dora  
  el campo y al mundo ufana.

2190

  No es menester mudar traje  
  para que os rinda, contento,  
  todo el orbe vasallaje.  
Sultana Tantas alabanzas siento  
  que me han de servir de ultraje,

2195

  pues siempre la adulación  
  nunca dice la razón  
  como en el alma se siente,  
  y así, cuando alaba, miente.  
Madrigal A un mentís, un bofetón.

2200

[Músico] 2º Madrigal amigo, advierte  
  dónde estamos; no granjees  
  con tu lengua nuestra muerte.  
Turco Puede el valor que posees  
  sobre el cielo engrandecerte.

2205

  Ven, señora, y toma asiento,  
  que hoy mi alma tiene intento,  
  dulce fin de mis enojos,  
  de hacerse toda ojos  
  por mirarte a su contento.

2210

 

  Siéntese el Turco y la Sultana en las almohadas; quedan en pie Rustán y Mamí y los músicos.

 

Mamí A la puerta está el cadí.  
Turco Ábrele, y entre, Mamí,  
  pues no hay negarle la entrada.  
  Esta visita me enfada,  
  y más por hacerse aquí.

2215

  Vendráme a reprehender,  
  a reñir y a exagerar  
  que tengo en mi proceder,  
  como altivez en mandar,  
  llaneza en obedecer.

2220

  Inútil reprehensor  
  ha de ser, porque el Amor,  
  cuyas hazañas alabo,  
  teniéndome por su esclavo  
  no me deja ser señor.

2225

 

  Entra el Cadí.

 

Cadí ¿Qué es lo que veo? ¡Ay de mí!  
  ¡Cielo, que esto consintáis!  
Turco ¡Por vida del gran cadí,  
  que no me reprehendáis,  
  y que os sentéis junto a mí!

2230

  Porque las reprehensiones  
  piden lugar y ocasiones  
  diferentes que éstas son.  
Cadí Enmudezca mi razón  
  el silencio que me pones.

2235

  Callo y siéntome.  
Turco Ansí haced.  
  Vosotros, como he pedido,  
  a darme gusto atended;  
  que yo sabré, agradecido,  
  hacer a todos merced.

2240

Madrigal Antes de llegar al trance  
  del baile nunca aprendido,  
  oye, señor, un romance.  
Músico ¡Plega a Dios que este perdido  
  no nos pierda en este lance!

2245

Madrigal Y has de saber que es la historia  
  de la vida de tu gloria;  
  y cantaréle muy presto,  
  porque soy único en esto,  
  y lo sé bien de memoria.

2250

  «En un bajel de diez bancos,  
  de Málaga, y en ivierno,  
  se embarcó para ir a Orán  
  un tal Fulano de Oviedo,  
  hidalgo, pero no rico:

2255

  maldición del siglo nuestro,  
  que parece que el ser pobre  
  al ser hidalgo es anejo.  
  Su mujer y una hija suya,  
  niña, y hermosa en estremo,

2260

  por convenirles ansí,  
  también con él se partieron.  
  El mar les aseguraba  
  el tiempo, por ser de enero,  
  sazón en que los cosarios

2265

  se recogen en sus puertos;  
  pero como las desgracias  
  navegan con todos vientos,  
  una les vino tan mala,  
  que la libertad perdieron.

2270

  Morato Arráez, que no duerme  
  por desvelar nuestro sueño,  
  en aquella travesía  
  alcanzó al bajel ligero;  
  hizo escala en Tetuán

2275

  y a la niña vendió luego  
  a un famoso y rico moro,  
  cuyo nombre es Alí Izquierdo.  
  La madre murió de pena;  
  al padre a Argel le trujeron,

2280

  adonde sus muchos años  
  le escusaron de ir al remo.  
  Cuatro años eran pasados,  
  cuando Morato, volviendo  
  a Tetuán, vio a la niña

2285

  más hermosa que el sol mismo.  
  Compróla de su patrón,  
  cuatrodoblándole el precio  
  que había dado por ella  
  a Alí, comprador primero,

2290

  el cual le dijo a Morato:  
  ``De buena gana la vendo,  
  pues no la puedo hacer mora  
  por dádivas ni por ruegos.  
  Diez años tiene apenas;

2295

  mas tal discreción en ellos,  
  que no les hacen ventaja  
  los maduros de los viejos.  
  Es gloria de su nación  
  y de fortaleza ejemplo;

2300

  tanto más cuanto es más sola,  
  y de humilde y frágil sexo''.  
  Con la compra el gran cosario  
  sobremanera contento,  
  se vino a Constantinopla,

2305

  creo el año de seiscientos;  
  presentóla al Gran Señor,  
  mozo entonces, el cual luego  
  del serrallo a los eunucos  
  hizo el estremado entrego.

2310

  En Zoraida el Catalina,  
  su dulce nombre, quisieron  
  trocarle; mas nunca quiso,  
  ni el sobrenombre de Oviedo.  
  Viola al fin el Gran Señor,

2315

  después de varios sucesos,  
  y, cual si mirara al sol,  
  quedó sin vida y suspenso;  
  ofrecióle el mayorazgo  
  de sus estendidos reinos,

2320

  y diole el alma en señal...»  
Turco ¡Qué gran verdad dice en esto!  
Madrigal «Consiéntale ser cristiana...»  
Cadí ¡Estraño consentimiento!  
Turco Calla, amigo; no me turbes,

2325

  que estoy mis dichas oyendo.  
Madrigal «Cómo no la halló su padre,  
  contar aquí no pretendo:  
  que serán cuentos muy largos,  
  si he de abreviar este cuento;

2330

  basta que vino a buscalla  
  por discursos y rodeos  
  dignos de más larga historia  
  y de otra sazón y tiempo.  
  Hoy Catalina es Sultana,

2335

  hoy reina, hoy vive y hoy vemos  
  que del león otomano  
  pisa el indomable cuello;  
  hoy le rinde y avasalla,  
  y, con no vistos estremos,

2340

  hace bien a los cristianos.  
  Y esto sé deste suceso.»  
Músico ¡Oh repentino poeta!  
  El rubio señor de Delo,  
  de su agua de Aganipe

2345

  te dé a beber un caldero.  
Músico Paladéente las musas  
  con jamón y vino añejo  
  de Rute y Ciudarrëal.  
Madrigal Con San Martín me contento.

2350

Cadí ¡El diablo es este cristiano!  
  Yo le conozco, y sé cierto  
  que sabe más que Mahoma.  
Turco Hacerles mercedes pienso.  
Madrigal Tú, señora, a nuestra usanza

2355

  ven, que has de ser de una danza  
  la primera y la postrera.  
Sultana El gusto desa manera  
  del Gran Señor no se alcanza;  
  que, como la libertad

2360

  perdí tan niña, no sé  
  bailes de curiosidad.  
Madrigal Yo, señora, os guiaré.  
Sultana En buen hora comenzad.  

 

  Levántase la Sultana a bailar, y ensáyase este baile bien.
  Cantan los músicos:

 

[Músicos] A vos, hermosa española,

2365

  tan rendida el alma tengo,  
  que no miro por mi gusto  
  por mirar al gusto vuestro;  
  por vos ufano y gozoso  
  a tales estremos vengo,

2370

  que precio ser vuestro esclavo  
  más que mandar mil imperios;  
  por vos, con discurso claro,  
  puesto que puedo, no quiero  
  admitir reprehensiones

2375

  ni escuchar graves consejos;  
  por vos, contra mi Profeta,  
  que me manda en sus preceptos  
  que aborrezca a los cristianos,  
  por vos, no los aborrezco;

2380

  con vos, niña de mis ojos,  
  todas mis venturas veo,  
  y sé que, sin duda alguna,  
  por vos vivo y por vos muero.  

 

  Muda el baile.

 

  Escuchaba la niña los dulces requiebros,

2385

  y está de su alma su gusto lejos.  
  Como tiene intento  
  de guardar su ley,  
  requiebros del rey  
  no le dan contento.

2390

  Vuelve el pensamiento  
  a parte mejor,  
  sin que torpe amor  
  le turbe el sosiego.  
  Y está de su alma su gusto lejos.

2395

  Su donaire y brío  
  estremos contienen  
  que del Turco tienen  
  preso el albedrío.  
  Arde con su frío,

2400

  su valor le asombra,  
  y adora su sombra,  
  puesto que vee cierto  
  que está de su alma su gusto lejos.  

 

Turco Paso, bien mío, no más,

2405

  porque me llevas el alma  
  tras cada paso que das.  
  Déte el donaire la palma,  
  la ligereza y compás.  
  Alma mía, sosegad,

2410

  y si os cansáis, descansad;  
  y en este dichoso día  
  la liberal mano mía  
  a todos da libertad.  

 

  Híncanse delante del Turco, en diciendo esto, todos de rodillas: los cautivos, y Zaida y Zelinda, los garzones y la Sultana.

 

Sultana ¡Mil veces los pies te beso!

2415

Zelinda ¡Éste ha sido para mí  
  felicísimo suceso!  
Turco Catalina, ¿estás en ti?  
Sultana No, señor, yo lo confieso:  
  que con la grande alegría

2420

  de la suma cortesía  
  que has con nosotros usado,  
  tengo el sentido turbado.  
Turco Levanta, señora mía,  
  que a ti no te comprehende

2425

  la merced que quise hacer;  
  y, si la queréis saber,  
  a los esclavos se estiende,  
  y no a ti, que eres señora  
  de mi alma, a quien adora

2430

  como si fueses su Alá.  
Zelinda ¡Cerróseme el cielo ya!  
  ¡Llegó de mi fin la hora!  
  No sé, Clara, qué temores  
  de nuevo me pronostican

2435

  el fin de nuestros amores,  
  y que ha de ser significan  
  nuevo ejemplo de amadores.  
  Creí que la libertad  
  que la liberalidad

2440

  del Gran Señor prometía,  
  a nosotros se estendía,  
  mas no ha salido verdad.  
Zaida Calla, y mira que no des  
  indicio de la sospecha,

2445

  que me contarás después.  
Cadí ¿De la merced tan bien hecha  
  no han de gozar estos tres?  
Turco Los dos, sí; pero éste no,  
  que es aquel que se ofreció

2450

  de mostrar al elefante  
  a hablar turquesco elegante.  
Madrigal ¡Cuerpo de quien me parió!  
  ¿Ahí llegamos ahora?  
Turco Enséñele, y llegará

2455

  de su libertad la hora.  
Madrigal Hora menguada será,  
  si Andrea no la mejora.  
  Pondré pies en polvorosa;  
  tomaré de Villadiego

2460

  las calzas.  
Cadí Es tan hermosa  
  Catalina, que no niego  
  ser su suerte venturosa.  
  Pero, entre estos regocijos,  
  atiende, hijo, a hacer hijos,

2465

  y en más de una tierra siembra.  
Turco Catalina es bella hembra.  
Cadí Y tus deseos prolijos.  
Turco ¿Cómo prolijos, si están  
  a sólo un objeto atentos?

2470

Cadí Los sucesos lo dirán.  
Turco Con todo, tus documentos  
  por mí en obra se pondrán.  
  Escucha aparte, Mamí.  
Madrigal Y escuche, señor cadí,

2475

  cosas que le importan mucho.  
Cadí Ya, Madrigal, os escucho.  
Madrigal Pues ya hablo, y digo ansí:  
  que me vengan luego a ver  
  treinta escudos, que han de ser

2480

  para comprar al instante  
  un papagayo elegante  
  que un indio trae a vender.  
  De las Indias del Poniente,  
  el pájaro sin segundo

2485

  viene a enseñar suficiente  
  a la ignorante del mundo  
  sabia y rica y pobre gente.  
  Lo que dice te diré,  
  pues ya sabes que lo sé

2490

  por ciencia divina y alta.  
Cadí Ve por ellos, que sin falta  
  en mi casa los daré.  
Turco Mamí, mira que sea luego,  
  porque he de volver al punto.

2495

  Venid, yesca de mi fuego,  
  divino y propio trasunto  
  de la madre del dios ciego.  
  Venid vosotros, gozad  
  de la alegre libertad

2500

  que he concedido a los dos.  
Músico 2º ¡Concédate el alto Dios  
  siglos de felicidad!  
Madrigal Dicípulo, ¿dónde hallaste  
  una paga tan perdida

2505

  del gran bien que en mí cobraste?  
  Que si me diste la vida,  
  la libertad me quitaste.  
  Desto infiero, juzgo y siento  
  que no hay bien sin su descuento,

2510

  ni mal que algún bien no espere,  
  si no es el mal del que muere  
  y va al eterno tormento.  

 

  Vanse todos, si no es Mamí y Rustán, que quedan.

 

Mamí ¿Qué piensas que me quería  
  el Gran Sultán?  
Rustán No sé cierto;

2515

  pero saberlo querría.  
Mamí Él tiene, y en ello acierto,  
  voluble la fantasía.  
  Quiere renovar su fuego  
  y volver al dulce fuego

2520

  de sus pasados placeres;  
  quiere ver a sus mujeres,  
  y no tarde, sino luego.  
  Cuadróle mucho el consejo  
  del gran cadí, que le dijo,

2525

  como astuto, sabio y viejo:  
  ``Hijo, hasta hacer un hijo  
  que sembréis os aconsejo  
  en una y en otra tierra:  
  que si ésta no, aquélla encierra

2530

  alegre fertilidad''.  
Rustán Fundado en esa verdad,  
  Amurates poco yerra.  
  Poco agravia a la Sultana,  
  pues por tener heredero

2535

  cualquier agravio se allana.  
Madrigal Y aun es mejor, considero,  
  no haberle en una cristiana  
  de cuantas cautivas tiene.  
  ¿Quién es ésta que aquí viene?

2540

Rustán Dos son.  
Mamí Estas dos serán  
  las que principio darán  
  al alarde.  
Rustán Así conviene,  
  que son en estremo bellas.  

 

  Entran Clara y Lamberto; y, como se ha dicho, son Zaida y Zelinda.

 

Zelinda No puedo de mis querellas

2545

  darte cuenta, que aún aquí  
  se están Rustán y Mamí.  
Zaida Pon silencio, amigo, en ellas.  
Mamí Cada cual de vosotras pida al cielo  
  que la suerte le sea favorable

2550

  en que Sultán la mire y le contente.  
Zelinda ¿Pues cómo? ¿El Gran Señor vuelve a su usanza?  
Rustán Y en este punto se ha de hacer alarde  
  de todas sus cautivas.  
Zaida ¿Cómo es esto?  
  ¿Tan presto se le fue de la memoria

2555

  la singular belleza que adoraba?  
  El suyo no es amor, sino apetito.  
Rustán Busca dónde hacer un heredero,  
  y sea en quien se fuere; ésta es la causa  
  de mostrarse inconstante en sus amores.

2560

Mamí ¿Dónde pondré a Zelinda que la mire?  
  Que t[i]ene parecer de ser fecunda.  
  ¿Será bien al principio?  
Zelinda ¡Ni por pienso!  
  Remate sean de la hermosa lista  
  Zaida y Zelinda.  
Mamí Sean en buen hora,

2565

  pues que dello gustáis.  
Rustán Mira, Zelinda:  
  da rostro al Gran Señor; muéstrale el vivo  
  varonil resplandor de tus dos soles:  
  quizá te escogerá, y serás dichosa  
  dándole el mayorazgo que desea.

2570

  Aquí será el remate de la cuenta.  
  Quedaos en tanto que a las otras pongo  
  en numerosa lista.  
Zaida Yo obedezco.  
Zelinda Y yo que aquí nos pongas te agradezco.  

 

  Vanse Mamí y Rustán.

 

Zelinda ¡Ahora sí que es llegada

2575

  la infelicísima hora,  
  antes de venir, menguada!  
  ¿Qué habemos de hacer, señora,  
  yo varón y tú preñada?  
  Que si Amurates repara

2580

  en esa tu hermosa cara,  
  escogeráte, sin duda:  
  y no hay prevención que acuda  
  a desventura tan clara.  
  Y si, por desdicha, fuese

2585

  tan desdichada mi suerte  
  que el Gran Señor me escogiese...  
Zaida Veréme en el de mi muerte,  
  si en ese paso te viese.  
Zelinda ¿No será bien afearnos

2590

  los rostros?  
Zaida Será obligarnos  
  a dar razón del mal hecho,  
  y será tan sin provecho  
  que ella sea en condenarnos.  
Zelinda Mira qué prisa se dan

2595

  el renegado Mamí  
  y el mal cristiano Rustán.  
  Ya las cautivas aquí  
  llegan: ya todas están;  
  yo seguro, si las cuentas,

2600

  que hallarás más de docientas.  
Zaida Y todas, a lo que creo,  
  con diferente deseo  
  del nuestro, pero contentas.  
  ¡Oh, qué de paso que pasa

2605

  por todas el Gran Señor!  
  A más de la mitad pasa.  
Zelinda Clara, un helado temor  
  el corazón me traspasa.  
  ¡Plegue a Dios que, antes que llegue,

2610

  el cielo a la tierra pegue  
  sus pies!  
Zaida Quizá escogerá  
  primero que llegue acá.  
Zelinda Y si llegare, ¡que ciegue!  

 

  Entra el Gran Turco, Mamí y Rustán.

 

Turco De cuantas quedan atrás

2615

  no me contenta ninguna.  
  Mamí, no me muestres más.  
Mamí Pues entre estas dos hay una  
  en quien te satisfarás.  
Rustán Alzad, que aquí la vergüenza

2620

  no conviene que os convenza;  
  alzad el rostro las dos.  
Turco ¡Catalina, como vos,  
  no hay ninguna que me venza!  
  Mas, pues lo quiere el cadí,

2625

  y ello me conviene tanto,  
  ésta me trairéis, Mamí.  

 

  Échale un pañizuelo el Turco a Zelinda y vase.

 

Rustán ¿Tú solenizas con llanto  
  la dicha de estotra?  
Zaida Sí;  
  porque quisiera yo ser

2630

  la que alcanzara tener  
  tal dicha.  
Mamí Zelinda, vamos.  
Rustán Sola y triste te dejamos.  
Zaida ¡Tengo envidia, y soy mujer!  

 

  Vanse Rustán y Mamí, y llevan a Zelinda, que es Lamberto.

 

  ¡Oh mi dulce amor primero!

2635

  ¿Adónde vas? ¿Quién te lleva  
  a la más estraña prueba  
  que hizo amante verdadero?  
  Esta triste despedida  
  bien claro me da a entender

2640

  que, por tu sobra, ha de ser  
  mi falta más conocida.  
  ¿Qué remedio habrá que cuadre  
  en tan grande confusión,  
  si eres, Lamberto, varón,

2645

  y te quieren para madre?  
  ¡Ay de mí, que de la culpa  
  de nuestro justo deseo,  
  por ninguna suerte veo  
  ni remedio ni disculpa!

2650

 

  Sale la Sultana.

 

Sultana Zaida, ¿qué has?  
Zaida Mi señora,  
  no alcanzo cómo te diga  
  el dolor que [en] mi alma mora:  
  Zelinda, aquella mi amiga  
  que estaba conmigo ahora,

2655

  al Gran Señor le han llevado.  
Sultana ¿Pues eso te da cuidado?  
  ¿No va a mejorar ventura?  
Zaida Llévanla a la sepultura;  
  que es varón y desdichado.

2660

  Ambos a dos nos quisimos  
  desde nuestros años tiernos,  
  y ambos somos transilvanos,  
  de una patria y barrio mismo.  
  Cautivé yo por desgracia,

2665

  que ahora no te la cuento  
  porque el tiempo no se gaste  
  sin pensar en mi remedio;  
  él supo con nueva cierta  
  el fin de mi cautiverio,

2670

  que fue traerme al serrallo,  
  sepulcro de mis deseos,  
  y los suyos de tal suerte  
  le apretaron y rindieron,  
  que se dejó cautivar

2675

  con un discurso discreto.  
  Vistióse como mujer,  
  cuya hermosura al momento  
  hizo venderla al Gran Turco  
  sin conocerla su dueño.

2680

  Con este designio estraño  
  salió con su intento Alberto,  
  que éste es el nombre del triste  
  por quien muero y por quien peno.  
  Conocióme y conocíle,

2685

  y destos conocimientos  
  he quedado yo preñada;  
  que lo estoy, y estoy muriendo.  
  Mira, hermosa Catalina,  
  que con este nombre entiendo

2690

  que te alegras: ¿qué he de hacer  
  en mal de tales estremos?  
  Ya estará en poder del Turco  
  el desdichado mancebo,  
  enamorado atrevido,

2695

  más constante que no cuerdo;  
  ya me parece que escucho  
  que vuelve Mamí diciendo:  
  ``Zaida, ya de tus amores  
  se sabe todo el suceso.

2700

  ¡Dispónte a morir, traidora,  
  que para ti queda el fuego  
  encendido, y puesto el gancho  
  para enganchar a Lamberto!''  
Sultana Ven conmigo, Zaida hermosa,

2705

  y ten ánima, que espero,  
  en la gran bondad de Dios,  
  salir bien de aqueste estrecho.  

 

  Éntranse las dos.
  Sale el Gran Turco, y trae asido del cuello a Lamberto, con una daga desenvainada; sale con el Cadí y Mamí.

 

Turco ¡A mí el ser verdugo toca  
  de tan infame maldad!

2710

Alberto Tiempla la celeridad  
  que aun tu grandeza apoca;  
  déjame hablar, y dame  
  después la muerte que gustes.  
Turco No podrás con tus embustes

2715

  que tu sangre no derrame.  
Cadí Justo es escuchar al reo:  
  Amurates, óyele.  
Turco Diga, que yo escucharé.  
Mamí Que se disculpe deseo.

2720

Alberto Siendo niña, a un varón sabio  
  oí decir las excelencias  
  y mejoras que tenía  
  el hombre más que la hembra;  
  desde allí me aficioné

2725

  a ser varón, de manera  
  que le pedí esta merced  
  al Cielo con asistencia.  
  Cristiana me la negó,  
  y mora no me la niega

2730

  Mahoma, a quien hoy gimiendo,  
  con lágrimas y ternezas,  
  con fervorosos deseos,  
  con votos y con promesas,  
  con ruegos y con suspiros

2735

  que a una roca enternecieran,  
  desde el serrallo hasta aquí,  
  en silencio y con inmensa  
  eficacia, le he pedido  
  me hiciese merced tan nueva.

2740

  Acudió a mis ruegos tiernos,  
  enternecido, el Profeta,  
  y en un instante volvióme  
  en fuerte varón de hembra;  
  y si por tales milagros

2745

  se merece alguna pena,  
  vuelva el Profeta por mí,  
  y por mi inocencia vuelva.  
Turco ¿Puede ser esto, cadí?  
Cadí Y sin milagro, que es más.

2750

Turco Ni tal vi, ni tal oí.  
Cadí El cómo es esto sabrás,  
  cuando quisieres, de mí,  
  y la razón te dijera  
  ahora si no viniera

2755

  la Sultana, que allí veo.  
Turco Y enojada, a lo que creo.  
Alberto ¡Mi desesperar espera!  

 

  Entra la Sultana y Zaida.

 

Sultana ¡Cuán fácilmente y cuán presto  
  has hecho con esta prueba

2760

  tu tibio amor manifiesto!  
  ¡Cuán presto el gusto te lleva  
  tras el que es más descompuesto!  
  Si es que estás arrepentido  
  de haberme, señor, subido

2765

  desde mi humilde bajeza  
  a la cumbre de tu alteza,  
  déjame, ponme en olvido.  
  Bien, cuitada, yo temía  
  que estas dos habían de ser

2770

  azares de mi alegría;  
  bien temí que había de ver  
  este punto y este día.  
  Pero, en medio de mi daño,  
  doy gracias al desengaño,

2775

  y, porque yo no perezca,  
  no ha dejado que más crezca  
  tu sabroso y dulce engaño.  
  Échalas de ti, señor,  
  y del serrallo al momento:

2780

  que bien merece mi amor  
  que me des este contento  
  y asegures mi temor.  
  Todos mis placeres fundo  
  en pensar no harás segundo

2785

  yerro en semejante cosa.  
Turco Más precio verte celosa,  
  que mandar a todo el mundo,  
  si es que son los celos hijos  
  del Amor, según es fama,

2790

  y, cuando no son prolijos,  
  aumentan de amor la llama,  
  la gloria y los regocijos.  
Sultana Si por dejar herederos  
  este y otro desafueros

2795

  haces, bien podré afirmar  
  que yo te los he de dar,  
  y que han de ser los primeros,  
  pues tres faltas tengo ya  
  de la ordinaria dolencia

2800

  que a las mujeres les da.  
Turco ¡Oh archivo do la prudencia  
  y la hermosura está!  
  Con la nueva que me has dado,  
  te prometo, a fe de moro

2805

  bien nacido y bien criado,  
  de guardarte aquel decoro  
  que tú, mi bien, me has guardado;  
  que los cielos, en razón  
  de no dar más ocasión

2810

  a los celos que has tenido,  
  a Zelinda han convertido,  
  como hemos visto, en varón.  
  Él lo dice, y es verdad,  
  y es milagro, y es ventura,

2815

  y es señal de su bondad.  
Sultana Y es un caso que asegura  
  sin temor nuestra amistad.  
  Y, pues tal milagro pasa,  
  con Zaida a Zelinda casa,

2820

  y con lágrimas te ruego  
  los eches de casa luego;  
  no estén un punto en tu casa,  
  que no quiero ver visiones.  
Zaida En duro estrecho me pones,

2825

  que no quisiera casarme.  
Sultana Podrá ser vengáis a darme  
  por esto mil bendiciones.  
  Hazles alguna merced,  
  que no los he de ver más.

2830

Turco Vos, señora, se la haced.  
Rustán ¿Ha visto el mundo jamás  
  tal suceso?  
Turco Disponed,  
  señora, a vuestro albedrío  
  de los dos.  
Sultana Bajá de Xío,

2835

  Zelinda o Zelindo es ya.  
Turco ¿Cómo tan poco le da  
  tu gran poder, si es el mío?  
  Bajá de Rodas le hago,  
  y con esto satisfago

2840

  a su valor sin segundo.  
Alberto Déte sujeción el mundo,  
  y a ti el Cielo te dé el pago  
  de tus entrañas piadosas,  
  ¡oh rosa puesta entre espinas

2845

  para gloria de las rosas!  
Turco Tú me fuerzas, no que inclinas,  
  a hacer magníficas cosas;  
  y así quiero, en alegrías  
  de las ciertas profecías

2850

  que de tus partos me has dado,  
  que tenga el cadí cuidado  
  de hacer de las noches días;  
  infinitas luminarias  
  por las ventanas se pongan,

2855

  y, con invenciones varias,  
  mis vasallos se dispongan  
  a fiestas extraordinarias;  
  renueven de los romanos  
  los santos y los profanos

2860

  grandes y admirables juegos,  
  y también los de los griegos,  
  y otros, si hay más, soberanos.  
Cadí Haráse como deseas,  
  y desta grande esperanza

2865

  en la posesión te veas;  
  y tú con honesta usanza,  
  cual Raquel, fecunda seas.  
Sultana Vosotros luego en camino  
  os poned, que determino

2870

  no veros más, por no ver  
  ocasión que haya de ser  
  causa de otro desatino.  
Alberto En dándome la patente,  
  me veré, señora mía,

2875

  de tu alegre vista ausente,  
  y tu ingenio y cortesía  
  tendré continuo presente.  
Zaida Y yo, hermosa Catalina,  
  por sin par y por divina

2880

  tendré vuestra discreción.  
Turco Justas alabanzas son  
  de su bondad peregrina.  
  Ven, cristiana de mis ojos,  
  que te quiero dar de nuevo

2885

  de mi alma los despojos.  
Sultana Dese modo, yo me llevo  
  la palma destos enojos;  
  porque las paces que hacen  
  amantes desavenidos

2890

  alegran y satisfacen  
  sobremodo a los sentidos,  
  que enojados se deshacen.  

 

  Éntranse todos.
  Salen Madrigal y Andrea.

 

Madrigal Veislos aquí, Andrea, y dichosísimo  
  seré si me ponéis en salvamento;

2895

  porque no hay que esperar a los diez años  
  de aquella elefantil cátedra mía;  
  más vale que los ruegos de los buenos  
  el salto de la mata.  
Andrea ¿No está claro?  
Madrigal Los treinta de oro en oro son el precio

2900

  de un papagayo indiano, único al mundo,  
  que no le falta sino hablar.  
Andrea Si es mudo,  
  alabáisle muy bien.  
Madrigal ¡Cadí ignorante!...  
Andrea ¿Qué decís del cadí?  
Madrigal Por el camino  
  te diré maravillas. Ven, que muero

2905

  por verme ya en Madrid hacer corrillos  
  de gente que pregunte: ``¿Cómo es esto?  
  Diga, señor cautivo, por su vida:  
  ¿es verdad que se llama la Sultana  
  que hoy reina en la Turquía, Catalina,

2910

  y que es cristiana, y tiene don y todo,  
  y que es de Oviedo el sobrenombre suyo?''  
  ¡Oh! ¡Qué de cosas les diré! Y aun pienso,  
  pues tengo ya el camino medio andado,  
  siendo poeta, hacerme comediante

2915

  y componer la historia desta niña  
  sin discrepar de la verdad un punto,  
  representado el mismo personaje  
  allá que hago aquí. ¿Ya es barro, Andrea,  
  ver al mosqueterón tan boquiabierto,

2920

  que trague moscas, y aun avispas trague,  
  sin echarlo de ver, sólo por verme?  
  Mas él se vengará quizá poniéndome  
  nombres que me amohínen y fastidien.  
  ¡Adiós, Constantinopla famosísima!

2925

  ¡Pera y Permas, adiós! ¡Adiós, escala,  
  Chifutí y aun Guedí! ¡Adiós, hermoso  
  jardín de Visitax! ¡Adiós, gran templo  
  que de Santa Sofía sois llamado,  
  puesto que ya servís de gran mezquita!

2930

  ¡Tarazanas, adiós, que os lleve el diablo,  
  porque podéis al agua cada día  
  echar una galera fabricada  
  desde la quilla al tope de la gavia,  
  sin que le falte cosa necesaria

2935

  a la navegación!  
Andrea Mira que es hora,  
  Madrigal.  
Madrigal Ya lo veo, y no me quedan  
  sino trecientas cosas a quien darles  
  el dulce adiós acostumbrado mío.  
Andrea Vamos, que tanto adiós es desvarío.

2940

 

  Vanse.
  Salen Salec, el renegado, y Roberto (los dos primeros que comenzaron la comedia).

 

Salec Ella, sin duda, [es], según las señas  
  que me ha dado Rustán, aquel eunuco  
  que dije ser mi amigo.  
Roberto No lo dudo;  
  que aquel volverse en hombre por milagro  
  fue industria de Lamberto, que es discreto.

2945

Salec Vamos a la gran corte, que podría  
  ser que saliese ya con la patente  
  de gran bajá de Rodas, como dicen  
  que el Gran Señor le ha hecho.  
Roberto ¡Dios lo haga!  
  ¡Oh si los viese yo primero, y antes

2950

  que cerrase la muerte estos mis ojos!  
Salec Vamos, y el cielo alegre tus enojos.  

 

  Éntranse.
  Suenan las chirimías; comienzan a poner luminarias; salen los garzones del Turco por el tablado, corriendo con hachas y hachos encendidos, diciendo a voces: ``¡Viva la gran sultana doña Catalina de Oviedo! ¡Felice parto tenga, tenga parto felice!'' Salen luego Rustán y Mamí, y dicen a los garzones:

 

Rustán Alzad la voz, muchachos; viva a voces  
  la gran sultana doña Catalina,  
  gran sultana y cristiana, gloria y honra

2955

  de sus pequeños y cristianos años,  
  honor de su nación y de su patria,  
  a quien Dios de tal modo sus deseos  
  encamine, por justos y por santos,  
  que de su libertad y su memoria

2960

  se haga nueva y verdadera historia.  

 

  Tornan las chirimías y las voces de los garzones y dase fin.

 

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Última actualización: 11/02/99.