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COMEDIA FAMOSA DE

LA CASA DE LOS CELOS Y SELVAS DE ARDENIA

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Jornada Segunda

  Sale Lauso, pastor, por una parte de la montaña, con su guitarra, y Corinto, por la otra, con otra.

 

Lauso ¡Ah Corinto, Corinto!  
Corinto ¿Quién me llama?  
Lauso Lauso, tu amigo.  
Corinto ¿Adónde estás?  
Lauso ¿No miras?

900

Corinto Algún árbol te encubre, alguna rama,  
  o estás en el lugar donde suspiras  
  cuando Clori te muestra el rostro airado,  
  y en solitaria parte te retiras.  
  Baja, si quieres, Lauso, al verde prado,

905

  en tanto que de Febo la carrera  
  declina desta cumbre al otro lado.  
  Cantaremos de Clori lisonjera,  
  al pie de un verde sauce o murto umbroso,  
  que pasa el pensamiento en ser ligera.

910

Lauso Ya abajo; pero no a buscar reposo,  
  sino a cumplir lo que amistad me obliga  
  y a pasar a la sombra el sol fogoso;  
  que en tanto que la dulce mi enemiga  
  se esté fortalecida en su dureza

915

  no hay mal que huya ni placer que siga.  

 

  Bajan los dos de la montaña.

 

Corinto Pesado contrapeso es la pobreza  
  para volar de amor, ¡oh Lauso!, al cielo,  
  aunque tengas cien alas de firmeza.  
  No hay amor que se abata ya al señuelo

920

  de un ingenio sutil, de un tierno pecho,  
  de un raro proceder, de un casto celo.  
  Granjería común amor se ha hecho,  
  y dél hay feria franca dondequiera,  
  do cada cual atiende a su provecho.

925

Lauso ¡Oh Clori, para mí serpiente fiera  
  por mi estrecheza, aunque paloma mansa  
  para un alma de piedra verdadera!  
  ¿Que es posible, cruel, que no te cansa  
  de Rústico el ingenio, que es de robre,

930

  y que el tuyo estimado en él descansa?  
Corinto Vuélvese el oro más cendrado en cobre,  
  y el ingenio más claro en tonta ciencia,  
  si le toca o le tiene el hombre pobre,  
  y desto es buen testigo la esperiencia.

935

  Pero escucha; que cantan en la sierra,  
  y aun es la voz bien para dalle audiencia.  

 

  Canta Clori en la montaña, y sale cogiendo flores.

 

[Clori] Derramastes el agua, la niña,  
  y no dijistes: ``¡Agua va!''  
  La justicia os prenderá.

940

 

Lauso De aquella que el placer de mí destierra
  es el suave y regalado acento,
  y aun quien sus gustos el amor encierra.
Corinto Escuchémosla, pues.
Lauso Ya estoy atento.

 

Clori Derramástesla a deshora,

945

  y fue con tan poca cuenta,  
  que mojastes con afrenta  
  al que os sirve y os adora.  
  Pero llegada la hora  
  donde el daño se sabrá,

950

  la justicia os prenderá.  

 

Lauso Bien es que la ayudemos:  
  acuerda con el mío tu instrumento.  
Corinto Yo creo que está bien; mas, ¿qué diremos?  
Lauso Su mismo villancico, trastrocado,

955

  cual tú sabrás hacer.  
Corinto Los dos le haremos.  

 

  Canta Corinto.

 

Corinto Cautivástesme el alma, la niña,  
  y tenéisla siempre allá;  
  el Amor me vengará.  
  Vuestros ojos salteadores,

960

  sin ser de nadie impedidos,  
  se entraron por mis sentidos,  
  y se hicieron salteadores;  
  lleváronme los mejores,  
  y tenéislos siempre allá;

965

  el Amor me vengará.  

 

Lauso Así, Clori gentil, te ofrezca el prado,  
  en mitad del invierno, flores bellas,  
  y cuando el campo esté más agostado;  
  y que siempre te halles al cogellas

970

  con el júbilo alegre que nos muestra  
  la voz con que se ahuyentan mis querellas;  
  que esa rara beldad, que nos adiestra  
  a conocer al Hacedor del cielo,  
  en este sitio haga alegre muestra.

975

  Volverás paraíso aqueste suelo,  
  y este calor que nos abrasa, ardiente,  
  en aura blanda y regalado yelo.  
Clori Porque no es tu demanda impertinente,  
  cual otras veces suele, haré tu gusto,

980

  que es en todo del mío diferente.  
Corinto Dime, Clori gentil, ¿dó está el robusto,  
  el bronce, el robre, el mármol, leño o tronco  
  que así a tu gusto le ha venido al justo?  
  Por aquel, digo, desarmado y bronco,

985

  calzado de la frente y de pies ancho,  
  corto de zancas y de pecho ronco,  
  cuyo dios es el estendido pancho,  
  y a do tiene la crápula su estancia,  
  él tiene siempre su manida y rancho.

990

Clori Con él tengo, Corinto, más ganancia  
  que contigo, con Lauso y con Riselo,  
  que vendéis discreción con arrogancia.  
  Rústica el alma, y rústico es el velo  
  que al alma cubre, y Rústico es el nombre

995

  del pastor que me tiene por su cielo.  
  Mas, por rústico que es, en fin es hombre  
  que de sus manos llueve plata y oro,  
  Júpiter nuevo, y con mejor renombre.  
  Él guarda de mis gustos el decoro,

1000

  ora le envíe al blanco cita frío  
  o al tostado, engañoso libio moro.  
  Tiene por justa ley el gusto mío,  
  y el levantado cuello humilde inclina  
  al yugo que le pone mi albedrío.

1005

  No tiene el rico Oriente otra tal mina  
  como es la que yo saco de sus manos,  
  ora cruel me muestre, ora benigna.  
  Quédense los pastores cortesanos  
  con la melifluidad de sus razones

1010

  y dichos, aunque agudos, siempre vanos.  
  No se sustenta el cuerpo de intenciones,  
  ni de conceptos trasnochados hace  
  sus muchas y forzosas provisiones.  
  El rústico, si es rico, satisface

1015

  aun a los ojos del entendimiento  
  y el más sabio, si es pobre, en nada aplace.  
  Dirán Corinto y Lauso que yo miento,  
  y muestra la esperiencia lo contrario,  
  y Rústico lo sabe, y yo lo siento.

1020

Lauso Es gusto de mujeres ordinario,  
  en lo que es opinión, tener la parte  
  que más descubra ser su ingenio vario.  
  Quisiera dese error, Clori, sacarte;  
  mas ya estás pertinaz en tu locura,

1025

  y en vano será agora predicarte.  
Corinto Así, pastora, goces tu hermosura,  
  que me dejes hacer una esperiencia;  
  quizá te hará volver a tu locura.  
  Verás, pastora, al vivo la inocencia

1030

  de Rústico, el pastor, por quien nos dejas.  
Clori ¿Para qué es el pedirme a mí licencia?  
Lauso Paréceme que llega a mis or[e]jas  
  de Rústico la voz.  
Corinto Él es, sin duda,  
  que a sestear recoge sus ovejas.

1035

 

  Rústico parece por la montaña.

 

Rústico Mirad si se cayó en aquella azuda  
  una oveja, pastores; corred luego,  
  y cada cual a su remedio acuda.  
  Dejad, mal hora, del herrón el juego.  
  Aguija, Coridón. ¡Oh, cómo corre!

1040

  ¡Quién quitara a Damón de su sosiego!  
  Llegó; ya se arrojó; ya la socorre  
  y la saca en los brazos medio muerta,  
  y parece que un río de ambos corre.  
  Esta noche tú, ¡hola!, está alerta,

1045

  no venga, como hizo en la pasada,  
  el lobo que la cabra dejó muerta.  
  Tú acudirás, Cloanto, a la majada  
  del valle de la Enceña, y darás orden  
  que estén todos aquí de madrugada.

1050

  ¡Oh Compo! Tú harás que se concorden  
  en el pasto Corbato con Francenio;  
  que me da pesadumbre su desorden.  
Clori ¡Mirad si tiene Rústico el ingenio  
  para mandar acomodado y presto!

1055

Rústico Tú acude a las colmenas, buen Partenio.  
  Llévese de las vacas todo el resto  
  al padrón de Merlín, y de las cabras  
  al monte o soto de ciprés funesto.  
Clori ¿Parécenos de pobre las palabras

1060

  que dice?  
Corinto Pues aquí, en esta espesura,  
  te has de esconder, y mira que no abras  
  la boca, porque importa a la aventura  
  que queremos probar de nuestro intento,  
  por ver si es suya o nuestra la locura.  
Clori Yo enmudezco y me escondo, y vuestro cuento

1065

  sea, si puede ser, breve y ligero;  
  que, si es pesado y grande, da tormento.  

 

  Escóndese Clori.

 

Lauso Corinto, ¿qué has de hacer?  
Corinto Estáme atento.  
  Rústico amigo, al llano abaja; aguija,

1070

  que es cosa que te importa; corre, corre.  
Rústico Ya voy, Corinto amigo; espera, espera  
  mientras que cuento un centenar de bueyes,  
  y tres hatos de ovejas, y otros cinco  
  de cabras desde encima deste pico

1075

  do estoy sentado. ¿No me ves?  
Corinto ¡Acaba!  
  ¿Haces burla de mí?  
Rústico Por Dios, no hago;  
  mas yo lo dejo todo por servirte.  
  Vesme aquí: ¿qué me mandas?  
Corinto Que me ayudes  
  a alcanzar deste ramo un papagayo

1080

  que viene del camino de las Indias,  
  y esta noche hizo venta en aquel hueco  
  deste árbol, y alcanzalle me conviene.  
Rústico ¿Qué llamas papagayo? ¿Es un pintado,  
  que al barquero da voces y a la barca,

1085

  y se llama real por fantasía?  
Corinto Desa ralea es éste; pero entiendo  
  que es bachiller y sabe muchas lenguas,  
  principal la que llaman bergamasca.  
Rústico ¿Pues qué se ha de hacer para alcanzalle?

1090

Corinto Conviene que te pongas desta suerte.  
  Daca este brazo, y lígale tú, Lauso,  
  y átale bien, que yo le ataré estotro.  
Rústico ¿Pues yo no estaré quedo sin atarme?  
Corinto Si te meneas, espantarse ha el pájaro;

1095

  y así, conviene que aun los pies te atemos.  
Rústico Atad cuanto quisiéredes; que, a trueco  
  de tener esta joya entre mis manos,  
  para que luego esté en las de mi Clori,  
  dejaré que me atéis dentro de un saco.

1100

  Ya bien atado estoy. ¿Qué falta agora?  
Corinto Que yo me suba encima de tus hombros,  
  y que Lauso, pasito y con silencio,  
  me ayude a levantar las verdes hojas  
  que cubren, según pienso, el dulce nido.

1105

Rústico Sube, pues. ¿A qué esperas?  
Corinto Ten paciencia;  
  que no soy tan pesado como piensas.  
Rústico ¡Vive Dios, que me brumas las costillas!  
  ¿Has llegado a la cumbre?  
Corinto Ya estoy cerca.  
Rústico Avisa a Lauso que las ramas mueva

1110

  pasito, no se vaya el pajarote.  
Lauso No se nos puede ir, que ya le he visto.  
Rústico Pregúntale, Corinto, lo que suelen  
  preguntar a los otros papagayos,  
  por ver si entiende bien nuestro lenguaje.

1115

Corinto ¿Cómo estás, loro, di? ``¿Cómo? Cautivo''.  
Rústico ¡Hi de puta, qué pieza! Di otra cosa.  
Corinto ``¡Daca la barca, hao; daca la barca!''  
Rústico Y aqueso, ¿quién lo dijo?  
Corinto El papagayo.  
Rústico ¡Oh Clori, qué presente que te hago!

1120

Corinto ``¡Clori, Clori, Clori, Clori, Clori!''  
Rústico ¿Es todavía el papagayo aquése?  
Corinto Pues, ¿quién había de ser?  
Rústico ¿Hasle ya asido?  
Corinto Dentro en mi caperuza está ya preso.  
Rústico Deciende, pues, y véndemele, amigo,

1125

  que te daré por él cuatro novillos  
  que aún no ha llegado el yugo a sus cervices,  
  no más de porque dél mi Clori goce.  
Lauso No se dará por treinta mil florines.  
Rústico ¡Ah, por amor de Dios, yo daré ciento!

1130

  Desatadme de aquí, porque a mi gusto  
  le vea y le contemple.  
Corinto Es ceremonia  
  que en semejantes cazas suele usarse,  
  que tan sola una mano se desate  
  del que las dos tuviere y pies atados;

1135

  con ésta suelta, puedes blandamente  
  alzar mi caperuza venturosa,  
  que tal tesoro encubre. Despabila  
  los ojos para ver belleza tanta.  
  Pasito, no le ahajes. Mas espera,

1140

  que está la mano sucia; con saliva  
  te la puedes limpiar.  
Rústico Ya está bien limpia.  
Corinto Agora sí. ¡Dichoso aquel que llega  
  a descubrir tan codiciosa prenda!  
Rústico ¡Donosa está la burla! Di, Corinto:

1145

  ¿es ése el papagayo?  
Corinto Éste es el pico;  
  las alas, éstas; éstas, las orejas  
  del asno de mi Rústico y amigo.  
Rústico ¡Desátenme, que a fe que yo me vengue!  

 

  Sale Clori.

 

Clori ¡Ah simple, ah simple!  
Rústico ¿Y haslo visto, Clori?

1150

  Por ti la burla siento, y no por otrie.  
Clori Calla, que para aquello que me sirves,  
  más sabes que trecientos Salomones.  
  Di que se vista Lauso desta burla,  
  o que compre Corinto algún tributo,

1155

  o me envíe mañana una patena  
  y unos ricos corales, como espero  
  que podrás y querrás, con tu simpleza,  
  enviármelos luego.  
Rústico ¿Y cómo, Clori?  
  Y aun dos sartas de perlas hermosísimas.

1160

Clori ¿Compárase con esto algún soneto,  
  Lauso? Y dime, Corinto: ¿habrá sonada,  
  aunque se cante a tres ni aun a trecientos,  
  que a la patena y sartas se compare?  
Lauso Eres mujer y sigues tu costumbre.

1165

Clori Sigo lo que es razón.  
Lauso Será milagro  
  hallarla en las mujeres.  
Clori ¿Qué razones  
  puede decir la lengua que se mueve  
  guiada del desdén y de los celos?  
  Tú eres la causa.  

 

  Entra Angélica, alborotada.

 

Angélica ¡Socorredme, cielos,

1170

  si en vuestros pechos mora  
  misericordia alguna!  
  Hermosa y agradable compañía:  
  en mí os ofrece agora  
  el cielo y la fortuna,

1175

  sujeto igual a vuestra cortesía;  
  que, la desdicha mía  
  sabida, me asegura  
  que podrá enterneceros  
  y al remedio moveros,

1180

  si es que le tiene tanta desventura.  
Clori Señora, di: ¿qué tienes?  
Angélica Sin tasa males, y ningunos bienes.  
  Pero no estoy en tiempo  
  en que pueda contaros

1185

  de mi dolor la parte más pequeña;  
  ni vuestro pasatiempo  
  será bien estorbaros  
  contando el mal que ablandará esta peña.  
  ¿No hay por aquí una breña

1190

  donde me esconda, amigos?  
Lauso Luego, ¿quies esconderte?  
  ¿Quién podrá aquí ofenderte?  
Angélica Persíguenme dos bravos enemigos.  
Corinto ¿No somos tres nosotros?

1195

Angélica Ni aun a tres mil no temerán los otros.  
  Llevadme a vuestras chozas,  
  mudadme este vestido;  
  amigos, escondedme.  
Lauso No te espantes.  
  ¿Para qué te alborozas,

1200

  si has a parte venido  
  do se estiman en poco los gigantes?  
  Montalbanes y Aglantes  
  se tienen aquí en nada;  
  porque, ¡por Dios!, si quiero,

1205

  que los compre a dinero.  
Angélica ¡Hoy acaba mi vida su jornada!  
Corinto ¿Quieres que te escondamos?  
Rústico ¿Dice que sí?  
Lauso Pues, ¡sus!, ¿en qué tardamos?  
  Ven; mudarás de traje

1210

  y de lugar y todo.  
Angélica De mis contrarios casi veo la sombra.  
Corinto Parece de linaje,  
  y su habla y su modo  
  a mí me admira.  
Rústico Pues a mí me asombra.

1215

 

  Éntrase Angélica y Lauso.

 

  ¿Sabéis cómo se nombra?  
Corinto Pues, ¿cómo he de sabello?  
Rústico Busca algún nuevo ensayo.  
Corinto Buscaré un papagayo  
  que me lo diga.  
Clori Ganarás en ello.

1220

Corinto Ganarás tú patenas.  
Clori Siempre tus burlas para mí son buenas.  

 

  Éntranse todos, y sale Reinaldos.

 

Reinaldos ¿Eres Dafne, por ventura,  
  que de Apolo va huyendo,  
  o eres Juno, que procura

1225

  librarse del monstruo horrendo  
  cerrada en la nube obscura?  
  ¡Oh selvas de encantos llenas,  
  do jamás se ha visto apenas  
  cosa en su ser verdadero,

1230

  contar de vosotras quiero  
  aun las menudas arenas!  
  Quizá esta fiera homicida,  
  que cual sombra desparece  
  porque padezca mi vida,

1235

  adonde menos se ofrece  
  la tendrá amor escondida.  
  De nuevo vuelvan mis plantas  
  a buscar entre estas plantas  
  a la bella fugitiva.

1240

  ¡Dura ocasión, que yo viva  
  muriendo de muertes tantas!  

 

  Crujidos de cadenas, ayes y suspiros dentro.

 

  ¡Válgame Dios! ¿Qué ruido  
  es este que suena estraño?  
  ¿Estoy despierto, o dormido?

1245

  ¿Engáñome o no me engaño?  
  Otra vez llega al oído.  
  De entre estas hojas entiendo  
  que sale el horrible estruendo.  
  Mas, ¡ay!, ¿qué boca espantosa,

1250

  terrible y estraña cosa,  
  es aquesta que estoy viendo?  
  Mientras más vomitas llamas,  
  boca horrenda o cueva oscura,  
  más me incitas y me inflamas.

1255

  A ver si en esta aventura  
  para algún buen fin me llamas.  

 

  Descúbrese la boca de la sierpe.

 

  Acógeme allá en tu centro,  
  porque por tus fuegos entro  
  a tu estómago de azufre.

1260

 

  Malgesí, vestido como diré, sale por la boca de la sierpe.

 

Malgesí ¿Adónde aquesto se sufre?  
Reinaldos ¡Éste sí que es mal encuentro!  
  ¿Quién eres?  
Malgesí Soy el Horror,  
  portero de aquesta puerta,  
  adonde vive el temor

1265

  y la sospecha más cierta  
  que engendra el cielo de amor.  
  Soy ministro de los duelos,  
  embajador de los celos,  
  que habitan en esta cueva.

1270

Reinaldos Pues adonde están me lleva.  
Malgesí Espera, y avisarélos.  
  Mas primero has de mirar  
  las guardas que puestas tiene  
  en este triste lugar,

1275

  y esto es lo que te conviene.  
Reinaldos Comiénzalas a mostrar;  
  que, aunque me muestras cifrados  
  en ellas los condenados  
  rostros que encierra el abismo,

1280

  seré en este trance el mismo  
  que he sido en los regalados.  

 

  Suena dentro música triste, como la pasada del padrón; sale el Temor, vestido como diré, con una tunicela parda, ceñida con culebras.

 

Malgesí Esta figura que ves  
  es el Temor sospechoso,  
  que engendra ajeno interés,

1285

  impertinente curioso,  
  que mira siempre al través;  
  y así, el mezquino se admira  
  de cada cosa que mira,  
  ora sea mala o buena;

1290

  la verdad le causa pena,  
  y tiembla con la mentira.  

 

  Sale la Sospecha, con una tunicela de varias colores.

 

  Ésta es la infame Sospecha,  
  de los Celos muy parienta,  
  toda de contrarios hecha,

1295

  siempre de saber sedienta  
  lo que menos le aprovecha.  
  Aquí nace, y muere allí,  
  y torna a nacer aquí;  
  tiene mil padres a un punto:

1300

  éste, vivo; aquél, difunto,  
  y ella vive y muere así.  

 

  Sale Curiosidad.

 

  La vana Curiosidad  
  es ésta que ves presente,  
  hija de la Liviandad,

1305

  con cien ojos en la frente,  
  y los más con ceguedad.  
  Es en todo entremetida,  
  y susténtale la vida  
  estar contino despierta,

1310

  y hace la guarda a una puerta  
  de muy difícil salida.  

 

  Con una soga a la garganta y una daga desenvainada en la mano, sale la Desesperación, como diré.

 

  Es la Desesperación  
  esta espantosa figura,  
  sobre todas cuantas son,

1315

  y, aunque es mala su hechura,  
  es peor su condición.  
  Ésta sigue las pisadas  
  de los Celos, desdichadas,  
  y anda tan junto con ellos,

1320

  que desde aquí puedes vellos  
  si cesan las llamaradas.  

 

  Suena la música triste, y salen los Celos, como diré, con una tunicela azul, pintada[s] en ella sierpes y lagartos, con una cabellera blanca, negra y azul.

 

  Mas veslos, salen: advierte  
  que cuanto con ellos miras  
  amenazan triste suerte,

1325

  ciertos y luengos pesares  
  y, al fin, desdichada muerte.  
  Todos sus secuaces son,  
  puestos en comparación,  
  de sus males una sombra

1330

  que, puesto que nos asombra,  
  no desmaya al corazón.  
  Toca su mano y verás  
  en el estado que quedas,  
  diferente del que estás;

1335

  y tal quedes, que no puedas  
  ni quieras ya querer más.  

 

  Tocan los Celos la mano a Reinaldos.

 

Reinaldos ¡Celos, que se me abrasa el pecho  
  y se cela! ¡En duro estrecho  
  me pone el señor de Aglante!

1340

  ¡Celos, quitáosme delante:  
  basta el mal que me habéis hecho!  
Malgesí ¿Cómo que con la invención  
  de quien yo tanto fié  
  no se cela el corazón

1345

  de mi primo? Yo no sé  
  la causa ni la razón.  

 

  Dice de dentro Merlín.

 

[Merlín] Malgesí, ¡cuán poco sabes!  
  Mas yo haré que no te alabes  
  de tu invención, aunque estraña.

1350

  Pártete desta montaña  
  antes que la vida acabes.  
Malgesí Ya te conozco, Merlín;  
  pero yo veré si puedo  
  ver de mi deseo el fin,

1355

  porque no me pone miedo  
  desa tu voz el retín.  
Merlín A tu primo entre esa yerba  
  pondrás, que a mí se reserva  
  y a mi fuente su salud;

1360

  que hasta agora su virtud  
  el cielo en ella conserva.  
Malgesí Volveos por do venistes,  
  figuras feas y tristes,  
  que mi primo quedará

1365

  adonde esperar podrá  
  el remedio que no distes.  

 

  Éntranse las sombras.

 

  Y yo, en tanto, buscaré  
  medio para remedialle,  
  y creo que lo hallaré.

1370

 

  Desvía de allí a Reinaldos.

 

Merlín Calla y procura dejalle,
  Malgesí.
Malgesí Así lo haré.

 

  Éntrase Malgesí.
  Parece a este instante el carro [de] fuego, de los leones de la montaña, y en él la diosa Venus.

 

Venus De Adonis la compañía  
  dejo casi de mi grado  
  por seguir la fantasía

1375

  deste espíritu encantado  
  que en apremiarme porfía.  
  Espérame hasta que vuelva,  
  mi Adonis, y amor resuelv[a]  
  tu brío, que no le alabo;

1380

  mira que es el puerco bravo  
  de la Calidonia selva.  
  Pero, ¿qué puedo hacer  
  sin mi hijo en este trance,  
  donde tanto es menester?

1385

  Merlín ha errado este lance;  
  que a veces yerra el saber.  
  Mas yo le quiero llamar,  
  que a las veces suele estar  
  mezclado entre los pastores,

1390

  y entonces son los amores  
  para mirar y admirar.  
  Hijo mío, ¿dónde estáis?  
  Si acaso la voz oís,  
  y como a madre me amáis,

1395

  decid: ¿cómo no venís?,  
  que si venís, ya tardáis.  
  Mas los músicos acentos  
  que van rompiendo los vientos  
  su venida manifiestan.

1400

  ¡Oh hijo, y cuánto que cuestan  
  aun tus fingidos contentos!  

 

  Suena música de chirimías; sale la nube, y en ella el dios Cupido, vestido y con alas, flecha y arco desarmado.

 

Amor ¿Qué quieres, madre querida,  
  que con tal priesa me llamas?  
Venus Está en peligro una vida,

1405

  ardiendo en tus vivas llamas,  
  y en un yelo consumida.  
  Los celos, que en opinión  
  están que tus hijos son,  
  ciego y simple desvarío,

1410

  le tienen el pecho frío  
  y abrasado el corazón.  
  Conviene que te resuelvas  
  en su bien, y que le vuelvas  
  en su antigua libertad.

1415

Amor Remedio a su enfermedad  
  ha de hallar en estas selvas.  
  Por tiempo hallará una fuente,  
  cuyo corriente templado  
  apaga mi fuego ardiente,

1420

  y mi pena enamorada  
  vuelve en desdén insolente.  
  Beberá Reinaldos della,  
  y de Angélica la bella,  
  la hermosura que así quiere,

1425

  si agora por vella muere,  
  ha de morir por no vella.  
  Levanta, guerrero invicto,  
  y tiende otra vez el paso  
  cerca de aqueste distrito,

1430

  que en él hallarás acaso  
  medio a tu mal infinito.  
  Aunque has de pasar primero  
  trances que callarlos quiero,  
  pues decillos no conviene.

1435

Reinaldos Aquel que celos no tiene,  
  no tiene amor verdadero.  

 

  Éntrase Reinaldos.

 

Venus Ya aqueste negocio es hecho.  
  ¿No me dirás, hijo amado,  
  si es invención de provecho

1440

  andar en traje no usado  
  y el arco roto y deshecho?  
  ¿Quién te le rompió? ¿Y quién pudo  
  cubrir tu cuerpo desnudo,  
  que su libertad mostraba?

1445

  ¿Quién te ha quitado el aljaba  
  y la venda? Di; ¿estás mudo?  
Amor Has de saber, madre mía,  
  que en la corte donde he estado  
  no hay amor sin granjería,

1450

  y el interés se ha usurpado  
  mi reino y mi monarquía.  
  Yo, viendo que mi poder  
  poco me podía valer,  
  usé de astucia, y vestíme,

1455

  y con él entremetíme,  
  y todo fue menester.  
  Quité a mis alas el pelo,  
  y en su lugar me dispuse,  
  a volar con terciopelo;

1460

  y, al instante que lo puse,  
  sentí aligerar mi vuelo.  
  Del carcaj hice bolsón,  
  y del dorado arpón  
  de cada flecha, un escudo,

1465

  y con esto, y no ir desnudo,  
  alcancé mi pretensión.  
  Hallé entradas en los pechos  
  que a la vista parecían  
  de acero o de mármol hechos;

1470

  pero luego se rendían  
  al golpe de mis provechos.  
  No valen en nuestros días  
  las antiguas bizarrías  
  de Heros ni de Leandros,

1475

  y valen dos Alejandros  
  más que docientos Macías.  

 

  Entra Rústico.

 

Rústico Lauso, acude; y tú, Corinto,  
  acude, que, a lo que creo,  
  otro papagayo veo,

1480

  o si no, pájaro pinto.  
  Acude, Clori, y verás  
  la verdad de lo que digo;  
  y trae a esotra contigo,  
  y más, si quisieres más.

1485

Amor Yo sé bien que estos pastores  
  nos han de dar un buen rato.  

 

  Entra Lauso, Corinto y Clori, y Angélica, como pastora.

 

Lauso ¿Tú no miras, insensato,  
  que aquél es el dios de amor[es]?  
Rústico Como con alas le vi,

1490

  entendí que era alcotán.  
Corinto ¡Quítate de aquí, pausán!  
Rústico ¿Pues yo qué te hago aquí?  
Corinto No te me pongas delante,  
  que quiero hacer reverencia

1495

  a este niño.  
Rústico ¡Qué inocencia!  
  ¿Niño es éste?  
Corinto Y es gigante.  
Rústico Niñazo le llamo yo,  
  pues ya le apunta el bigote.  
  No os burléis con el cogote.

1500

  ¡Mal haya quien me vistió!  
Amor No quiero que me hagáis,  
  buena gente, sacrificio,  
  y téngoos en gran servicio  
  la voluntad que mostráis;

1505

  y en pago quiero deciros  
  la ventura que os espera.  
Venus Harás, hijo, de manera  
  que den vado a sus suspiros.  
Amor Tú, Lauso, jamás serás

1510

  desechado ni admitido;  
  tú, Corinto, da al olvido  
  tu pretensión desde hoy más;  
  Rústico, mientras tuviere  
  riquezas, tendrá contento:

1515

  mudará cada momento  
  Clori el bien que poseyere;  
  la pastora disfrazada  
  suplicará a quien la ruega.  
  Y, esto dicho, el fin se llega

1520

  de dar fin a esta jornada.  
Lauso En tanto, Amor, que te vas,  
  porque algún contento goces,  
  de nuestras rústicas voces  
  el rústico acento oirás.

1525

  Corinto y Clori, ayudadme;  
  cantaréis lo que diré.  
Clori ¿Qué hemos de cantar?  
Corinto No sé.  
Lauso Diréis después, y escuchadme.  

 

  Venga norabuena

1530

  Cupido a nuestras selvas,  
  norabuena venga.  
  Sea bienvenido  
  médico tan grave,  
  que así curar sabe

1535

  de desdén y olvido;  
  hémosle entendido,  
  y lo que él ordena  
  sea norabuena.  
  Quedan estas peñas

1540

  ricas de ventura,  
  pues tanta hermosura  
  hoy en ella enseñas.  
  Brotarán sus breñas  
  néctar dondequiera.

1545

  ¡Norabuena [sea]!  

 

  Mientras cantan, se va el carro de Venus, y Cupido en él; y suenen las chirimías, y luego dice Lauso:

 

Lauso Vamos a nuestras cabañas  
  a hacer nuevas alegrías,  
  pues vemos en nuestros días  
  tan ricas estas montañas;

1550

  y si aquello que desea  
  cada cual no ha sucedido,  
  pues el Amor lo ha querido,  
  decid: ``¡Norabuena sea!''  

 

  Todos: ``¡Norabuena sea, sea norabuena!'', y éntranse, y sale Bernardo y su escudero.

 

Bernardo ¿Cómo no viene Marfisa?

1555

Escudero Detrás quedó de aquel monte.  
Bernardo Pues sobre ese risco ponte,  
  y mira si se divisa.  
Escudero Ella dijo que al momento  
  tras nosotros se vendría.

1560

Bernardo ¡Estraña es su bizarría!  
Escudero Y su valor, según siento.  
Bernardo A lo menos su arrogancia,  
  pues la lleva sin parar  
  a sola desafiar

1565

  los Doce Pares de Francia;  
  y tengo de acompañalla,  
  que ya se lo he prometido.  
Escudero En negocio te has metido  
  harto estraño.  
Bernardo ¡Simple, calla!;

1570

  que siempre es mi intención  
  buscar y ver aventuras.  
  En París están seguras,  
  si se traba esta quistión.  
  Y veré dó llegar puede

1575

  el valor de aquesta dama.  
Escudero Llegará donde su fama  
  que a las mejores excede.  
Bernardo ¿Que se nos fue Ferraguto?  
Escudero Siempre, en cuanto hacía aquel moro,

1580

  le vi guardar un decoro  
  arrojado y resoluto.  
  Después que mató a Argalia,  
  y en el río le arrojó,  
  al momento se partió.

1585

Bernardo Tiene loca fantasía.  
  Mas dime: ¿no es el que asoma  
  aquel gallardo francés  
  de la pendencia?  
Escudero Sí es,  
  y es confaloner de Roma.

1590

Bernardo ¿No es Roldán?  
Escudero Roldán es, cierto.  
Bernardo Agora quiero proballo,  
  pues nadie podrá estorballo  
  en este solo desierto.  
  ¡Qué pensativo que viene!

1595

  ¿No parece que algo busca?  
Escudero Todo el sentido le ofusca  
  amor que en el pecho tiene.  
Bernardo ¿Cómo lo sabes?  
Escudero ¿No viste  
  que la pendencia dejó,

1600

  y tras la dama corrió,  
  que allí se mostró tan triste?  
Bernardo ¡Ah Roldán, Roldán!  
Roldán ¿Quién llama?  
Bernardo Deciende acá y lo verás.  
Roldán ¡Oh Angélica!, ¿dónde estás?

1605

Escudero ¿Ves si le abrasa su llama?  
Roldán ¿Qué me quieres, caballero?  
Bernardo ¿No me conoces?  
Roldán No, cierto.  
Escudero Bien en lo que digo acierto:  
  él es de amor prisionero.

1610

  Haré yo una buena apuesta  
  que está puesto en tal abismo,  
  que no sabe de sí mismo.  
Bernardo ¿Hay cosa que iguale a ésta?  
  ¿Que no me conoces?  
Roldán No.

1615

Bernardo Pues yo te conozco a ti.  
  ¿No eres Roldán?  
Roldán Creo que sí.  
Escudero Mirad si lo digo yo.  
  En "creo" pone si es él;  
  ¡cuál le tiene Amor esquivo!

1620

Bernardo El estar tan pensativo  
  nos muestra su mal crüel.  
  ¡Ah, Roldán, señor, señor!  
Roldán ¿Habláis conmigo, por dicha?  
Bernardo ¡Ésta si que es gran desdicha!

1625

Escudero Como desdicha de amor.  
  ¡Estraño embelesamiento!  
Roldán ¡Oh Angélica dulce y cara!  
  ¿Adónde escondes la cara,  
  que es gloria de mi tormento?

1630

  El corazón se me quema,  
  ¡oh Angélica, mi reposo!  
Escudero Deste sermón amoroso,  
  esta Angélica es el tema.  
  Parece que está en ser

1635

  que puedes desafialle.  
Bernardo Quisiera yo remedialle  
  si lo pudiera hacer.  

 

  Parece Angélica, y va tras ella Roldán; pónese en la tramoya y desparece, y a la vuelta parece la Mala Fama, vestida como diré, con una tunicela negra, una trompeta negra en la mano, y alas negras y cabellera negra.

 

Roldán ¿No es aquél mi cielo, cielos?  
  Él es, pero ya se encubre;

1640

  pues, cuando él se me descubre  
  es porque me cubran duelos.  
  Tras ti voy, nueva Atalanta;  
  que, si quiere socorrerme  
  amor, puede aquí ponerme

1645

  mil alas en cada planta.  
  Mi sol, ¿dó te transmontaste,  
  y qué sombra te sucede?  
  Mas, bien es que en noche quede  
  el que de tu luz privaste.

1650

Bernardo De aventuras están llenas  
  estas selvas, según veo.  
Escudero Viendo estoy lo que no creo.  
Bernardo ¡Calla!  
Escudero No respiro apenas.  
Mala Fama Detén el paso, senador romano,

1655

  y aun la intención pudieras detenella,  
  si tras sí, en vuelo presuroso y vano,  
  no la llevara Angélica la bella.  
  ¿Mas tu consejo y proceder liviano  
  así la entregas, que cebado en ella

1660

  quieres que quede, ¡oh grave desventura!,  
  tu clara fama para siempre obscura?  
  La Mala Fama soy, que tiene cuenta  
  con las torpezas de excelentes hombres  
  para entregallas a perpetua afrenta,

1665

  y a viva muerte sus subidos nombres.  
  Mi mano en este libro negro asienta,  
  borrando la altivez de sus renombres,  
  los hechos malos que en el tiempo hicieron  
  cuando de amor la vana ley siguieron.

1670

  Aquí está el grande Alcides, no cortando  
  de la hidra lernea las cabezas,  
  sino a los pies de Deyanira hilando,  
  con mujeriles paños y ternezas.  
  Está el rey Salomón; mas no juzgando

1675

  las diferencias faltas de certezas,  
  sino dando ocasión por mil razones  
  que esté su salvación en opiniones.  
  Uno de aquel famoso triunvirato  
  aquí le tengo escrito y señalado,

1680

  cuando, a su patria y a su honor ingrato,  
  cegó en la luz del rostro delicado.  
  En mitad de la pompa y aparato  
  del bélico furor, de miedo armado,  
  los ojos vuelve y ánimo a la nueva

1685

  Angélica egipciana que le lleva.  
  Es infinito el número que encierran  
  aquestas negras hojas de los hechos  
  de aquellos que su nombre y fama atierran,  
  porque amor sujetó sus duros pechos;

1690

  y si tú quieres ser de los que yerran,  
  aunque están los renglones tan estrechos,  
  ancho lugar haré para que escriba  
  tu nombre, y en infamia eterna viva.  

 

  Vuélvese la tramoya.

 

Roldán Yo mudaré parecer,

1695

  a pesar de lo que quiero.  
Bernardo ¿Conocéisme, caballero?  
Roldán Pues, ¿no os he de conocer?  
  [Bi]en sé que sois español  
  y que Bernardo os llamáis.

1700

Bernardo ¡Gracias a Dios que miráis  
  ya sin nublados el sol!  
Roldán ¿Habéis estado presente  
  al caso de admiración?  
Bernardo Sí he estado.  
Roldán ¿Y no es gran razón

1705

  que yo vuelva diferente,  
  siendo una joya la honra  
  que no se puede estimar?  
Bernardo Verdad es; mas por amar  
  no se adquiere la deshonra.

1710

Roldán No hay amador que no haga  
  mil disparates, si es fino;  
  mas, ya que he cobrado el tino,  
  y sanado de mi llaga,  
  mis pasos caminarán

1715

  por diferente sendero.  

 

  Entra Marfisa.

 

Marfisa Bernardo, ¿no es el guerrero  
  éste a quien llaman Roldán?  
Bernardo Él es. Mas, ¿por qué lo dices?  
Marfisa Porque su fama me fuerza

1720

  a probar con él mi fuerza,  
  porque tú la solenices  
  y veas qué compañero  
  te ha dado en mí la fortuna.  
Roldán ¡No hay, cual Angélica, alguna

1725

  en todo nuestro hemisfero!  
Escudero ¡Por Dios, que se ha vuelto al tema!  
Roldán Falsa fue aquella visión,  
  y de nuevo el corazón  
  parece que se me quema.

1730

 

  Aparece otra vez Angélica, y huye a la tramoya, y vuélvese, y parece la Buena Fama, vestida de blanco, con una corona en la cabeza, alas pintadas de varias colores y una trompeta.

 

  ¿Has tornado a amanecer,  
  sol mío? Pues ya te sigo.  
Escudero Poco ha durado el amigo  
  en su honroso parecer.  
Marfisa Bernardo, ¿qué es lo que veo?

1735

Bernardo Calla y escucha, y verás  
  misterios.  
Escudero No digas más,  
  que quiere hablar, según creo.  
Buena Fama Pues temor de la infamia no ha podido  
  tus deseos volver a mejor parte,

1740

  vuélvalos el amor de ser tenido,  
  en todo el orbe por segundo Marte.  
  En este libro de oro está esculpido,  
  como en mármol o en bronce, en esta parte,  
  tu nombre y el de aquellos esforzados

1745

  que dieron a las armas sus cuidados.  
  Aquí, con inmortal, alto trofeo,  
  notado tengo en la verdad que sigo,  
  aquel gran caballero Macabeo,  
  guía del pueblo que de Dios fue amigo.

1750

  Casi a su lado el nombre escrito veo  
  de aquel batallador que fue enemigo  
  de la pereza infame, del que, en suma,  
  puso en igual balanza, lanza y pluma.  
  Tengo otros mil que no puedo contarte,

1755

  porque el tiempo y lugar no lo concede,  
  y porque yo le tenga de avisarte  
  lo que mi voz con mis escritos puede.  
  Della verás, y dellos levantarte  
  sobre el altura que aun al cielo excede,

1760

  si dejas de seguir del niño ciego  
  la blandura y regalo y dulce fuego.  
  Huye, Roldán, de Angélica, y advierte  
  que, en seguir la belleza que te inflama,  
  la vida pierdes y granjeas la muerte,

1765

  perdiendo a mí, que soy la Buena Fama.  
  Deben estas razones convencerte,  
  pues Marte a nombre sin igual te llama,  
  Amor a un abatido. En paz te queda,  
  y lo que te deseo te suceda.

1770

 

  Vuélvese la tramoya.

 

Roldán Bien sé que de Malgesí  
  son todas estas visiones.  
Bernardo Pues dime: ¿a qué te dispones?  
Marfisa De espanto no estoy en mí.  
  Mal dije; de admiración,

1775

  que espanto jamás le tuve.  
Roldán Corto de manos anduve  
  con una y otra visión;  
  si pedazos las hiciera,  
  no me dejaran confuso;

1780

  mas volverán, que es su uso  
  asaltarme dondequiera.  
  Respondiendo, pues, Bernardo,  
  a lo que me preguntaste,  
  digo que no hay mar que baste

1785

  templar el fuego en que ardo.  
  Y quedaos en paz los dos,  
  porque ir de aquí me conviene.  
Marfisa ¡Estremado brío tiene!  
Bernardo Dios vaya, Roldán, con vos.

1790

Marfisa Vilo, y no puedo creello:  
  tal es lo que visto habemos.  
Bernardo Por el camino podremos  
  hacer discurso sobre ello.  
Escudero En fin: ¿vamos a París?

1795

Bernardo ¿Ya no te he dicho que sí?  
Marfisa Yo, a lo menos.  
Escudero Por allí  
  hay camino, si advertís.  
Bernardo Los caballos, ¿dónde están?  
Escudero Aquí junto.  
Bernardo Ve por ellos.

1800

Escudero Allá subiréis en ellos.  
Marfisa ¡Pensativo iba Roldán!  

 

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Última actualización: 16/12/97.