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COMEDIA FAMOSA DE LA ENTRETENIDA

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Jornada Segunda

  

  Salen Marcela y Dorotea, con una almohadilla, y Cristina.

 

Marcela Andas con vergüenza poca,  
  Cristina, muy inquïeta,  
  y, con puntos de discreta,  
  das mil puntadas de loca.

975

  Sabed, señora, una cosa:  
  que, entre las prendas de honor,  
  es tenida por mejor  
  la honesta que la hermosa.  
Cristina [Aparte] Señora me llama. ¡Malo!:

980

  que ya sé por experiencia  
  que no hay dos dedos de ausencia  
  desta cortesía a un palo.  
Marcela ¿Qué murmuras, desatada,  
  maliciosa y atrevida?

985

Cristina Nunca murmuré en mi vida.  
Marcela ¿Qué dices?  
Cristina No digo nada.  
  ¡Tenga el Señor en el cielo  
  a mi señora la vieja!  
Marcela Desas plegarias te deja.

990

Cristina Pronúncialas mi buen celo.  
  Si ella fuera viva, sé  
  que otro gallo me cantara,  
  y que ninguna no osara  
  reñirme; no, en buena fe.

995

 

  ¡Tristes de las mozas  
  a quien trujo el cielo  
  por casas ajenas  
  a servir a dueños,  
  que, entre mil, no salen

1000

  cuatro apenas buenos,  
  que los más son torpes  
  y de antojos feos!  
  ¿Pues qué, si la triste  
  acierta a dar celos

1005

  al ama, que piensa  
  que le hace tuerto?  
  Ajenas ofensas  
  pagan sus cabellos,  
  oyen sus oídos

1010

  siempre vituperios,  
  parece la casa  
  un confuso infierno:  
  que los celos siempre  
  fueron vocingleros.

1015

  La tierna fregona,  
  con silencio y miedo,  
  pasa sus desdichas,  
  malogra requiebros,  
  porque jamás llega

1020

  a felice puerto  
  su cargada nave  
  de malos empleos.  
  Pero, ya que falte  
  este detrimento,

1025

  sobran los del ama,  
  que no tienen cuento:  
  ``Ven acá, suciona.  
  ¿Dónde está el pañuelo?  
  La escoba te hurtaron

1030

  y un plato pequeño.  
  Buen salario ganas;  
  dél pagarme pienso,  
  porque despabiles  
  los ojos y el seso.

1035

  Vas, y nunca vuelves,  
  y tienes bureo  
  con Sancho en la calle,  
  con Mingo y con Pedro.  
  Eres, en fin, pu...

1040

  El "ta" diré quedo,  
  porque de cristiana  
  sabes que me precio''.  
  Otra vez repito,  
  con cansado aliento,

1045

  con lágrimas tristes  
  y suspiros tiernos:  
  ¡triste de la moza  
  a quien trujo el cielo  
  por casas ajenas!

1050

Dorotea Señoras, ¿qué es esto?  
  Cristinica, amiga,  
  dime: ¿con qué viento  
  esta polvareda  
  has alzado al cielo?

1055

Marcela La desenvoltura  
  es un viento cierzo  
  que del rostro ahuyenta  
  la vergüenza y miedo.  
  Pero yo haré,

1060

  si es que acaso puedo,  
  si ella no se emienda,  
  Lo que callar quiero.  

 

  Entra Quiñones, el paje.

 

Quiñones Don Antonio, mi señor,  
  entra con dos peregrinos.

1065

 

  Entran Don Antonio, Cardenio, Torrente y Muñoz.

 

D. [Antonio] ¿Vuestros intentos divinos  
  fueran disculpa al rigor  
  del no vernos?  
Cardenio Así es;  
  pero yo, señor, holgara  
  que esta deuda se pagara

1070

  de espacio, y fuera después  
  de mi peregrinación,  
  que no se puede escusar.  
D. [Antonio] Fácilmente habéis de hallar  
  en mi voluntad perdón.

1075

Cardenio ¿Es mi señora y mi prima?  
D. [Antonio] La misma.  
Cardenio ¡Oh mi señora,  
  rico archivo donde mora  
  de la belleza la prima!  
  No me niegues estos pies,

1080

  pues no merezco esas manos.  
Dorotea Peregrinos cortesanos  
  son éstos.  
D. [Antonio] No tan cortés,  
  señor primo, que mi hermana  
  está del caso suspensa.

1085

Muñoz [Aparte.] La traza de lo que él piensa  
  es más cortés que no sana.  
Marcela Señor, para que me muestre  
  con el respeto debido  
  a quien sois, el nombre os pido.

1090

Cardenio Vuestro primo don Silvestre  
  de Almendárez; vuestro esposo,  
  o el que lo tiene de ser.  
Marcela Mudaré de proceder  
  con un huésped tan famoso:

1095

  los brazos habré de daros,  
  que no los pies, primo mío.  
Muñoz [Aparte.] Destos principios yo fío  
  que son más dulces que caros.  
Cardenio No fue huracán el que pudo

1100

  desbaratar nuestra flota,  
  ni torció nuestra derrota  
  el mar insolente y crudo;  
  no fue del tope a la quilla  
  mi pobre navío abierto,

1105

  pues he llegado a tal puerto,  
  y pongo el pie en tal orilla;  
  no mi[s] riquezas sorbieron  
  las aguas que las tragaron,  
  pues más rico me dejaron

1110

  con el bien que en vos me dieron.  
  Hoy se aumenta mi riqueza,  
  pues con nueva vida y ser,  
  peregrino llego a ver  
  la imagen de tu belleza.

1115

 

  Entra Ocaña.

 

Ocaña Desta común alegría  
  alguna parte quizá  
  mi tristeza alcanzará,  
  que está como estar solía.  
  Desde aquí quiero mirarte,

1120

  si es que te dejas mirar,  
  de mi suerte amargo azar,  
  de mi bien el todo y parte.  
  Puesto en aqueste rincón,  
  como lacayo sin suerte,

1125

  veré quizá de mi muerte  
  alguna resurrección.  
Marcela La desventura mayor,  
  más espantosa y temida,  
  es la de perder la vida.

1130

D. [Antonio] Primero es la del honor.  
Marcela Ansí es; y pues vos, primo,  
  con honra y vida venís,  
  mal haréis si mal sentís  
  del mal que por bien yo estimo.

1135

  Y en llegar adonde os veis,  
  habéis de tener por cierto  
  que habéis arribado a un puerto  
  adonde restauraréis  
  las riquezas arrojadas

1140

  al mar, siempre codicioso.  
Cardenio Tendrá el que fuere tu esposo  
  las venturas confirmadas.  
Torrente ¿Doncella acaso es de casa?  
Cristina No soy sino de la calle.

1145

Torrente Eso no; que aquese talle  
  a los de palacio pasa.  
  ¿Sirve en ella?  
Cristina Soy servida.  
Torrente La respuesta ha sido aguda.  
Ocaña Ten, pulcra, la lengua muda;

1150

  no la descosas, perdida.  
Torrente ¿El nombre?  
Cristina Cristina.  
Torrente Bueno;  
  que es dulce, con ser de rumbo.  
  ¿Túmbase?  
Cristina Yo no me tumbo.  
  Basta; que tiene barreno

1155

  el indianazo gascón.  
Torrente Yo, señora, como ves,  
  soy criollo perulés,  
  aunque tiro a borgoñón.  
D. [Antonio] Reposaréis, primo mío,

1160

  y después saber querría  
  del buen estar de mi tía,  
  de vuestro padre y mi tío.  
Ocaña ¡Oh peregrino traidor,  
  cómo la miras! ¡Oh falsa,

1165

  cómo le vas dando salsa  
  al gusto de su sabor!  
Torrente Pluguiera a Dios que nunca aquí viniera;  
  o, ya que vine aquí, que nunca amara;  
  o, ya que amé, que amor se me mostrara,

1170

  de acero no, sino de blanda cera...  
Cardenio Depositario fue el mar  
  de tus cartas y presentes.  
Ocaña [Aparte.] ¡El alma tengo en los dientes!  
  ¡Casi estoy para espirar!

1175

Torrente ...O que de aquesta fregonil guerrera,  
  de los dos soles de su hermosa cara,  
  no tan agudas flechas me arrojara,  
  o menos linda y más humana fuera.  
Marcela Entrad, señor, do podáis

1180

  mudar vestido decente.  
Cardenio Mi promesa no consiente  
  que esa merced me hagáis.  
Torrente [Aparte.] Éstas sí son borrascas no fingidas,  
  de quien no espero verdadera calma,

1185

  sino naufragios de más duro aprieto.  
Cardenio No puedo mudar de traje  
  por un tiempo limitado:  
  que esta pobreza ha causado  
  la tormenta del viaje.

1190

Torrente ¡Oh, tú, reparador de nuestras vidas,  
  Amor, cura las ansias de mi alma,  
  que no pueden caber en un soneto!  
D.[Antonio] A no ser tan perfecto,  
  primo, vuestro designio, yo hiciera

1195

  que por otra persona se cumpliera.  

 

  Éntranse Marcela, Don Antonio, Dorotea, y Cristina y Cardenio.
  Quedan en el teatro Muñoz, Torrente y Ocaña.

 

Muñoz No me habléi[s], Torrente hermano,  
  que nos escuchan, y siento  
  que en nuestro famoso intento  
  el callar es lo más sano.

1200

 

  Éntrase Muñoz.

 

Ocaña Si a mí el ojo no me miente,  
  sé con gran certinidad  
  que vuestra paternidad  
  tiene el alma algo doliente.  
  [Es] C[r]istinica un harpón,

1205

  es un virote, una jara  
  que el ciego arquero dispara,  
  y traspasa el corazón.  
  Es un incendio, es un rayo.  
  ¿Cómo un rayo? Dos y tres.

1210

Torrente Y vuesa merced, ¿quién es?  
Ocaña Soy desta casa el lacayo;  
  y, aunque en la caballeriza  
  me arrincono, el amor ciego,  
  con su yelo y con su fuego,

1215

  me consume y martiriza.  
  Entre el harnero y pesebre,  
  entre la paja y cebada,  
  de noche y de madrugada,  
  me embiste de amor la fiebre.

1220

Torrente ¿Y es Cristina la ocasión  
  de tan grande encendimiento?  
Ocaña No sé quién es; sé que siento  
  el alma hecha un carbón.  
Torrente Si es Cristina, pondré pausa

1225

  en ciertos recién nacidos  
  pensamientos atrevidos  
  que su memoria me causa.  
  No pienso en manera alguna  
  seros rival: que sería

1230

  género de villanía  
  que al ser quien yo soy repugna.  
  Honestísimo decoro  
  se guardará en esta casa,  
  puesto que me arda la brasa

1235

  desta niña a quien adoro.  
  Quebrantaré en la pared  
  mis pensamientos primeros,  
  con gusto de conoceros  
  para haceros merced.

1240

  Porque no han de naufragar  
  siempre las flotas: que alguna  
  tendrá próspera fortuna  
  para podérnosla dar.  
Ocaña Beso tus pies, peregrino,

1245

  único, raro y bastante  
  a ablandar en un instante  
  un corazón diamantino.  
  Yo, en quien nacieron barruntos  
  de celos cuando te vi,

1250

  a tus pies los pongo aquí,  
  semivivos y aun difuntos.  
Torrente Alzaos, señor; no hagáis  
  sumisión tan indecente,  
  que humillaré yo mi frente

1255

  si es que la vuestra no alzáis.  
  Dadme los brazos de amigo,  
  que lo hemos de ser los dos  
  gran tiempo, si quiere Dios,  
  que es de mi intención testigo.

1260

Ocaña Como tú, señor, me abones  
  con tu amistad peregrina,  
  doy por cordera a Cristina  
  y por cabrito a Quiñones.  
Torrente Por verte con gusto, voy

1265

  alegre, así Dios me salve.  
Ocaña [Aparte.] Para éstas, que yo os calve,  
  o no seré yo quien soy.  

 

  Éntranse Torrente y Ocaña.
  Entra Don Ambrosio.

 

D. Ambrosio Por ti, virgen hermosa, esparce ufano,  
  contra el rigor con que amenaza el cielo,

1270

  entre los surcos del labrado suelo,  
  el pobre labrador el rico grano.  
  Por ti surca las aguas del mar cano  
  el mercader en débil leño a vuelo;  
  y, en el rigor del sol como del yelo,

1275

  pisa alegre el soldado el risco y llano.  
  Por ti infinitas veces, ya perdida  
  la fuerza del que busca y del que ruega,  
  se cobra y se promete la vitoria.  
  Por ti, báculo fuerte de la vida,

1280

  tal vez se aspira a lo imposible, y llega  
  el deseo a las puertas de la gloria.  
  ¡Oh esperanza notoria,  
  amiga de alentar los desmayados,  
  aunque estén en miserias sepultados!

1285

 

  Entra Cristina.

 

Cristina Habrá fiesta y regodeo,  
  y la parentela toda  
  vendrá, sin duda, a la boda.  
D. Ambrosio Mi norte descubro y veo.  
  ¡Oh dulcísima Cristina!

1290

Cristina De alcorza debo de ser.  
D. Ambrosio Tribunal do se ha de ver  
  lo que el Amor determina  
  en mi contra o mi provecho.  
Cristina ¡Estraña salutación!

1295

D. Ambrosio La lengua da la razón  
  como la saca del pecho.  
  Pero vengamos al punto.  
  Mi esperanza, ¿cómo está?  
  ¿Ha de morir? ¿Vivirá?

1300

  ¿Contaréme por difunto?  
  ¿Dificúltase la empresa?  
  ¡Presto, que me vuelvo loco!  
Cristina Idos, señor, poco a poco,  
  que preguntáis muy apriesa.

1305

D. Ambrosio Más apriesa me consume  
  el vivo incendio de amor.  
Cristina En sólo un punto el rigor  
  suyo se abrevia y resume,  
  y es que puedes ya contar

1310

  a Marcela por casada.  
  Ya no es suya: ya está dada  
  a quien la sabrá estimar.  
D. Ambrosio No me digas el esposo,  
  que, sin duda, es don Antonio.

1315

Cristina Levantas un testimonio  
  que pasa de mentiroso.  
  ¿Con su hermana?  
D. Ambrosio ¡Ah Cristinica!  
  ¿Qué es eso? ¿Cubierta y pala  
  con que una obra tan mala

1320

  se apoya y se fortifica?  
Cristina Que es con su primo.  
D. Ambrosio ¿Qué es esto,  
  cielo siempre soberano?  
  ¿Hoy primo el que ayer fue hermano?  
  ¿Cámbiase un hombre tan presto?

1325

Cristina Digo que es un peregrino,  
  primo suyo y perulero,  
  de tan soberbio dinero,  
  que de las Indias nos vino.  
  De oro más de cien mil tejos

1330

  se sorbió el mar como un huevo,  
  deste peregrino nuevo,  
  que no está de ti muy lejos,  
  porque vesle allí dó asoma.  
D. Ambrosio ¡Y que esto en el mundo pase!

1335

Cristina Puesto que antes que se case,  
  entiendo que ha de ir a Roma.  

 

  Entran Cardenio, Torrente y Muñoz.

 

D. Ambrosio Embustero y perulero,  
  atrevido e insolente,  
  ¿por qué te haces pariente

1340

  de la vida por quien muero?  
Torrente Descornado se ha la flor;  
  perecemos.  
Muñoz Malo es esto;  
  la traza se ha descompuesto  
  al primer paso.  
Cardenio Señor,

1345

  no te entiendo, ni imagino  
  por qué tan acelerado  
  la maldita has desatado  
  contra un noble peregrino.  
Muñoz Quien dijere que yo di

1350

  lista a nadie, mentirá  
  cuantas veces lo dirá.  
  No sino lléguense a mí,  
  que fabrico en ningún modo  
  castillos mal prevenidos.

1355

Torrente [Aparte.] Antes de ser convencidos,  
  éste lo ha de decir todo.  
  ¡Oh levantadas quimeras  
  en el aire, cual yo dije!  
D. Ambrosio Por el Cielo que nos rige,

1360

  que si acaso perseveras  
  en el embuste que intentas,  
  primero que en algo aciertes,  
  ha de ser una y mil muertes  
  el remate de tus cuentas.

1365

  Vuélvete a tu Potosí,  
  deja lograr mi porfía.  
Cardenio Aquéste ya desvaría.  
Torrente Así me parece a mí.  
Cristina Don Francisco y mi señor

1370

  son éstos. ¡Pies, a correr!  

 

  Éntrase Cristina.
  Salen Don Francisco y Don Antonio.

 

D. Francisco Todo aqueso puede ser:  
  que a más obliga el rigor  
  de un celoso, si es honrado,  
  como el padre de Marcela.

1375

D. Ambrosio Éste es el que urdió la tela  
  que tan cara me ha costado.  
  ¿Qué rigor de estrella ha sido,  
  señor don Antonio, aquel  
  que de piadoso en crüel

1380

  contra mí os ha convertido?  
  ¿Y qué peregrino es éste,  
  tan medido a vuestro intento,  
  que queréis que su contento  
  a mí la vida me cueste?

1385

  Mía es Marcela, si el cielo  
  quisiere y si vos queréis:  
  que en vuestra industria tenéis  
  de mi mal todo el consuelo.  
  No es desigual mi linaje

1390

  del suyo, y su padre creo  
  que deste igual himeneo  
  no ha de recebir ultraje.  
  Si él la escondió en vuestra casa  
  por quitármela delante,

1395

  ved, si acaso sois amante,  
  lo que el alma ausente pasa.  
D. Francisco Éste habla de Marcela  
  Osorio, y no de tu hermana.  
D. [Antonio] La presumpción está llana,

1400

  gran mal mi alma recela.  
  Desta vana presumpción  
  y mal formados antojos  
  os han de dar vuestros ojos  
  la justa satisfación.

1405

  Veníos conmigo, y veréis  
  en el engaño en que estáis.  
D. Ambrosio Si a Marcela me lleváis,  
  al cielo me llevaréis.  

 

  Éntrase Don Antonio, Don Francisco y Don Ambrosio. Quedan en el teatro Muñoz, Torrente y Cardenio.

 

Cardenio ¡Ah Muñoz, con cuán pequeña

1410

  ocasión habéis temblado!  
Muñoz Temo de verme brumado,  
  y molido como alheña;  
  temo que mis trazas den,  
  mis embustes y quimeras,

1515

  con mi cuerpo en las galeras,  
  que no le estará muy bien.  
Torrente ¿Sin apretaros la cuerda  
  os descoséis? ¡Mala cosa!  
Muñoz La conciencia temerosa,

1420

  de los castigos se acuerda.  
  Pero desde aquí adelante  
  pienso ser mártir, y pienso  
  que paga a la culpa censo  
  con temor el más constante.

1425

  Pésame que fue la lista  
  de mi letra y de mi mano,  
  y este temor, que no es vano,  
  todas mis fuerzas conquista.  
Torrente Vamos a ver en qué para

1430

  el comenzado desastre.  
Muñoz Aquella bayeta y sastre  
  nunca el cielo lo depara.  

 

  Éntranse todos.
  Salen Marcela y Dorotea.

 

Marcela Este primo no me agrada,  
  dulce amiga Dorotea.

1435

  ¡Plegue a Dios que por bien sea  
  su venida no esperada!  
Dorotea Como le ves mal vestido,  
  no te parece galán.  
Marcela Las galas no siempre dan

1440

  aire y brío, ni el vestido.  
  Desmayado me parece,  
  aunque atrevido tal vez.  
Dorotea De su causa eres jüez.  
Marcela Basta; poco me apetece.

1445

Dorotea Parece que se ha templado  
  tu hermano en su pensamiento.  
Marcela Todavía, a lo que siento,  
  anda un poco apasionado;  
  no se le cae de la boca

1450

  mi nombre, y aun todavía  
  descubre una fantasía  
  que en lascivos puntos toca;  
  mas yo no le doy lugar  
  de que esté a solas conmigo.

1455

Dorotea Eso es lo que yo te digo,  
  y lo que has de procurar.  

 

  Aquí han de entrar Don Antonio, Don Francisco, Cardenio, Torrente y Muñoz.

 

D. [Antonio] Mirad, señor, destas dos,  
  cuál es la Marcela hermosa  
  que con fuerza poderosa

1460

  os tiene fuera de vos.  
D. Ambrosio Ésta le parece en algo,  
  y no es ella; mas ya veo,  
  sin duda, que es devaneo,  
  y que de sentido salgo.

1465

  Téngame Amor de su mano,  
  y los cielos, si me ofenden.  
Marcela ¿O me compran o me venden?  
  Decidme qué es esto, hermano.  
D. Ambrosio No es otra cosa alguna,

1470

  sino que la belleza  
  incomparable y sola  
  de otra que tiene el proprio nombre vuestro,  
  su donaire, su gracia,  
  su honesta compostura,

1475

  su ingenio, su linaje,  
  se llevaron tras sí mis pensamientos.  
  Améla honestamente,  
  adoréla rendido,  
  solicitéla mudo,

1480

  aunque los ojos son parleros siempre.  
  Su padre, recatado,  
  por algún su desinio,  
  o por mi desventura,  
  llevóla, y no sé adónde.  
D. [Antonio] Ésta es mi historia.

1485

D. Ambrosio No con más diligencia  
  la diosa de las mieses  
  buscó a su hija amada  
  hasta los escondrijos del infierno,  
  como yo la he buscado

1490

  por cuanto las sospechas  
  han podido llevarme,  
  pensativo, solícito y ansioso.  
  En esto, a mis oídos  
  el nombre de Marcela

1495

  llegó, y vuestra hermosura;  
  pero no el sobrenombre de Almendárez.  
  Creí que don Antonio,  
  vuestro querido hermano,  
  por o[r]den de su padre

1500

  de la Marcela Osorio, que yo busco,  
  en casa la tenía,  
  y, mal considerado,  
  y con los celos ciego,  
  hice los disparates que habéis visto.

1505

D. Francisco ¿Éstas no son lanzadas  
  que te pasan el alma?  
D. [Antonio] Y aun rayos que la embisten,  
  la hieren, desmenuzan y quebrantan.  
Dorotea Apostaré, señora,

1510

  que es ésta la Marcela  
  por quien tu hermano gime,  
  suspira y con angustia se lamenta.  
Torrente Un canto pesadísimo,  
  una montaña dura,

1515

  una máquina inmensa,  
  de acero un monte dilatado y grave,  
  de sobre el pecho quito.  
Muñoz Y yo de sobre el alma  
  una carcoma aguda.

1520

  ¡Maldito seas de Dios, amante simple!  
  ¡Qué confusos nos tuvo  
  aqueste mentecato!  
  ¡Con cuán pocos indicios  
  trocó las dos Marcelas el cuitado!

1525

  Ya pensé que mi lista  
  andaba por la casa  
  de mano en mano. ¡Ay duro  
  trance, no imaginado y repentino!  
D. Francisco Pues en esta Marcela veis patente

1530

  de vuestro pensamiento el desengaño,  
  mostraos, señor, más cauto y más prudente  
  otra vez que os acose vuestro engaño,  
  y volved a buscar más diligente  
  la causa original de vuestro daño.

1535

D. Ambrosio Tiene cualquiera enamorada culpa  
  fácil y compasiva la disculpa.  
  Erré; mas no es el yerro de tal suerte  
  que perdón no merezca.  
Cardenio Yo imagino  
  que ministró ocasión al atreverte

1540

  este pobre sayal de peregrino.  
D. [Antonio] La rabia de los celos es tan fuerte,  
  que fuerza a hacer cualquiera desatino.  
  Sélo yo bien, que ya me vi celoso,  
  atrevido, arrojado y malicioso.

1545

D. Ambrosio En siglos prolongados tu ventura  
  goces, ¡oh peregrino!, y tus bisnietos  
  te lleven a la honrada sepultura  
  sobre sus hombros, para el caso electos;  
  no menoscabe el tiempo la hermosura

1550

  de tu Marcela; celos indiscretos  
  no perturben tu paz en tanto cuanto  
  de vida os diere aliento el Cielo santo.  
  Yo vuelvo a renovar mi pena antigua,  
  buscando aquélla que me encubre el cielo,

1555

  y, mientras dónde está no se averigua,  
  un Sísifo seré nuevo en el suelo.  
  De noche, como sombra o estantigua,  
  llena la vista de inmortal desvelo,  
  por ver el fin de mis trabajos largos,

1560

  un lince habré de ser con ojos de Argos.  

 

  Éntrase Don Ambrosio.

 

Marcela Desesperado se parte.  
D. [Antonio] Yo sin esperanza quedo,  
  dulce Marcela, de hallarte.  
Torrente De mí se ha arredrado el miedo.

1565

Muñoz En mí ya no tiene parte;  
  pero, con todo, quisiera  
  que la lista se rompiera  
  que di escrita de mi mano:  
  que cualquier susto, aunque vano,

1570

  la mala conciencia altera.  
D. Francisco Haz cuenta, amigo, que envías,  
  en este amante curioso,  
  a buscar tu gloria espías.  
D. [Antonio] Con todo, estoy temeroso:

1575

  que son tiernas sus porfías,  
  y muchas, que es lo peor.  
D. Francisco Yo lo tengo por mejor:  
  que este anzuelo ha de sacar  
  del profundo de la mar

1580

  la perla que escondió Amor.  

 

  Éntrase Don Francisco y Don Antonio.

 

Cardenio ¿No ha sido estremado el cuento,  
  señora prima?  
Marcela Sí ha sido;  
  aunque dél me ha parecido  
  ir mi hermano descontento,

1585

  pensativo y desabrido.  
  Y es la causa que la dama  
  que aquél busca, adora y ama  
  como quiere Amor tirano,  
  es la misma que mi hermano

1590

  quiere, busca, nombra y llama.  
  Y yo, simple, imaginaba  
  ser yo la hermosa Marcela  
  a quien mi hermano llamaba,  
  y con malicia y cautela

1595

  a las manos le miraba,  
  a los ojos y a la boca,  
  y con no advertencia poca  
  ponderaba sus razones,  
  sus movimientos y acciones.

1600

Dorotea Curiosidad simple y loca.  
  Pídele perdón.  
Marcela No quiero,  
  pues nunca arraigó en mi pecho  
  el pensamiento primero.  
Cardenio Y más, que te ha satisfecho

1605

  tan llano y tan por entero.  
Muñoz ¿Hemos de hacer la visita  
  de mi señora doña Ana?  
Marcela Todavía es de mañana,  
  y el frío la gana quita

1610

  de hacer visitas agora.  
  Ven, amiga Dorotea;  
  vamos donde el sol nos vea.  
Dorotea ¡Y cómo que iré, señora!  
  ¡Que tirito, ti, ti, ti!

1615

  ¡Insufrible frío hace!  

 

  Éntranse Marcela y Dorotea.

 

Torrente El tuyo a mí me desplace.  
  ¿Para qué veniste aquí,  
  Cardenio, si te has de estar  
  como una estatua sin lengua?

1620

  Allá voy, y no hago mengua.  
  ¿Piensas que se te ha de entrar  
  la ventura por la puerta,  
  y arrojársete en la cama?  
Cardenio A mi yelo y a mi llama

1625

  ningún medio las concierta.  
  Cuando de Marcela ausente  
  algún breve espacio estoy,  
  ardo de atrevido, y doy  
  en pensar que soy valiente;

1630

  pero apenas me da el cielo  
  lugar para a solas vella,  
  cuando estoy, estando ante ella,  
  frío mucho más que el yelo.  
Torrente Con ese yelo no habrá

1635

  ostugo que nos alcance.  
Muñoz Cierto que yo he echado un lance  
  que a los ojos me saldrá,  
  si a las espaldas no sale  
  primero. ¡Oh viejo imprudente!

1640

  Bien merecéis, inocente,  
  que se evapore y exhale  
  el alma con el más chico  
  temor que te sobresalte.  
Cardenio Cuando yo, Muñoz, os falte,

1645

  cuando yo no os haga rico,  
  jamás del Pirú me venga  
  el mi esperado tesoro.  
Muñoz ¡Que no me vuelva yo moro,  
  y que yo paciencia tenga

1650

  para escuchar lo que escucho!  
  ¿Dónde está el oro, señores  
  socarrones, embaidores?  
Torrente Muñoz, que ha de venir mucho.  
Muñoz ¿De qué Pirú ha de venir,

1655

  de qué Méjico o qué Charcas?  
Torrente Cuatro cofres y seis arcas  
  puedes desde luego abrir  
  para echar cuatro mil barras,  
  y aun son pocas las que digo.

1660

Muñoz Tente; que Dios sea contigo,  
  Torrente, que te desgarras.  
  Con el sastre y la bayeta  
  estaría yo contento.  
Torrente Sastres pasarán de ciento.

1665

Muñoz La bayeta es la que aprieta  
  al deseo de tenella.  
Torrente Déjenme los dos aquí,  
  que viene Cristina allí,  
  y me importa hablar con ella.

1670

 

  Vanse Muñoz y Cardenio.
  Entra Cristina.

 

  ¿Que es posible, flor y fruto  
  del árbol lindo de amor,  
  que ha de andar por tu rigor  
  siempre mi alma con luto?  
  ¿Que es posible que un potente

1675

  indiano no te remate  
  ni que a tu dureza mate  
  la blandura de Torrente?  

 

  Entra Ocaña en calzas y en camisa, con un mandil delante, y con un harnero y una almohaza; entra puesto el dedo en la boca, con pasos tímidos, y escóndese detrás de un tapiz, de modo que se le parezcan los pies no más.

 

  ¿Que es posible que no precies  
  los montones de oro fino,

1680

  y por un lacayo indino  
  un perulero desprecies?  
  ¿Que no quieras ser llevada  
  en hombros como cacique?  
  ¿Que huigas de verte a pique

1685

  de ser reina coronada?  
  ¿Que, por las faltas de España,  
  que siempre suelen sobrar,  
  no quieras ir a gozar  
  del gran país de Cucaña?

1690

  ¿Que te tenga avasallada  
  un lacayo de tal modo,  
  que por él dejes el todo,  
  y te acojas al nonada?  
  ¿Que a un borracho te sujetes,

1695

  que cuela tan sin estorbos,  
  que unos sorbos y otros sorbos  
  son sus briznas y luquetes?  
  ¡Oh mujeres, que tenéis  
  condición de escarabajo!

1700

Cristina Hablad, Torrente, más bajo,  
  si por ventura podéis;  
  que dicen que las paredes  
  a veces tienen oídos.  
Torrente Los tuyos tienes tapidos

1705

  a la voz de mis mercedes.  
  Deja aquese socarrón,  
  que tu deshonra procura,  
  y fabrica tu ventura  
  con tu mucha discreción.

1710

Cristina Pues, ¿quiérole yo, mezquina,  
  o, por ventura, hago caso  
  yo de buzaque?  
Torrente Hablad paso;  
  moderad la voz, Cristina,  
  que no sabéis quién os oye,

1715

  y haced con prudencia diestra  
  que la humilde suerte vuestra  
  con la que tengo se apoye,  
  y veréisos encumbrada  
  sobre el cerco de la luna.

1720

Cristina Esa próspera fortuna  
  para mí no está guardada,  
  que soy una pecadora  
  inútil, una mozuela  
  de mantellina y chinela,

1725

  no buena para señora;  
  y más, estando abatida  
  y murmurada de Ocaña.  
Torrente Muéveme ese llanto a saña;  
  perderá Ocaña la vida.

1730

Cristina Con sólo media docena  
  de palos que tú le des,  
  rendida vendré a tus pies.  
Torrente Blanda y moderada pena  
  a tanta culpa le das;

1735

  mejor fuera que la lengua  
  que se desmandó en tu mengua  
  se le cortara, y aun más.  
Cristina Palos bastan; vete en paz.  
Torrente El cielo quede contigo.

1740

Cristina Procura hacer lo que digo,  
  secreto, astuto y sagaz.  

 

  Éntrase Torrente.

 

  ¡Ay Jesús! ¿Quién está aquí?
  ¿Qué pies son éstos, cuitada?

 

  Sale Ocaña.

 

Ocaña Cacica en hombros llevada

1745

  desde Lima a Potosí:  
  yo soy, vesme aquí presente,  
  hecho estafermo sufrible  
  a tu rancor tan terrible  
  y a los palos de Torrente.

1750

  Pocos son media docena;  
  la piedad en ti florece:  
  que mi culpa bien merece  
  cuatrodoblada la pena.  
  Mas yo no tengo por culpa

1755

  el amarte y avisarte  
  que de aquello has de guardarte  
  que te obligue a dar disculpa.  
Cristina Por vida tuya, lacayo  
  el más discreto de España,

1760

  que todo ha sido maraña  
  burlona y de alegre ensayo;  
  porque pensaba avisarte  
  en viéndote.  
Ocaña Una por una,  
  tú estarás sobre la Luna,

1765

  sobre el Sol y aun sobre Marte;  
  yo, mísero, apaleado,  
  tendido por ese suelo.  
Cristina Nunca tal permita el cielo.  
Ocaña Tú misma me has condenado.

1770

Cristina Ya te he dicho la verdad:  
  que burlaba; y esto baste.  
Ocaña Pues, ¿por qué, di, le intimaste  
  secreto y sagacidad?  
Cristina Porque, advirtiéndote a ti

1775

  del caso, y estando alerta,  
  fuese la burla más cierta  
  y más buena.  
Ocaña Fuera ansí,  
  cuando tú no confirmaras  
  con lágrimas tu deseo.

1780

Cristina Luego, ¿no me crees?  
Ocaña Sí creo;  
  mas reparo.  
Cristina ¿En qué reparas?  
Ocaña En las lágrimas, y en ver  
  que no son burlas risueñas  
  las que descubren por señas

1785

  matar, rajar y hender.  
  Pero tú forja en tu fragua  
  tus embustes, que yo espero  
  que ha de ver el mundo entero  
  el que lleva el gato al agua.

1790

  Entra y dame la cebada,  
  o darásmela después.  
  ``¡Rendida vendré a tus pies!''  
Cristina ¿Esa razón no te agrada?  
  Pero él no verá cumplida

1795

  tal promesa en vida suya.  
Ocaña ¿Tomara yo alguna tuya,  
  puesto que fuera fingida?  
Cristina No seas tan ignorante;  
  muestra, que yo volveré.

1800

 

  Dale el harnero.

 

  Con esto me quitaré
  dos importunos delante.

 

  Éntrase Cristina.

 

Ocaña Que de un lacá- la fuerza poderó-,  
  Hecha a machamartí- con el trabá-,  
  De una fregó- le rinda el estropá-,

1805

  Es de los cie- no vista maldició-.  
  Amor el ar- en sus pulgares to-,  
  sacó una fle- de su pulí- carcá-,  
  encaró al co-, y diome una flechá,  
  que el alma to- y el corazón me do-. 1810

1810

  Así rendí-, forzado estoy a cre-  
  cualquier mentí- de aquesta helada pu-,  
  que blandamen- me satisface y hie-.  
  ¡Oh de Cupí- la antigua fuerza y du-,  
  cuánto en el ros- de una fregona pue-,

1815

  y más si la sopil se muestra cru-!  

 

Fin de la segunda jornada

 

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Última actualización: 16/12/97.