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COMEDIA FAMOSA INTITULADA

LA GRAN SULTANA DOÑA CATALINA DE OVIEDO

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Jornada Segunda

  Traen dos moros atado a Madrigal, las manos atrás, y sale con ellos el gran cadí, que es el juez obispo de los turcos.

 

Moro 1 Como te habemos contado,  
  por aviso que tuvimos,  
  en fragante le cogimos  
  cometiendo el gran pecado.  
  La alárabe queda presa,

830

  y, como se vee con culpa  
  que car[e]ce de disculpa,  
  toda su maldad confiesa.  
Cadí Dad con ellos en la mar,  
  de pies y manos atados,

835

  y de peso acomodados,  
  que no los dejen nadar;  
  pero si moro se vuelve,  
  casaldos, y libres queden.  
Madrigal Hermanos, atarme pueden.

840

Cadí ¿En qué el perro se resuelve:  
  en casarse, o en morir?  
Madrigal Todo es muerte, y todo es pena;  
  ninguna cosa hallo buena  
  en casarme ni en vivir.

845

  Como la ley no dejara  
  en la cual pienso salvarme,  
  la vida, con el casarme,  
  aunque es muerte, dilatara;  
  pero casarme y ser moro

850

  son dos muertes, de tal suerte,  
  que atado corro a la muerte  
  y suelto mi ley adoro.  
  Mas yo sé que desta vez  
  no he de morir, señor bueno.

855

Cadí ¿Cómo, si yo te condeno,  
  y soy supremo jüez?  
  De las sentencias que doy  
  no hay apelación alguna.  
Madrigal Con todo, de mi fortuna,

860

  aunque mala, alegre estoy.  
  La piedra tendré ya puesta  
  al cuello, y has de pensar  
  que no me pienso anegar;  
  y desto haré buena puesta.

865

  Y, porque no estés suspenso,  
  haz salir estos dos fuera:  
  diréte de la manera  
  que ha de ser, según yo pienso.  
Cadí Idos, y dejalde atado,

870

  que quiero ver de la suerte  
  cómo escapa de la muerte,  
  a quien está condenado.  

 

  Vanse los dos moros.

 

Madrigal Si de bien tendrás memoria,  
  porque no es posible menos,

875

  de aquel sabio cuyo nombre  
  fue Apolonio Tianeo,  
  el cual, según que lo sabes,  
  o fuese favor del cielo,  
  o fuese ciencia adquirida

880

  con el trabajo y el tiempo,  
  supo entender de las aves  
  el canto tan por estremo,  
  que en oyéndolas decía:  
  ``Esto dicen''. Y esto es cierto.

885

  Ora cantase el canario,  
  ora trinase el jilguero,  
  ora gimiese la tórtola,  
  ora graznasen los cuervos,  
  desde el pardal malicioso

890

  hasta el águila de imperio,  
  de sus cantos entendía  
  los escondidos secretos.  
  Éste fue, según es fama,  
  abuelo de mis abuelos,

895

  a quien dejó de su gracia  
  por únicos herederos.  
  Uno la supo de todos  
  los que en aquel tiempo fueron,  
  y no la hereda más de uno

900

  de sus más cercanos deudos.  
  De deudo a deudo ha venido,  
  con el valor de los tiempos,  
  a encerrarse esta ventura  
  en mi desdichado pecho.

905

  A esta mañana, que iba  
  al pecado, porque vengo  
  a tener cercada el alma  
  de esperanzas y de miedos,  
  oí en casa de un judío

910

  a un ruiseñor pequeñuelo,  
  que, con divina armonía,  
  aquesto estaba diciendo:  
  ``¿Adónde vas, miserable?  
  Tuerce el paso, y hurta el cuerpo

915

  a la ocasión que te llama  
  y lleva a tu fin postrero.  
  Cogeránte en el garlito,  
  ya cumplido tu deseo;  
  morirás, sin duda alguna,

920

  si te falta este remedio.  
  Dile al jüez de tu causa  
  que han decretado los cielos  
  que muera de aquí a seis días  
  y baje al estigio reino;

925

  pero que si hiciere emienda  
  de tres grandes desafueros  
  que a dos moros y una viuda  
  no ha muchos años que ha hecho;  
  y si hiciere la zalá,

930

  lavando el cuerpo primero  
  con tal agua (y dijo el agua,  
  que yo decirte no quiero),  
  tendrá salud en el alma,  
  tendrá salud en el cuerpo,

935

  y será del Gran Señor  
  favorecido en estremo''.  
  Con esta gracia admirable,  
  otra más subida tengo:  
  que hago hablar a las bestias

940

  dentro de muy poco tiempo.  
  Y aquel valiente elefante  
  del Gran Señor, yo me ofrezco  
  de hacerle hablar en diez años  
  distintamente turquesco;

945

  y cuando desto faltare,  
  que me empalen, que en el fuego  
  me abrasen, que desmenucen  
  brizna a brizna estos mis miembros.  
Cadí El agua me has de decir,

950

  que importa.  
Madrigal Su tiempo espero,  
  porque ha de ser distilada  
  de ciertas yerbas y yezgos.  
  Tú no la conocerás;  
  yo sí, y al cielo sereno

955

  se han de coger en tres noches.  

 

  Desátale.

 

Cadí En tu libertad te vuelvo.  
  Pero una cosa me tiene  
  confuso, amigo, y perplejo:  
  que no sé cuál viuda sea,

960

  ni cuáles moros sean éstos  
  a quien he de hacer la enmienda:  
  que veo que son sin cuento  
  los moros de mí ofendidos,  
  y viudas pasan de ciento.

965

Madrigal Iré a oír al ruiseñor  
  otra vez, y yo sé cierto  
  que él me dirá en su cántico  
  quién son los que no sabemos.  
Cadí A estos moros les diré

970

  la causa por que te suelto,  
  que será que al elefante  
  has de hacer hablar turquesco.  
  Pero dime: ¿acaso sabes  
  hablar turco?  
Madrigal ¡Ni por pienso!

975

Cadí Pues, ¿cómo de lo que ignoras  
  quieres mostrarte maestro?  
Madrigal Aprenderé cada día  
  lo que mostrarle pretendo,  
  pues habrá tiempo en diez años

980

  de aprender el turco y griego.  
Cadí Dices verdad. Mira, amigo,  
  que mi vida te encomiendo:  
  que será desto la paga  
  tu libertad, por lo menos.

985

Madrigal ¡Penitencia, gran cadí;  
  penitencia y buen deseo  
  de no hacer de aquí adelante  
  tantos tuertos a derechos!  
Cadí No se te olviden las yerbas,

990

  que es la importancia del hecho  
  memorable que me has dicho,  
  y sin duda alguna creo:  
  que ya sé que fue en el mundo  
  Apolonio Tianeo,

995

  que entendía de las aves  
  el canto, y también entiendo  
  que hay arte que hace hablar  
  a los mudos.  
Madrigal ¡Bueno es eso!  
  Al elefante os aguardo,

1000

  y las yerbas os espero.  

 

  Éntranse.
  Parece el Gran Turco detrás de unas cortinas de tafetán verde; salen cuatro bajaes ancianos; siéntanse sobre alfombras y almohadas; entra el embajador de Persia, y al entrar le echan encima una ropa de brocado; llévanle dos turcos de brazo, habiéndole mirado primero si trae armas encubiertas; llévanle a asentar en una almohada de terciopelo; descúbrese la cortina; parece el Gran Turco. (Mientras esto se hace puede[n] sonar chirimías). Sentados todos, dice el embajador:

 

Embajador Prospere Alá tu poderoso Estado,  
  señor universal casi del suelo;  
  sea por luengos siglos dilatado,  
  por suerte amiga y por querer del cielo.

1005

  La embajada de aquél que me ha enviado,  
  con preámbulos cortos, como suelo,  
  diré, si es que me das de hablar licencia;  
  que sin ella enmudezco en tu presencia.  
Bajá 1 Di con la brevedad que has prometido,

1010

  que si es con la que sueles, será parte  
  a darte el Gran Señor atento oído,  
  puesto que le forzamos a escucharte.  
  Por muchas persuasiones ha venido  
  a darte audiencia y a respuesta darte;

1015

  que pocas veces oye al enemigo.  
  Di, pues; que ya eres largo.  
Embajador Pues ya digo.  
  Dice el Soldán, señor, que, si tú gustas  
  de paz, que él te la pide, y que se haga  
  con leyes tan honestas y tan justas,

1020

  que el tiempo o el rencor no las deshaga;  
  si a la suya, que es buena, tu alma ajustas,  
  dar el cielo a los dos será la paga.  
Bajá 2 No aconsejes; propón, di tu emb[a]jada.  
Embajador Toda en pedir la paz está cifrada.

1025

Bajá 1 Ese cabeza roja, ese maldito,  
  que de las ceremonias de Mahoma,  
  con depravado y bárbaro apetito,  
  unas cosas despide y otras toma,  
  bien debe de pensar que el infinito

1030

  poder, que al mundo espanta, estrecha y doma,  
  del Gran Señor, el cielo tal le tenga,  
  que hacer paces infames le convenga.  
  Su mendiguez sabemos y sus mañas,  
  por quien con él de nuevo me enemisto,

1035

  viendo que el grande rey de las Españas  
  muchos persianos en su Corte ha visto.  
  Éstas son de tu dueño las hazañas;  
  pedir favor a quien adora en Cristo;  
  y como ve que el ayudarle niega,

1040

  por paz cobarde en ruego humilde ruega.  
Embajador Aquella majestad que tiene al mundo  
  admirado y suspenso; el verdadero  
  retrato de Filipo, aquel Segundo,  
  que sólo pudo darse a sí tercero;

1045

  aquel cuyo valor alto y profundo  
  no es posible alabarle como quiero;  
  aquel, en fin, que el sol, en su camino,  
  mirando va sus reinos de contino;  
  llevado en vuelo de la buena fama

1050

  su nombre y su virtud a los oídos  
  del Soldán, mi señor, así le inflama  
  el deseo de verle los sentidos,  
  que a mí me insiste, solicita y llama  
  y manda que por pasos no entendidos,

1055

  por mares y por reinos diferentes,  
  vaya a ver al gran rey.  
Bajá 1 ¿Esto consientes?  
  Echadle fuera. Adulador, camina;  
  embajador cristiano. Echadle fuera;  
  que, de los que profesan su dotrina,

1060

  algún buen fruto por jamás se espera.  
  El cuerpo dobla; la cabeza inclina.  
  Echadle, digo.  
Bajá 2 ¿No es mejor que muera?  
Bajá 1 Goce de embajador la preeminencia,  
  que es la que no ejecuta esa sentencia.

1065

 

  Échanle a empujones al embajador.

 

  No es mucho, Gran Señor, que me desmande  
  a alzar la voz, de cólera encendido:  
  que no ha sido pequeña, sino grande,  
  la desvergüenza deste fementido.  
  Vea tu majestad ahora, y mande

1070

  la respuesta que más fuere servido  
  que se le dé a este can.  
Turco Comunicadme  
  y, cual el caso pide, aconsejadme.  
  Mirad bien si la paz es conveniente  
  y honrosa.  
Bajá 2 A lo que yo descubro y veo,

1075

  que sosegar las armas del Oriente,  
  no te puede pedir más el deseo,  
  con tanto que el persiano no alce frente  
  contra ti. Triste historia es la que leo;  
  que a nosotros la Persia así nos daña,

1080

  que es lo mismo que Flandes para España.  
  Conviene hacer la paz, por las razones  
  que en este pergamino van escritas.  
Turco Presto a la paz ociosa te dispones;  
  presto el regalo blando solicitas.

1085

  Tú, Braín valeroso, ¿no te opones  
  a Mustafá? ¿Por dicha, solicitas  
  también la paz?  
Bajá 1 La guerra facilito,  
  y daré las razones por escrito.  
Turco Veréla y veré lo que contiene,

1090

  y de mi parecer os daré parte.  
Bajá 1 Alá, que el mundo entre los dedos tiene,  
  te entregue dél la rica y mayor parte.  
Baja 2 Mahoma así la paz dichosa ordene,  
  que se oiga el son del belicoso Marte,

1095

  no en Persia, sino en Roma, y tus galeras  
  corran del mar de España las riberas.  

 

  Éntranse.
  Sale la Sultana y Rustán.

 

Rustán Como de su alhaja, puede  
  gozar de ti a su contento.  
Sultana La viva fe de mi intento

1100

  a toda su fuerza excede:  
  resuelta estoy de morir,  
  primero que darle gusto.  
Rustán Contra intento que es tan justo  
  no tengo qué te decir;

1105

  pero mira que una fuerza  
  tal puede mucho, señora;  
  y mira bien que a ser mora  
  no te induce ni te fuerza.  
Sultana ¿No es grandísimo pecado

1110

  el juntarme a un infïel?  
Rustán Si pudieras huir dél,  
  te lo hubiera aconsejado;  
  mas cuando la fuerza va  
  contra razón y derecho,

1115

  no está el pecado en el hecho,  
  si en la voluntad no está;  
  condénanos la intención  
  o nos salva en cuanto hacemos.  
Sultana Eso es andar por estremos.

1120

Rustán Sí; mas puestos en razón:  
  que el alma no es bien peligre  
  cuando por fuerza de brazos  
  echan a su cuerpo lazos  
  que rendirán a una tigre.

1125

  Desta verdad se recibe  
  la que no habrá quien la tuerza:  
  que peca el que hace la fuerza,  
  pero no quien la recibe.  
Sultana Mártir seré si consiento

1130

  antes morir que pecar.  
Rustán Ser mártir se ha de causar  
  por más alto fundamento,  
  que es por el perder la vida  
  por confesión de la fe.

1135

Sultana Esa ocasión tomaré.  
Rustán ¿Quién a ella te convida?  
  Sultán te quiere cristiana,  
  y a fuerza, si no de grado,  
  sin darle muerte al ganado

1140

  podrá gozar de la lana.  
  Muchos santos desearon  
  ser mártires, y pusieron  
  los medios que convinieron  
  para serlo, y no bastaron:

1145

  que al ser mártir se requiere  
  virtud sobresingular,  
  y es merced particular  
  que Dios hace a quien Él quiere.  
Sultana Al cielo le pediré,

1150

  ya que no merezco tanto,  
  que a mi propósito santo  
  de su firmeza le dé;  
  haré lo que fuere en mí,  
  y en silencio, en mis recelos,

1155

  daré voces a los cielos.  
Rustán Calla, que viene Mamí.  

 

  Entra Mamí.

 

Mamí El Gran Señor viene a verte.  
Sultana ¡Vista para mí mortal!  
Mamí Hablas, señora, muy mal.

1160

Sultana Siempre hablaré desta suerte;  
  y no quieras tú mostrarte  
  prudente en aconsejarme.  
Mamí Sé que vendrás a mandarme,  
  y no es bien descontentarte.

1165

 

  Entra el Gran Turco.

 

Turco ¡Catalina!  
Sultana Ése es mi nombre.  
Turco Catalina la Otomana  
  te llamarán.  
Sultana Soy cristiana,  
  y no admito el sobrenombre,  
  porque es el mío de Oviedo,

1170

  hidalgo, ilustre y cristiano.  
Turco No es humilde el otomano.  
Sultana Esa verdad te concedo:  
  que en altivo y arrogante  
  ninguno igualarte puede.

1175

Turco Pues el tuyo al mío excede  
  y en todo le va adelante,  
  pues que desprecias por él  
  al mayor que el suelo tiene.  
Sultana Sé yo que en él se contiene

1180

  lo que es de estimar en él,  
  que es el darme a conocer  
  por cristiana si me nombran.  
Turco Tus libertades me asombran,  
  que son más que de mujer;

1185

  pero bien puedes tenellas  
  con quien solamente puede  
  aquello que le concede  
  el valor que vive en ellas.  
  Dél conozco que te estimas

1190

  en todo aquello que vales,  
  y con arrogancias tales  
  me alegras y me lastimas.  
  Muéstrate más soberana,  
  haz que te tenga respeto

1195

  el mundo, porque, en efeto,  
  has de ser la Gran Sultana.  
  Y doyte la preeminencia  
  desde luego: ya lo eres.  
Sultana ¿Dar a una tu esclava quieres

1200

  de tu esposa la excelencia?  
  Míralo bien, porque temo  
  que has de arrepentirte presto.  
Turco Ya lo he mirado, y en esto  
  no hago ningún estremo,

1205

  si ya no fuese el de hacer  
  que con la sangre otomana  
  mezcle la tuya cristiana  
  para darle mayor ser.  
  Si el fruto que de ti espero

1210

  llega a colmo, verá el mundo  
  que no ha de tener segundo  
  el que me dieres primero.  
  No habrá descubierto el sol,  
  en cuanto ciñe y rodea,

1215

  no, quien pase, que igual sea  
  a un otomano español.  
  Mira a lo que te dispones,  
  que ya mi alma adivina  
  que has de parir, Catalina,

1220

  hermosísimos leones.  
Sultana Antes tomara engendrar  
  águilas.  
Turco A tu fortuna  
  no hay dificultad alguna  
  que la pueda contrastar.

1225

  En la cumbre de la rueda  
  estás, y, aunque varïable,  
  contigo ha de ser estable,  
  estando en tu gloria queda.  
  Daréte la posesión

1230

  de mi alma aquesta tarde,  
  y la de mi cuerpo, que arde  
  en llamas de tu afición;  
  afición, de amor interno,  
  que, con poderoso brío,

1235

  de mi alma y mi albedrío  
  tiene el mando y el gobierno.  
Sultana He de ser cristiana.  
Turco Sélo;  
  que a tu cuerpo, por agora,  
  es el que mi alma adora

1240

  como si fuese su cielo.  
  ¿Tengo yo a cargo tu alma,  
  o soy Dios para inclinalla,  
  o ya de hecho llevalla  
  donde alcance eterna palma?

1245

  Vive tú a tu parecer,  
  como no vivas sin mí.  
Rustán ¿Qué te parece, Mamí?  
Mamí ¡Mucho puede una mujer!  
Sultana No me has de quitar, señor,

1250

  que con cristianos no tr[a]te.  
Mamí Éste es grande disparate,  
  y el concederle, mayor.  
Turco Tal te veo y tal me veo,  
  que con grave imperio y firme

1255

  puedes, Sultana, pedirme  
  cuanto te pida el deseo.  
  De mi voluntad te he dado  
  entera juridición;  
  tus deseos míos son:

1260

  mira si estoy obligado  
  a cumplillos.  
Mamí Caso grave,  
  y entre turcos jamás visto,  
  andar por aquí tu Cristo,  
  Rustán.  
Rustán Él mismo lo sabe.

1265

  Él suele, Mamí, sacar  
  de mucho mal mucho bien.  
Turco Tus aranceles me den  
  el modo que he de guardar  
  para no salir un punto

1270

  de tu gusto; que el sabelle  
  y el entendelle y hacelle  
  estará en mi alma junto.  
  Saca de aquesta humildad,  
  bellísima Catalina,

1275

  que se guía y se encamina  
  a rendir su voluntad.  
  No quiero gustos por fuerza  
  de gran poder conquistados:  
  que nunca son bien logrados

1280

  los que se toman por fuerza.  
  Como a mi esclava, en un punto  
  pudiera gozarte agora;  
  mas quiero hacerte señora,  
  por subir el bien de punto;

1285

  y, aunque del cercado ajeno  
  es la fruta más sabrosa  
  que del propio, ¡estraña cosa!,  
  por la que es tan mía peno.  
  Entre las manos la tengo,

1290

  y entre la boca y las manos  
  desparece. ¡Oh, miedos vanos,  
  y a cuántas bajezas vengo!  
  Puedo cumplir mi des[e]o,  
  y estoy en comedimientos.

1295

Rustán Humilla tus pensamientos,  
  porque muy airado veo  
  al Gran Señor; no fabriques  
  tu tristeza en su pesar,  
  y a quien ya puedes mandar,

1300

  no será bien que supliques.  
Sultana Dio el temor con mi buen celo  
  en tierra. ¡Oh pequeña edad!  
  ¡Con cuánta facilidad  
  te rinde cualquier recelo!

1305

  Gran Señor, veisme aquí; postro  
  las rodillas ante ti;  
  tu esclava soy.  
Turco ¿Cómo así?  
  Alza, señora, ese rostro,  
  y en esos sus soles dos,

1310

  que tanto le hermosean,  
  harás que mis ojos vean  
  el grande poder de Dios,  
  o de la naturaleza,  
  a quien Alá dio poder

1315

  para que pudiese hacer  
  milagros en su belleza.  
Sultana Advierte que soy cristiana,  
  y que lo he de ser contino.  
Mamí ¡Caso estraño y peregrino:

1320

  cristiana una Gran Sultana!  
Turco Puedes dar leyes al mundo,  
  y guardar la que quisieres:  
  no eres mía, tuya eres,  
  y a tu valor sin segundo

1325

  se le debe adoración,  
  no sólo humano respeto;  
  y así, de guardar prometo  
  las sombras de tu intención.  
  Mamí, tráeme, ¡así tú vivas!,

1330

  a que den en mi presencia  
  a Sultana la obediencia  
  del serrallo las cautivas.  

 

  Éntrase Mamí.

 

  Reveréncienla, no sólo  
  los que obediencia me dan,

1335

  sino las gentes que están  
  desde éste al contrario polo.  
Sultana ¡Mira, señor, que ya pasan  
  tus deseos de lo justo!  
Turco Las cosas que me dan gusto

1340

  no se miden ni se tasan;  
  todas llegan al estremo  
  mayor que pueden llegar,  
  y para las alcanzar  
  siempre espero, nunca temo.

1345

 

  Vuelve Mamí, y con él Clara, llamada Zaida, y Zelinda, que es Lamberto, el que busca Roberto.

 

Mamí Todas vienen.  
Turco Éstas dos  
  den la obediencia por todas.  
Zaida Hagan dichosas tus bodas  
  las bendiciones de Dios;  
  fecundo tu seno sea,

1350

  y, con parto sazonado,  
  del Gran Señor el Estado  
  con mayorazgo se vea;  
  logres la intención que tienes,  
  que ya de Rustán la sé,

1355

  y en varios modos te dé  
  el mundo mil parabienes.  
Zelinda Hermosísima española,  
  corona de su nación,  
  única en la discreción,

1360

  y en buenos intentos sola;  
  traiga a colmo tu deseo  
  el Cielo, que le conoce,  
  y en estas bodas se goce  
  el dulce y santo Himeneo;

1365

  por tu parecer se rija  
  el imperio que posees;  
  ninguna cosa desees  
  que el no alcanzalla te aflija;  
  de ensalzarte es cosa llana

1370

  que Mahoma el cargo toma.  
Turco No le nombréis a Mahoma,  
  que la Sultana es cristiana.  
  Doña Catalina es  
  su nombre, y el sobrenombre

1375

  de Oviedo, para mí, nombre  
  de riquísimo interés;  
  porque, a tenerle de mora,  
  nunca a mi poder llegara,  
  ni del tesoro gozara

1380

  que en su hermosura mora.  
  Ya como a cosa divina,  
  sin que lo encubra el silencio,  
  el gran nombre reverencio  
  de mi hermosa Catalina.

1385

  Para celebrar las bodas,  
  que han de dar asombro al suelo,  
  déme de su gloria el cielo  
  y acudan mis gentes todas;  
  concédame el mar profundo,

1390

  de sus senos temerosos,  
  los pescados más sabrosos;  
  sus riquezas me dé el mundo;  
  denme la tierra y el viento  
  aves y caza, de modo

1395

  que esté en cada una el todo  
  del más gustoso alimento.  
Sultana Mira, señor, que me agravia  
  el bien que de mí pregonas.  
Turco Denme para tus coronas

1400

  perlas el Sur, oro Arabia,  
  púrpura Tiro y olores  
  la Sabea, y, finalmente,  
  denme para ornar tu frente  
  abril y mayo sus flores;

1405

  y si os parece que el modo  
  de pedir ha dado indicio  
  de tener poco juïcio,  
  venid y veréislo todo.  

 

  Éntranse todos, si no es Zaida y Zelinda.

 

Zelinda ¡Oh Clara! ¡Cuán turbias van

1410

  nuestras cosas! ¿Qué haremos?  
  Que ya están en los estremos  
  del más sin remedio afán.  
  ¿Yo varón, y en el serrallo  
  del Gran Turco? No imagino

1415

  traza, remedio o camino  
  a este mal.  
Zaida Ni yo le hallo.  
  ¡Grande fue tu atrevimiento!  
Zelinda Llegó do llegó el Amor,  
  que no repara en temor

1420

  cuando mira a su contento.  
  Entre una y otra muerte,  
  por entre puntas de espadas  
  contra mí desenvainadas,  
  entrara, mi bien, a verte.

1425

  Ya te he visto y te he gozado,  
  y a este bien no llega el mal  
  que suceda, aunque mortal.  
Zaida Hablas como enamorado:  
  todo eres brío, eres todo

1430

  valor y todo esperanza;  
  pero nuestro mal no alcanza  
  remedio por ningún modo:  
  que desta triste morada,  
  por nuestro mal conocida,

1435

  es la muerte la salida  
  y desventura la entrada.  
  De aquí no hay pensar huir  
  a más seguro lugar:  
  que sólo se ha de escapar

1440

  con las alas del morir.  
  Ningún cohecho es bastante  
  que a las guardas enternezca,  
  ni remedio que se ofrezca  
  que el morir no esté delante.

1445

  ¿Yo preñada, y tú varón,  
  y en este serrallo? Mira  
  adónde pone la mira  
  nuestra cierta perdición.  
Zelinda ¡Alto! Pues se ha de acabar

1450

  en muerte nuestra fortuna,  
  no esperar salida alguna  
  es lo que se ha de esperar;  
  pero estad, Clara, advertida  
  que hemos de morir de suerte

1455

  que nos granjee la muerte  
  nueva y perdurable vida.  
  Quiero decir que muramos  
  cristianos en todo caso.  
Zaida De la vida no hago caso,

1460

  como a tal muerte corramos.  

 

  Éntranse.
  Sale Madrigal, el maestro del elefante, con una trompetilla de hoja de lata, y sale con él Andrea, la espía.

 

Andrea ¡Bien te dije, Madrigal,  
  que la alárabe algún día  
  a la muerte te traería!  
Madrigal Más bien me hizo que mal.

1465

Andrea Maestro de un elefante  
  te hizo.  
Madrigal ¿Ya es barro, Andrea?  
  Podrá ser que no se vea  
  jamás caso semejante.  
Andrea Al cabo, ¿no has de morir

1470

  cuando caigan en el caso  
  de la burla?  
Madrigal No hace al caso.  
  Déjame agora vivir,  
  que, en término de diez años,  
  o morirá el elefante,

1475

  o yo, o el Turco, bastante  
  causa a reparar mi[s] daño[s].  
  ¿No fuera peor dejarme  
  arrojar en un costal,  
  por lo menos en la mar,

1480

  donde pudiera ahogarme,  
  sin que pudiera valerme  
  de ser grande nadador?  
  ¿No estoy agora mejor?  
  ¿No podéis vos socorrerme

1485

  agora con más provecho  
  vuestro y mío?  
Andrea Así es verdad.  
Madrigal Andrea, considerad  
  que este hecho es un gran hecho,  
  y aun salir con él entiendo

1490

  cuando menos os pensáis.  
Andrea Gracias, Madrigal, tenéis,  
  que al diablo las encomiendo.  
  ¿El elefante ha de hablar?  
Madrigal No quedará por maestro;

1495

  y él es animal tan diestro,  
  que me hace imaginar  
  que tiene algún no sé qué  
  de discurso racional.  
Andrea Vos sí sois el animal

1500

  sin razón, como se ve,  
  pues en disparates dais  
  en que no da quien la tiene.  
Madrigal Darlo a entender me conviene  
  así al Cadí.  
Andrea Bien andáis;

1505

  pero no os cortéis conmigo  
  las uñas, que no es razón.  
Madrigal Es mi propria condición  
  burlarme del más amigo.  
Andrea ¿Esa trompeta es de plata?

1510

Madrigal De plata la pedí yo;  
  mas dijo quien me la dio  
  que bastaba ser de lata.  
  Al elefante con ella  
  he de hablar en el oído.

1515

Andrea ¡Trabajo y tiempo perdido!  
Madrigal ¡Traza ilustre y burla bella!  
  Cien ásperos cada día  
  me dan por acostamiento.  
Andrea ¿Dos escudos? ¡Gentil cuento!

1520

  ¡Buena va la burlería!  
Madrigal El cadí es éste. A más ver,  
  que me convïene hablalle.  
Andrea ¿Querrás de nuevo engañalle?  
Madrigal Podrá ser que pueda ser.

1525

 

  Vase Andrea, y entra el Cadí.

 

Cadí Español, ¿has comenzado  
  a enseñar al elefante?  
Madrigal Sí; y está muy adelante:  
  cuatro liciones le he dado.  
Cadí ¿En qué lengua?  
Madrigal En vizcaína,

1530

  que es lengua que se averigua  
  que lleva el lauro de antigua  
  a la etiopía y abisina.  
Cadí Paréceme lengua estraña.  
  ¿Dónde se usa?  
Madrigal En Vizcaya.

1535

Cadí ¿Y es Vizcaya...?  
Madrigal Allá en la raya  
  de Navarra, junto a España.  
Cadí Esta lengua de valor  
  por su antigüedad es sola;  
  enséñale la española,

1540

  que la entendemos mejor.  
Madrigal De aquéllas que son más graves,  
  le diré las que supiere,  
  y él tome la que quisiere.  
Cadí ¿Y cuáles son las que sabes?

1545

Madrigal La jerigonza de ciegos,  
  la bergamasca de Italia,  
  la gascona de la Galia  
  y la antigua de los griegos;  
  con letras como de estampa

1550

  una materia le haré,  
  adonde a entender le dé  
  la famosa de la hampa;  
  y si de aquéstas le pesa,  
  porque son algo escabrosas,

1555

  mostraréle las melosas  
  valenciana y portuguesa.  
Cadí A gran peligro se arrisca  
  tu vida si el elefante  
  no sale grande estudiante

1560

  en la turquesca o morisca  
  o en la española, a lo menos.  
Madrigal En todas saldrá perito,  
  si le place al infinito  
  sustentador de los buenos,

1565

  y aun de los malos, pues hace  
  que a todos alumbre el sol.  
Cadí Hazme un placer, español.  
Madrigal Por cierto que a mí me place.  
  Declara tu voluntad,

1570

  que luego será cumplida.  
Cadí Será el mayor que en mi vida  
  pueda hacerme tu amistad.  
  Dime: ¿qué iban hablando,  
  con acento bronco y triste,

1575

  aquellos cuervos que hoy viste  
  ir por el aire volando?  
  Que por entonces no pude  
  preguntártelo.  
Madrigal Sabrás  
  (y de aquesto que me oirás

1580

  no es bien que tu ingenio dude),  
  sabrás, digo, que trataban  
  que al campo de Alcudia irían,  
  lugar donde hartar podían  
  la gran hambre que llevaban:

1585

  que nunca falta res muerta  
  en aquellos campos anchos,  
  donde podrían sus panchos  
  de su hartura hallar la puerta.  
Cadí Y esos campos, ¿dónde están?

1590

Madrigal En España.  
Cadí ¡Gran viaje!  
Madrigal Son los cuervos de volaje  
  tan ligeros, que se van  
  dos mil leguas en un tris:  
  que vuelan con tal instancia,

1595

  que hoy amanecen en Francia,  
  y anochecen en París.  
Cadí Dime: ¿qué estaba diciendo  
  aquel colorín ayer?  
Madrigal Nunca le pude entender;

1600

  es húngaro: no le entiendo.  
Cadí Y aquella calandria bella,  
  ¿supiste lo que decía?  
Madrigal Una cierta niñería  
  que no te importa sabella.

1605

Cadí Yo sé que me lo dirás.  
Madrigal Ella dijo, en conclusión,  
  que andabas tras un garzón,  
  y aun otras cosillas más.  
Cadí Pues, ¡válgala Lucifer!,

1610

  ¿a qué se mete conmigo?  
Madrigal Si hay algo de lo que digo,  
  verás que la sé entender.  
Cadí No va muy descaminada;  
  pero no ha llegado el juego

1615

  a que me abrase en tal fuego.  
  No digas a nadie nada,  
  que el crédito quedaría  
  granjeado a buenas noches.  
Madrigal Para hablar en tus reproches,

1620

  es muda la lengua mía.  
  Bien puedes a sueño suelto  
  dormir en mi confianza,  
  pues de hablar en tu alabanza  
  para siempre estoy resuelto.

1625

  Puesto que los tordos sean  
  de tu ruindad pregoneros,  
  y la digan los silgueros  
  que en los pimpollos gorjean;  
  ora los asnos roznando

1630

  digan tus males protervos,  
  ora graznando los cuervos,  
  o los canarios cantando:  
  que, pues yo soy aquel solo  
  que los entiende, seré

1635

  aquel que los callaré  
  desde el uno al otro polo.  
Cadí ¿No habrá pájaro que cante  
  alguna virtud de mí?  
Madrigal Respetaránte, ¡oh cadí!,

1640

  si puedo, de aquí adelante:  
  que, apenas veré en sus labios  
  dar indicios de tus menguas,  
  cuando les corte las lenguas,  
  en pena de tus agravios.

1645

 

  Entra Rustán, el eunuco, y tras él un cautivo anciano, que se pone a escuchar lo que hablan.

 

Cadí Buen Rustán, ¿adónde vais?  
Rustán A buscar un tarasí  
  español.  
Madrigal ¿No es sastre?  
Rustán Sí.  
Madrigal Sin duda que me buscáis,  
  pues soy sastre y español,

1650

  y de tan grande tijera  
  que no la tiene en su esfera  
  el gran tarasí del sol.  
  ¿Qué hemos de cortar?  
Rustán Vestidos  
  ricos para la Sultana,

1655

  que se viste a la cristiana.  
Cadí ¿Dónde tenéis los sentidos?  
  Rustán, ¿qué es lo que decís?  
  ¿Ya hay Sultana, y que se viste  
  a la cristiana?  
Rustán No es chiste;

1660

  verdades son las que oís.  
  Doña Catalina ha nombre  
  con sobrenombre de Oviedo.  
Cadí Vos diréis algún enredo  
  con que me enoje y asombre.

1665

Rustán Con una hermosa cautiva  
  se ha casado el Gran Señor,  
  y consiéntele su amor  
  que en su ley cristiana viva,  
  y que se vista y se trate

1670

  como cristiana, a su gusto.  
Cristiano ¡Cielo pïadoso y justo!  
Cadí ¿Hay tan grande disparate?  
  Moriré si no voy luego  
  a reñirle.  

 

  Vase el Cadí.

 

Rustán En vano irás,

1675

  pues del amor [le] hallarás  
  del todo encendido en fuego.  
  Venid conmigo, y mirad  
  que seáis buen sastre.  
Madrigal Señor,  
  yo sé que no le hay mejor

1680

  en toda esta gran ciudad,  
  cautivo ni renegado;  
  y, para prueba de aquesto,  
  séaos, señor, manifiesto  
  que yo soy aquel nombrado

1685

  maestro del elefante;  
  y quien ha de hacer hablar  
  a una bestia, en el cortar  
  de vestir será elegante.  
Rustán Digo que tenéis razón;

1690

  pero si otra no me dais,  
  desde aquí conmigo estáis  
  en contraria posesión.  
  Mas, con todo, os llevaré.  
  Venid.  
Cristiano Señor, a esta parte,

1695

  si quieres, quiero hablarte.  
Rustán Decid, que os escucharé.  
Cristiano Para mí es averiguada  
  cosa, por más de un indicio,  
  que éste sabe del oficio

1700

  de sastre muy poco o nada.  
  Yo soy sastre de la Corte,  
  y de España, por lo menos,  
  y en ella de los más buenos,  
  de mejor medida y corte;

1705

  soy, en fin, de damas sastre,  
  y he venido al cautiverio  
  quizá no sin gran misterio,  
  y sin quizá, por desastre.  
  Llevadme: veréis quizá

1710

  maravillas.  
Rustán Está bien.  
  Venid vos, y vos también;  
  quizá alguno acertará.  
Madrigal Amigo, ¿sois sastre?  
Cristiano Sí.  
Madrigal Pues yo a Judas me encomiendo

1715

  si sé coser un remiendo.  
Cristiano ¡Ved qué gentil tarasí!  
  Aunque pienso, con mi maña,  
  antes que a fuerza de brazos,  
  de sacar de aquí retazos

1720

  que puedan llevarme a España.  

 

  Éntranse todos.
  Entra la Sultana con un rosario en la mano, y el Gran Turco tras ella, escuchándola.

 

 

Sultana ¡Virgen, que el sol más bella;  
  Madre de Dios, que es toda tu alaban[z]a;  
  del mar del mundo estrella,  
  por quien el alma alcanza

1725

  a ver de sus borrascas la bonanza!  
  En mi aflicción te invoco;  
  advierte, ¡oh gran Señora!, que me anego,  
  pues ya en las sirtes toco  
  del desvalido y ciego

1730

  temor, a quien el alma ansiosa entrego.  
  La voluntad, que es mía  
  y la puedo guardar, ésa os ofrezco,  
  Santísima María;  
  mirad que desfallezco;

1735

  dadme, Señora, el bien que no merezco.  
  ¡Oh Gran Señor! ¿Aquí vienes?  
Turco Reza, reza, Catalina,  
  que sin la ayuda divina  
  duran poco humanos bienes;

1740

  y llama, que no me espanta,  
  antes me parece bien,  
  a tu Lela Marïén,  
  que entre nosotros es santa.  
Sultana No hay generación alguna

1745

  que no te bendiga, ¡oh Esposa  
  de tu Hijo!, ¡oh tan hermosa  
  que es fea ante ti la luna!  
Turco Bien la pu[e]des alabar,  
  que nosotros la alabamos,

1750

  y de ser Virgen la damos  
  la palma en primer lugar.  

 

  Entra Rustán, Madrigal y el viejo cautivo y Mamí.

 

Rustán Éstos son los tarasíes.  
Madrigal Yo, señor, soy el que sabe  
  cuanto en el oficio cabe;

1755

  los demás son baladíes.  
Sultana Vestiréisme a la española.  
Madrigal Eso haré de muy buen grado,  
  como se le dé recado  
  bastante a la chirinola.

1760

Sultana ¿Qué es chirinola?  
Madrigal Un vestido  
  trazado por tal compás  
  que tan lindo por jamás  
  ninguna reina ha vestido;  
  trecientas varas de tela

1765

  de oro y plata entran en él.  
Sultana Pues, ¿quién podrá andar con él,  
  que no se agobie y se muela?  
Madrigal Ha de ser, señora mía,  
  la falda postiza.  
Cristiano ¡Bueno!

1770

  Éste está de seso ajeno,  
  o se burla, o desvaría.  
  Amigo, muy mal te burlas,  
  y sabe, si no lo sabes,  
  que con personas tan graves

1775

  nunca salen bien las burlas.  
  Yo os haré al modo de España  
  un vestido tal, que os cuadre.  
Sultana Éste, sin duda, es mi padre,  
  si no es que la voz me engaña.

1780

  Tomadme vos la medida,  
  buen hombre.  
Cristiano ¡Fuera acertado  
  que se la hubieran tomado  
  ya los cielos a tu vida!  
Sultana Sin duda, es él. ¿Qué haré?

1785

  ¡Puesta estoy en confusión!  
Turco Libertad por galardón,  
  y gran riqueza os daré.  
  Vestídmela a la española,  
  con vestidos tan hermosos

1790

  que admiren por lo costosos,  
  como ella admira por sola;  
  gastad las perlas de Oriente  
  y los diamantes indianos,  
  que hoy os colmaré las manos

1795

  y el deseo fácilmente.  
  Véase mi Catalina  
  con el adorno que quiere,  
  puesto que en el que trujere  
  la tendré yo por divina.

1800

  Es ídolo de mis ojos,  
  y, en el proprio o estranjero  
  adorno, adorarla quiero,  
  y entregarle mis despojos.  
Cristiano Venid acá, buena alhaja;

1805

  tomaros he la medida,  
  que fuera más bien medida  
  a ser de vuestra mortaja.  
Madrigal Por la cintura comienza,  
  así es sastre como yo.

1810

Turco Cristiano amigo, eso no,  
  que algo toca en desvergüenza;  
  tanteadla desde fuera,  
  y no lleguéis a tocalla.  
Cristiano. ¿Adónde, señor, se halla

1815

  sastre que desa manera  
  haga su oficio? ¿No ves  
  que en el corte erraría  
  si no llevase por guía  
  la medida?  
Turco Ello así es;

1820

  mas, a poder escusarse,  
  tendríalo por mejor.  
Cristiano De mis abrazos, señor,  
  no hay para qué recelarte,  
  que como de padre puede

1825

  recebirlos la Sultana.  
Sultana Ya mi sospecha está llana;  
  ya el miedo que tengo excede  
  a todos los de hasta aquí.  
Turco Llegad, y haced vuestro oficio.

1830

Sultana No des, ¡oh buen padre!, indicio  
  de ser sino tarasí.  

 

  Estándole tomando la medida, dice el padre:

 

Cristiano ¡Pluguiera a Dios que estos lazos  
  que tus aseos preparan  
  fueran los que te llevaran

1835

  a la fuesa entre mis brazos!  
  ¡Pluguiera a Dios que en tu tierra  
  en humildad y bajeza  
  se cambiara la grandeza  
  que esta majestad encierra,

1840

  y que estos ricos adornos  
  en burieles se trocaran,  
  y en España se gozaran  
  detrás de redes y tornos!  
Sultana ¡No más, padre, que no puedo

1845

  sufrir la reprehensión;  
  que me falta el corazón  
  y me desmayo de miedo!  

 

  Desmáyase la Sultana.

 

Turco ¿Qué es esto? ¿Qué desconcierto  
  es éste? ¿Qué desespero?

1850

  Di, encantador, embustero:  
  ¿hasla hechizado?, ¿hasla muerto?  
  Basilisco, di: ¿qué has hecho?  
  Espíritu malo, habla.  
Cristiano Ella volverá a su habla.

1855

  Haz que la aflojen el pecho,  
  báñenle con agua el rostro,  
  y verás cómo en sí vuelve.  
Turco ¡La vida se le resuelve!  
  ¡Empalad luego a ese monstro!

1860

  ¡Empalad aquél también!  
  ¡Quitádmelos de delante!  
Madrigal ¡Primero que el elefante  
  vengo a morir!  
Mamí ¡Perro, ven!  
Cristiano Yo soy el padre, sin duda,

1865

  de la Sultana, que vive.  
Mamí De mentiras se apercibe  
  el que la verdad no ayuda.  
  Venid, venid, embusteros,  
  españoles y arrogantes.

1870

Madrigal ¡Oh flor de los elefantes!,  
  hoy hago estanco en el veros.  

 

  Llevan Mamí y Rustán por fuerza al padre de la Sultana y a Madrigal; queda en el teatro el Gran Turco y la Sultana, desmayada.

 

Turco ¡Sobre mis hombros vendrás,  
  cielo deste pobre Atlante,  
  en males sin semejante,

1875

  si vos en vos no volvéis!  

 

  Llévala.

 

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Última actualización: 11/02/99.